Despertar II

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La noche pasó en casa de Graciela. Ángela y Carlos durmieron en el sofá cama que Graciela tenía en el salón de su casa. Los niños, como siempre que iban a casa de su tía, lo hicieron en la habitación que Gracielita tenía preparada para ellos en caso de visitas.

Ángela se había ido a trabajar y Carlos llevó a los niños al cole. Graciela, aprovechando que tenía que ir a hacer unas compras, llamó a Bárbara para que la acompañase y de paso contarle lo sucedido con Helena y pedirle ayuda.

Las dos jóvenes quedaron en una cafetería del centro comercial. Bárbara llegó primero y cuando Graciela llegó vio a su amiga dando un pequeño sorbo a una taza de café.

- Hola, perdón por llegar tarde.

- No importa, acabo de llegar - Bárbara mintió a su amiga para que esta no se sintiera muy mal, porque en realidad llevaba un buen rato esperando.

Graciela pidió un café con leche muy caliente y mientras esperaba a que se enfriara un poco contó a Bárbara lo que le había pasado a su hermana el día anterior.

- Ángela vio ayer a la tal Helena, le dio un susto de muerte. Si sigue así, creo que va a necesitar un psicólogo. Estoy bastante preocupada por ella.

- ¿Qué es lo que pasó exactamente? - Bárbara quería conocer cada detalle para poder entender qué buscaba Helena.

- Pues, según ella, estaba tumbada en el sofá cuando, de repente, alguien empezó a tirarle del pelo. Ángela creyó que era el niño muerto, pero cuando se levantó, esa mujer la estaba mirando y se abalanzó hacia ella diciendo "Es mía, es mía". - Graciela intentó poner una voz gutural para intentar transmitirle a su amiga el miedo que sintió su hermana.

- ¿Sabe tu hermana a qué se refería Helena? - Bárbara tenía una ligera idea por las sensaciones que tuvo cuando fue casa de Ángela.

- Mi hermana cree que se refiere a la dichosa cuna, ¿en qué momento se le ocurrió comprarla? Todo esto está acabando con ella, no duerme, no come...- Graciela pensaba que si no se resolvía la situación rápido, su hermana acabaría ingresada en un psiquiátrico.

- No creo que sea eso lo que busca, pero aún es rápido para hacer una afirmación como esa.

- ¿Y cómo podemos ayudarla? Estuvo hasta visitando su tumba y rezando por ella, pero al parecer eso no sirvió de nada.

- Creo que lo mejor sería hacer otra visita a casa de Ángela. - Solo pensar en esa posibilidad hacía que a Bárbara se le revolviera el estómago.

- Pues esta vez no me lo pierdo, ¿eh? - Gracielita no estaba dispuesta a esperar otra vez en el coche.

- No tan deprisa, creo que lo mejor sería que primero fuésemos mi madre, Martín y yo, para hacer una visita de reconocimiento. - Bárbara sonrió sabiendo que esto no le haría demasiada gracia a su amiga. Una vez hecha y saber qué quiere o qué busca, iremos otra vez para hacer la limpieza.

- ¿Esa que es tan peligrosa? No fastidies. ¿En serio, podre ir?

- Solamente si podemos asegurar vuestro bienestar - Bárbara no podía dejar de sonreír ante la perplejidad de su amiga.

- Bueno... Lo has prometido, ¿eh? Y a ti, ¿cómo te va con Martín?

Ángela había pasado una mala noche, le dolía la espalda por el incómodo sofá cama. Estaba pensando en cómo había cambiado su vida en menos de un año mientras cortaba unas verduras para hacer un caldo. Sentía cómo su vida se desmoronaba sin que ella pudiera evitarlo. Se había mantenido fuerte durante mucho tiempo, y ahora sentía que, por más que se esforzara, toda aquella situación la superaba por completo. Ya no recordaba la última vez que vivió sin miedo y a ello se sumaba el deterioro de su relación con Carlos. Había estado tan preocupada por todo lo que estaba pasando que había descuidado por completo las necesidades de su esposo, y por esa razón no le extrañaba que, a su parecer, su marido se sintiera atraído por otras mujeres.

HELENA#PGP2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora