Ángela había amanecido con la sensación de olvidar algo, la conversación con Brigitte había sido de lo más reveladora, no podía dejar de pensar que todo lo que le estaba pasando, en el hecho de que Helena creyera que su hija Clara, era Sofía.
No podía entender cómo iban a hacer para que Helena comprendiera la verdad, y lo más difícil era que no sabía cómo haría para que Sofía se prestara una vez más a ayudarla. Sabía por Isabel que la anciana no se encontraba muy bien de salud, y temía que más emociones fuertes pudieran hacerla enfermar.
Ángela recogió las sabanas del sofá cama que su hermana Graciela les ofreció a ella y a su marido para que durmieran, preparó café con la esperanza de que este le proporcionara las fuerzas y el ánimo necesarios para afrontar el duro día que le esperaba.
- ¡Qué olor más rico, Ángela! - Graciela acababa de levantarse, su aspecto le pareció muy gracioso a Ángela, ya que con ese enorme pijama de franela y el pelo alborotado le pareció, que su hermana se asemejaba bastante a un payaso.
- ¿Has perdido el peine?
- La verdad es que sí, la última vez que lo vi estaba en las manos de Aarón. Tu pequeño intentaba peinar una de mis muñecas de porcelana. - Ambas rieron, ya que la imagen del niño jugando a peluquero era bastante divertida.
- Siéntate, te pondré el desayuno - a Ángela siempre le había gustado mimar a su hermana, pero últimamente mucho más, ya que no veía la forma de agradecerle todo lo bien que se había portado con ella y los niños.
- ¿Vas a llamar hoy a Isabel? - Graciela seguía desperezándose y un enorme bostezo se mezcló con su pregunta.
- Supongo que sí - Ángela sabía muy bien que tenía que hacerlo, pero la idea le incomodaba bastante, pensaba que Sofía y su familia ya se habían tomado bastantes molestias por su culpa.
- Bárbara, me prometió que esta vez podría ir a la sesión. ¿Te imaginas, hermanita? - Graciela estaba muy emocionada con la idea.
- ¿De verdad te apetece ir? - Ángela no podía explicarse la emoción de su hermana, pues ella lo único que deseaba era que todo acabara y poder volver a su casa.
- Ya sé que tú no lo has pasado nada bien, y que para ti esto ha sido de todo menos una experiencia emocionante... - Graciela hablaba con la boca llena de galletas - pero ya me conoces, hermanita, me encantan esas cosas.
- Bueno, al menos alguien ve el lado positivo de todo esto, ¿no?
Sofía estaba sentada en su sofá ojeando una revista de decoración y tomando un té. El médico le había dicho expresamente que no debía de abusar de las bebidas excitantes, pero esta no estaba dispuesta a renunciar a lo que para ella era uno de los mejores placeres de la vida.
Sofía pasaba las hojas de la revista si prestarle demasiada atención, ya que sus pensamientos estaban centrados en ese momento en dejar todo bien dispuesto para cuando llegase la hora de su muerte.
El testamento ya estaba casi listo y solo quedaba ultimar algunos detalles de como quería que fuese su funeral.
El teléfono sonó sacando a Sofía de su estado pensativo, y antes de que esté sonará por segunda vez vio como su nieta Isabel apareció corriendo con la intención de evitar que su abuela se levantara a contestar la llamada.
- ¿Sí? - Isabel pasaba la mayor parte de su tiempo en casa de Sofía y últimamente mucho más, ya que le preocupaba tremendamente el estado de salud de su abuela.
- ¿Isabel? - Ángela creyó reconocer la voz de la inagotable Isabel. ¿De dónde sacaría esta chica tanta energía?
- Hola, Ángela, ¿qué se te ofrece? ¿Todo bien? - Isabel hablaba tan rápido como de costumbre.
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HELENA#PGP2024
HorrorÁngela era una mujer normal, la vida con su marido y sus dos hijos era rutinaria hasta que su hija Clara de seis años le cuenta una serie de extraños sucesos que para Ángela no son más que la prueba de una desbordante imaginación propia de una...