Capitulo 3

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En nosotros siempre existirán miedos, quejas, negaciones, injusticias, envidias, tristezas, culpas o arrepentimientos a los cuales no vamos a querer ver a los ojos. Y mayormente es por no querer enfrentar el problema en su primera instancia.

Nuestra necesidad de uida hacia esas situaciones que nos duelen, también demuestran que emocionalmente aún tenemos algo de nosotros viviendolas o experimentadolas como un disco que constantemente se repite. Saber que esa situación no forma parte de nuestro presente es complicado, porque eventualmente siempre creemos que todo ayegado a nosotros viene con las mismas intenciones de reavivar esas heridas que cultivamos en el pasado. Llegando incluso a un punto de sobreproteccion hacía nosotros mismos por miedo al afuera, por miedo al creer que esa realidad distante que vivimos en el pasado aún domina y existe en nuestro presente. Ya sea la herida que fuere. Termina también cambiando o decidiendo como nosotros queremos o vemos el mundo en realidad.

Ante todo, quiero aclarar que nosotros somos quienes formamos nuestra realidad. Porque en base a nuestros miedos no superados creamos como vemos al otro. En base a nuestras heridas no superadas creemos como nos van a tratar, y en base a nuestra culpa afligida pensamos como nos van a mirar. Así que sí, tú realidad siempre será algo que eventualmente fuiste aprendiendo desde infante. Por eso, es que digo también que dependiendo el pensamiento que evoquemos hacia una situación, será también la visión que tengamos de ella.

Ver la verdad a la cara y ser conscientes que nosotros somos los que los dominar nos suele asustar o incluso doler. Pero lejos a lo que puedan llegara pensar. Si, se puede cambiar. Y no, no siempre dominará tu vida.

Pero volviendo a lo mismo, no siempre dominará tu vida porque depende de ti que creer y aprender de ellas.

En la vida siempre habrán miles de situaciones, tanto lindas como malas. Por mas que nosotros pensemos que no tengamos ningún recuerdo lindo de la vida. Siempre lo hay, solo hay que ser conscientes de que los estamos viviendo. Ya sea ver las flores, sentir el calor del verano, jugar con un cachorro que nos cruzamos por el camino, leer nuestro libro favorito, escuchar la música que amamos, ver a alguien que admiramos, disfrutar de nuestra película favorita. O incluso ver a esa amiga o amigo que tanto amamos. Cada uno de ellos es un momento de felicidad.

No necesariamente la felicidad tiene que ser algo que notamos como mágico o deslumbrante. La felicidad a veces es pequeña o efímera, algo sutil, y tranquilo. Y ahí está el problema. Creemos que la felicidad tiene que ser algo enorme o que nos cambiará la vida eternamente. Pero no, la felicidad a veces es algo muy pequeño. Pero depende de nosotros prestarle la atención que debemos darle.

Por éso el dicho de que la felicidad puede escapar ante nuestros ojos, igual que la belleza. Sólo son aptos para quienes se sienten preparados para verla y apreciarla.

Así que quitemos ese ideal de que la felicidad es eterna, inmensa e inmaculada. Porque igual que la tristeza, sólo son pequeñas. Lo que las hace inmensas o diminutas es el pensamiento que evoquemos a ellas.

Por eso, primero y principal sé conciente de cómo estás pensando. Y a quién le estás dando el poder de vivir tu vida.

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