Capítulo 1

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Jungkook.

–¿En serio vives aquí? –expresé con admiración.

Mis ojos no eran suficientes para apreciar la inmensidad de la mansión. Era un sueño. Todo lucía tan costoso hasta Namjoon que portaba un traje negro, camisa y joyería. Me sentía muy fuera de lugar al tener puesta una simple camiseta blanca y jeans holgados.

Como que no encajaba.

–Que sí, Jungkookie –Namjoon sonrió.

¿Cómo podía ser posible? Ambos éramos como hermanos ya que nos habíamos criado en el mismo orfanato, pero no pensé, que luego de que Namjoon cumpliera los dieciocho años y se mudara a Seúl se convertiría en millonario.

Y yo aquí, cobrando por tomar unas fotos. Lo único que destacaba de mi atuendo era la cámara que me había ganado en un concurso y también abierto las puertas del apasionado mundo de la fotografía.

–¿Cómo lo hiciste? ¿En serio todo esto es tuyo? –Me quité la cámara y la dejé sobre una mesa de vidrio.

El salón me hacía sentir pequeño por su inmensidad y lucía tan impecable que me daba miedo tocar algo y ensuciarlo con mis manos de pobre.

–Nuestro –Namjoon me abrazó de lado– .Eres mi hermano, Jungkook, siéntete en tu casa.

–Ya te dije que sólo estoy de visita.

Había conseguido un trabajo pasajero en Seúl como fotógrafo en varias sesiones de una prestigiosa revista. Ni yo lo podía creer, después de todo apenas era un novato. Sin embargo, tenía fé en que fue gracias a mi talento y sí... tal vez gracias a los contactos de Namjoon.

Aún recuerdo haberle llorado a través de un teléfono público diciéndole que no conseguía trabajo y que me arrojaría delante del primer autobús que pasara.

Sí, demasiado exagerado, pero en mi defensa estaba ebrio, muy ebrio.

–Por cierto, aún no hemos brindado por tu nuevo empleo.

–Namjoon, el dinero que cobraré se iguala al precio de tus zapatos –Reí indicando con mis ojos sus mocasines de cuero– .No exageres.

–Ey, no te subestimes –dijo con seriedad– .Alguien tan guapo y talentoso como tú nunca pasa  desapercibido, conseguirás algo mejor. Sólo ten...

–Paciencia –completé por él.

Asentí ante sus palabras. Estaba realmente acostumbrado a sus sermones de hermano mayor, pero lo adoraba.

Namjoon era mi familia, la persona más buena que conocía. Cuando se fue del orfanato, yo aún no había cumplido la mayoría de edad así que pasé varios años extrañándolo. Pero ya no más, ahora estaba con él. Por poco tiempo, pero disfrutaría cada segundo.

El mayordomo de Namjoon me ayudó con mis cosas y me llevó a la que sería mi habitación. Bueno, habitación que parecía más bien una suite presidencial sacada de un hotel cinco estrellas.

¿A caso Namjoon era traficante? Bueno, de todos modos no me quejaba.

Al mediodía, el chef nos sirvió comida griega y nos deleitamos con una copa de vino traído directamente de una de las bodegas de Namjoon.

Seria tan fácil acostumbrarme a esta vida de rico.

Luego del postre, le pregunté a Namjoon si podíamos ir a la piscina, pero él con una mueca de pena, me dijo que tenía que ir a una zonas de la ciudad a revisar unos trabajos pendientes.

Me prometió que no tardaría mucho y yo le dije que estaba bien, no quería interferir con sus responsabilidades.

–Puedes ir a cualquier lugar de la mansión, menos al tercer piso –me advirtió– .Lo digo enserio –recalcó pues conocía que a veces yo podía ser algo travieso.

Omega Prohibido (KookTae)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora