❝𝑺𝒆́ 𝒉𝒐𝒏𝒆𝒔𝒕𝒐❞ / 𝘒𝘢𝘵𝘴𝘶𝘋𝘦𝘬𝘶

Capítulo 5

[Narra Izuku]

—Deku, ¿Estuviste en mi habitación esta mañana?

Al voltear, Kacchan estaba parado detrás de mí, y aparentemente se acababa de levantar. Lucía bastante enfadado, más de lo normal.
Pego un salto por el susto, y le respondo.

—¡Kacchan! ¿Ya estás despierto?
—No, idiota, estoy soñando.

Rodeo los ojos por su tono sarcástico.

—Dejaste tu ropa tirada en el suelo.

Me dice, para luego lanzarme una camiseta y un pantalón hechos un bollo, notoriamente molesto.

—Ah, creo que olvidé llevármela cuando me fui...

Tomo la ropa, avergonzado, y Kacchan parece intentar disimular una cara de confusión.
Desvía la mirada, como si quisiera decir algo que le avergüenza, hasta que finalmente logra hablar.

—¿Ya no estás... Enojado?

Me quedo perplejo ante su pregunta.

—[💭] ¿Qué está pasando? ¿Kacchan está preguntándome si estoy molesto? ¿Por qué lo estaría? No entiendo nada...

—¿Uh? No estoy enojado. ¿Por qué lo preguntas?

Le respondo, algo ruborizado. Él parece no entender mi respuesta, y su expresión me causa algo de ternura. La sensación de que se preocupe por mi estado de ánimo me hace sentir muy feliz.
Me pongo de pie, dirigiéndome al lavabo para enjuagar rápidamente mi plato ya vacío, y en eso siento a Kacchan acercarse a mí desde atrás, susurrando algo que a penas logro entender.

—Ven conmigo.

Luego de esto, se va sin más, aparentemente en dirección a su habitación.

—[💭] ¿Quiere que lo siga a su habitación? Pero, ¿No acaba de venir de allí?

Intento no cuestionarlo mucho y lo sigo sin hacer preguntas, aunque pensando en qué es lo que querría decirme, o mostrarme.
Una vez allí, él abre la puerta y me deja pasar, cerrándola detrás de mí y caminando hasta su mesita de noche para abrir un cajón. Parece que comienza a buscar algo.

—Eh... ¿Qué estás haciendo? ¿Por qué me trajiste aquí?

Le pregunto, con una mezcla entre curiosidad y confusión.
Kacchan saca un pequeño sobre transparente, que contiene algo circular dentro.
Mi expresión cambia por completo, luciendo más nervioso y asustado.

—¿Eso es... Un preservativo?

Mis mejillas se enrojecen, y mi corazón se acelera, preguntándome si era otra de sus bromas, hasta que lo escucho hablar de nuevo.

—¿¡Qué!? ¡No! Imbécil de mierda.

Me grita, acercándose a mí con el sobre en mano.
No, lo que había en su interior no era un preservativo. Era un brazalete. Uno muy pequeño y desgastado, lleno de polvo. Parece que tiene varios años guardado allí sin ser usado.
Rápidamente reconozco el brazalete.

—Ese es...

—Esto era por lo que tanto me jodías anoche, ¿No es así?

Lo dice un tanto enfadado, pero el hecho de que cada vez esté más sonrojado me impide tomarlo en serio mientras habla, aunque sigo algo confundido. "¿Por qué nadie deja de hablar de lo que pasó anoche?", pensé.

—Es nuestro brazalete de la amistad... Creí que lo habías tirado, no pensé que fuera tan importante.
—¿No lo es? No digas estupideces. Si no lo fuera, no habrías hecho tanto escándalo por eso.