4. Esclaresedor

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Aldo pide consejos sobre lo que realmente siente por Osvaldo y todo lo que está pasando.

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— ... Entonces le dije a Chapa 'eh we no seas mierdita y devuélveme mi celular que ya sé que tú lo tienes' y que me lo regresa riéndose el hijo de puta. — terminó de narrar Osvaldo, haciendo a Aldo reír.

Habían decidido salir a cenar algo, ya que como Aldo no esperaba visitas, no tenía ninguna comida preparada, además de que estando juntos en privado Osvaldo lo ponía nervioso y necesitaba pensar en lo que iba a hacer con todo ese asunto.

Cuando las risas se calmaron ambos quedaron en un cómodo silencio mientras seguían caminando. Sin embargo Aldo no podía dejar de cuestionarse lo que sentía por Osvaldo, porque sí, debía admitir que sentía más que amistad, pero no sabía si era una simple curiosidad por experimentar con otro hombre o si realmente le gustaba Osvaldo.

— Oye Osvaldo, ¿puedo hacerte una pregunta? — empezó tímidamente Aldo.

— Pues ya me acabas de hacer una. — respondió con una sonrisa, haciendo que Aldo también riera, pero su risa murió cuando se enfocó de nuevo en lo que quería decir.

— Pendejo, hablo en serio...

— Yo también hablo en serio. — ambos detuvieron sus pasos y se miraron el uno al otro. — Bueno ya, ¿Qué me vas a preguntar, mi niño?

Aldo desvió su mirada del más alto a cualquier otra cosa de su alrededor y soltó un suspiro.

— Oye Osvaldo, — hizo una pequeña pausa para remojarse los labios y continuó. — ¿cómo fue que supiste que yo te gustaba? — preguntó despacio, con un poco de timidez en su voz.

Osvaldo sonrió enternecido, recordando cuando reconoció que el cariño que le tenía a su mejor amigo iba más allá de lo fraternal.

— Bueno, pues ya vez que cuando nos conocimos en línea rápidamente nos hicimos amigos por lo pendejos que estamos los dos. — hizo una pausa donde ambos rieron. — Al principio sólo era platónico, realmente eras mi mejor amigo y eso, pero conforme más nos conocíamos más me agradaba tú personalidad; a pesar de que teníamos nuestros roces y así; te tome cariño rápidamente y cuando menos lo esperé solo sabía que anhelaba hablar contigo todos los días.

Ambos caminaron en silencio, mientras las últimas palabras dichas por el más alto aún flotaban entre ellos, inflando el cerebro de Aldo con un millón de preguntas y dudas.

— La cosa es... — continuó Osvaldo, llamando la atención de Aldo. — No fue algo que ocurrió de la noche a la mañana, mi niño. Este sentimiento que siento por ti creció con el tiempo hasta que ya no hubo marcha atrás.

No se dijo nada más después de ello, ambos siguieron caminando uno junto al otro en un cómodo silencio, Aldo por un momento se había permitido olvidar todo el asunto de que eran una "pareja", ya que se sentía como siempre, como si nada hubiera pasado y estuvieran en una salida platónica de amigos. Bueno, así era hasta que Aldo sintió como los dedos de Osvaldo rozaban sus nudillos ligeramente, como una discreta caricia; el rostro de Aldo se coloreó de rojo y antes de que pudiera apartar su mano, Osvaldo las entrelazó juntas, pasando sus dedos por entre los de Aldo en un agarre íntimo y firme.

— ¿E-esta bien que te tome de la mano en público? — preguntó despacio Osvaldo.

Aldo miró a todos lados y como nadie los señalaba ni les ponía atención miró al más alto y negó despacio, muy a pesar de su pequeña renuencia. Ambos bajaron su mirada al suelo, apenados y así continuaron su camino buscando una taquería donde cenar.

La apuesta de ElDed // Aldoriana Donde viven las historias. Descúbrelo ahora