5. Mejillas sonrojadas

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Después de un caliente desliz de parte de Aldo, Osvaldo cada vez busca más momentos románticos y no tan románticos con este, mientras el moreno se vuelve loco lentamente.

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Abrió los ojos despacio, sonriendo ligeramente ante la sensación de calidez en la que se sentía envuelto. Sin embargo dicha sensación desapareció con rapidez cuando noto algo extraño, su ceño se frunció al sentir una dureza frotarse contra su trasero, era algo caliente, largo y duro... muy duro.

Automáticamente sus mejillas se encendieron en rojo al percatarse de que sin duda era el miembro erecto de Osvaldo. Cerró los ojos de nuevo, tratando de encontrar una manera silenciosa de escapar de la cama sin despertar al otro, sin embargo su propio cuerpo traicionero se negó a moverse fuera de la cama cuando sintió como su miembro empezaba a alzarse interesado mientras un cosquilleo nacía desde la parte baja de su vientre y se extendía a todo su cuerpo. Sentía la terrible curiosidad (y necesidad) de empujar sus caderas hacía atrás y frotar su trasero contra el pene de Osvaldo, pero no podría con la vergüenza de que despertara y lo atrapara haciendo eso.

Se mordió el labio mientras le daba un apretón a su propio pene, molesto por como reaccionaba ante el cuerpo ajeno. De la nada se sentía estallar de excitación, sentía que sus huevos iban a explotar y que su piel caliente se desprendería de su carne si no hacía algo al respecto, así que pensó: "si me muevo despacio contra su verga mientras me la jalo hasta terminar, Osvaldo no se dará cuenta y podré correr al baño antes de que se termine de despertar.", y para su mente nublada de deseo, eso tenía sentido.

Así que con sigilo bajó su mano para bajar un poco la cinturilla del bóxer y poder sacar su miembro, soltó un pequeño suspiro cuando lo tomó en su mano cálida y comenzó un lento vaivén, sintiendo todo su cuerpo temblar por lo que estaba haciendo. Después de un momento, comenzó a mover despacio sus caderas hacía atrás, frotando ligeramente el pene de Osvaldo en medio de sus glúteos, apreciando la sensación ligera contra su entrada. ¿En serio se sentía tan bien sólo frotar su culo? ¿Cómo se sentirá tener ese trozo de carne dentro de él?

Gimió necesitado mientras seguía rodando sus caderas hacía atrás con insistencia al mismo tiempo que masturbaba su miembro, sin embargo sentía que no era suficiente, por lo que sin pensarlo realmente bajó por completo su bóxer y lo pateo hasta arrojarlo contra el suelo, luego volvió a rodar su cadera hacía atrás, sintiendo la carne caliente de Osvaldo rozar sobre su entrada, piel contra piel, mandando escalofríos por todas sus terminaciones nerviosas.

Siguió moviendo sus caderas erráticamente, mientras su mano masturbaba su miembro hinchado, su aliento se atascó en su garganta cuando la punta del miembro se engancho en su entrada, amenazando con entrar.

Vagamente se preguntó si Osvaldo había dormido completamente desnudo, ya que no recordaba haberlo visto antes de acostarse, pero la sensación de su enorme pene queriendo abrirse paso en su interior no le dejo pensar por lo que soltó un suspiro tembloroso, tratando de enfocarse, pero su mente estaba bloqueada ante la bruma del deseo, así que en su lugar empujó un poco más hacía atrás y gimió adolorido cuando la punta entró, sólo entonces las enormes y fuertes manos de Osvaldo subieron a su cadera y lo sujetaron fuertemente, impidiéndole moverse.

— ¿Qué estás haciendo, mi niño? — preguntó prácticamente en un gruñido el más alto. Su voz ronca retumbando contra su oreja, robándole un gemido involuntario.

— Ugh l-lo siento, e-estoy caliente. — respondió simplemente y trató de mover de nuevo su cadera hacía atrás, pero de nuevo las manos de Osvaldo lo impidieron, haciendo a Aldo gemir en protesta. — Osvaldo.... por favor...

La apuesta de ElDed // Aldoriana Donde viven las historias. Descúbrelo ahora