Es una versión de Ice Finn, que no pudo ser salvado y se fue de su universo, pero por cosas del destino aprecio en un lugar más diferente, dónde busca eliminar la corona, pero encontró a su profesora que le enseño más de su poder, le enseño que el h...
Estaba tranquilo. Unas horas antes, se preparaba para la misión que tenía programada para seguir entrenando. En poco más de un mes, había logrado subir hasta C+, algo que solo muy pocos habían conseguido. Gracias a la ayuda de su maestra, las misiones de rango más alto le proporcionaban más experiencia de lo habitual. Ya había logrado controlar más del 20% de su poder, lo que era un gran avance, ya que sin ese control, las voces y la locura volvían a apoderarse de él, y no estaba dispuesto a causar daño de nuevo.
En el gremio, contaba con algunos amigos, como Liz, la recepcionista del lugar, y Arrow, un hombre algo extraño, pero amable. También estaba el Oni rojo, aunque muchas personas aún no lo miraban con buenos ojos, ya sea por su forma de ser o porque no creían que él fuera el Ice King. Sin embargo, eso le importaba poco.
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Ahora estaba tranquilo, acostado en la tierra y mirando el cielo azul. Reflexionaba sobre todo lo que había pasado desde su primer día en este mundo: el frío y la soledad que había sentido. Sin embargo, todo cambió cuando apareció esa mujer que, como un rayo, llegó a su vida y le dio la paliza de su vida. Tenía miedo de pensar que, sin ella, no habría mejorado tanto. Después de ese encuentro, aprendió mucho más de lo que jamás imaginó. Se dio cuenta de que su poder le permitía ayudar a las personas que lo rodeaban. Era evidente que ya no era el mismo de antes; el Renacimiento de Ao Shinzō había sido lo mejor que le ocurrió.
Estaba considerando cambiar un poco su look para mejorar aún más, pero eso podía esperar. Tenía que hacer un poco de ejercicio antes de ir al gremio a ver a su maestra y realizar la misión. Se sentía más fuerte y se dio cuenta de su cambio: ya no se enojaba con facilidad ni caía tan pronto. Un poco de frialdad en su corazón había sido beneficioso, al igual que su capacidad para pensar de manera más radical. Su rutina habitual consistía en correr unos 10 km, hacer abdominales y más. Al terminar, siempre se bañaba en el río más cercano y pescaba algunos peces para comer y recuperar fuerzas. Ahora se sentía mejor, ya que contaba con más información y Hina lo había convertido en un buen guerrero. En la ciudad, algunas personas lo apreciaban, como una anciana y una niña, así como otros a quienes había ayudado durante sus días de entrenamiento, forjando así amistades.
Sin embargo, la situación actual era diferente; ahora se trataba de cumplir una misión y, después, hacer la prueba para convertirse en uno de los mejores. No sabía en qué momento comenzó a desear ser el mejor, ya que su verdadero objetivo era volverse más fuerte para no ser una carga. Ser el mejor era solo un objetivo secundario.
Cuando estuvo cerca del gremio, vio a su maestra en la puerta. Le sonrió cálidamente y le dijo:
—Hola, profe. ¿Cómo está todo? ¿Ya sabes qué misión vamos a hacer? Muy pronto seré apto para participar en la actividad… pero estoy bien—
Dijo tranquilamente, mirando a su profesora como siempre. Hina solo asintió con la cabeza y le acarició la cabeza, como de costumbre..Ahora estaba tranquilo, acostado en la tierra y mirando el cielo azul. Reflexionaba sobre todo lo que había pasado desde su primer día en este mundo: el frío y la soledad que había sentido. Sin embargo, todo cambió cuando apareció esa mujer que, como un rayo, llegó a su vida y le dio la paliza de su vida. Tenía miedo de pensar que, sin ella, no habría mejorado tanto. Después de ese encuentro, aprendió mucho más de lo que jamás imaginó. Se dio cuenta de que su poder le permitía ayudar a las personas que lo rodeaban. Era evidente que ya no era el mismo de antes; el Renacimiento de Ao Shinzō había sido lo mejor que le ocurrió.