Es una versión de Ice Finn, que no pudo ser salvado y se fue de su universo, pero por cosas del destino aprecio en un lugar más diferente, dónde busca eliminar la corona, pero encontró a su profesora que le enseño más de su poder, le enseño que el h...
Después de obtener la capacidad de controlar los portales para unir los universos, Ice Finn deseaba estar en todas partes para gobernar todo. La locura del hielo lo consumía más y más, pero su familia creía que podían hacer algo.
—¡Finn, deja eso! ¡Vuelve a casa con nosotros!— gritó su padre, esforzándose por hacer llegar sus palabras a su corazón gélido.
—Jajaja, ¡No! ¡El poder del hielo es mío! ¡Solo mío! ¡No entienden que debo ser el único!— fue la respuesta de Ice Finn, mientras un viento helado salía de su cuerpo, impidiendo que alguien se acercara.
—¡Tu madre te necesita! ¡Necesito a mi hijo!— gritó su madre entre lágrimas.
El joven vio las lágrimas de su madre y, por un instante, dudó. —Yo… yo soy… el único…— sus palabras ya no tenían tanto peso; su fuerza de convicción se desvanecía. Se acercó a su familia, pero las voces de la corona eran más fuertes: "Mentiras, ellos solo te tienen envidia. Solo quieren la corona. Eres el elegido del hielo. El frío es todo, todo, todo".
Escuchó esas palabras en diferentes tonos: niños, adultos, mujeres y más. Su cabeza no encontraba un punto fijo.
—¡Yo… yo SOY EL DUEÑO DEL HIELO!— al pronunciar esto, desató una gran explosión de frío, haciendo que todo lo que estaba cerca se desplazara unos 10-12 metros.
—Solo yo…— murmuró entre labios. Después de que el lugar regresara a la normalidad, vio a su madre lastimada; estaba sangrando, pues había chocado contra un bloque de hielo. Sorprendido, Finn se acercó, pero su padre lo alejó.
—¿Papá?— preguntó, dudando de la acción de su padre.
—¡Monstruo!— fue la respuesta, la primera vez que le decían eso.
—Yo… yo no soy un monstruo…— contestó el chico.
—¿¡Entonces por qué estás sonriendo después de lastimar a tu madre!?— al decir esto, Finn se dio cuenta de que una gran sonrisa macabra se dibujaba en su rostro. En ese preciso momento, sintió algo más en su corazón de hielo, dio un paso atrás con miedo y lágrimas, negando con la cabeza repetidamente...
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—No, papá, no soy yo… es la corona… la corona…— Al decir esto, tropezó y cayó sentado en el suelo, retrocediendo hasta ver que el portal se estaba abriendo. —Yo… yo no quiero lastimar a nadie más…— murmuró débilmente, y luego se lanzó hacia aquel lugar. Sin embargo, algo estaba mal; las dimensiones se estaban dañando. No logró irse a otro reino de Ooo. Después de unos minutos de confusión y movimientos erráticos, llegó a un lugar diferente. En el viaje, había perdido su brazo de repuesto, pero con la magia del hielo lo reparó, creando una prótesis de hielo.
Sentía que ese lugar era distinto, no tenía la misma forma ni la misma energía. —"Aquí no haré daño a nadie más, voy a destruir la corona"— pensó mientras comenzaba a caminar tranquilamente. Por donde pasaba, dejaba un rastro de hielo. Habían pasado ya más de cuatro meses en ese lugar. Todos le tenían miedo al "Ice King", el nuevo nombre que le habían dado a Finn. Se comentaba que había derrotado a un dragón de fuego solo con una mano y que había aniquilado a un ejército con un solo rayo; donde iba, dejaba un caos de hielo. Su próximo destino era City Hero, el lugar con la mayor cantidad de gremios de aventureros.
En ese lugar vivía la más grande aventurera de todas, una mujer conocida como la demonio de la alquimia, con un nivel S+.
—¡De lugares mejores me han votado!— comentó una chica de 29 años. Tenía el cabello largo y amarillo claro, que caía suavemente sobre sus hombros. Sus ojos eran grandes y expresivos, de un color marrón profundo y misterioso. Su tez era pálida y su sonrisa encantadora iluminaba su rostro. Su figura era esbelta y elegante, con una postura grácil y refinada; se notaba algo furiosa. Se levantó del suelo, donde la habían lanzado, y se limpió.
—Estas personas no aguantan nada— fue su último comentario antes de alejarse. Llegó al único lugar donde sabía que no la sacarían, su gremio. Todos hablaban de algo: "Ya está llegando", "El Demonio Blanco muy pronto llega", "Ice King", eran las palabras que entendió entre tantas. Se acercó a la recepción, donde estaba su amiga Liz, una mujer madura con anteojos, cabello rojo fuego y ojos del mismo color.
—Liz, ¿qué está pasando? ¿Ice King?— preguntó.
La chica estaba limpiando la mesa y puso un pequeño cartel frente a ella.
—Tu próximo trabajo, mira y vas a entender— respondió.
Después de leer el papel, la mujer sonrió de forma arrogante y dijo:
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