Ángel • Short Story +18 • ||Tiago PZK||

✧1✧

Buenos Aires, Argentina.

20:06 pm.

Ciara

Estaba acostada en su cama, desnuda, esperando a que él saliera del baño.

Tenía que admitirlo.

Tiago era lo mejor que me había pasado. Aunque no fuera del todo mío.

Todavía recuerdo cuando nos conocimos.

1 año antes

Entré a mi apartamento, había llegado agotada del trabajo para ser sincera, él señor Torres hoy estuvo más insoportable que nunca. Lo único que quería era darme una buena ducha con agua caliente y acostarme a dormir un rato junto a Joey, mi novio. Iba de camino al cuarto, cuándo empecé a escuchar ruidos extraños saliendo de mi habitación, pegué mi oído a la puerta.

Fruncí el ceño.

¿Gemidos?

Mi respiración empezó a acelerarse, tomé el pomo de la puerta y la abrí de golpe.

Las dos personas que estaban allí pegaron un brinco del susto y yo...

Yo estaba en shock.

— Ciara — Joey se paró rápidamente mientras agarraba su bóxer para colocarcelo — puedo explicarlo.

¿Que me iba a explicar?

Que me estaba sintiendo infiel, en MÍ propia casa, en MÍ cama,  con MÍ HERMANA.

— Largo — fué lo único que salió de mi boca.

Mi hermana recogía su ropa en silencio mirando el suelo.

— Por favor Ciara, yo... — su frase quedó en el aire cuándo le voltee la cara de una fuerte cachetada.

— ¡CÁLLATE! — grité — ¡LARGO DE MI CASA! — las lágrimas ya estaban amenazando en salir — ¡AHORA!

Señor perdóname por lo que voy a hacer.

Clara solo se había puesto su ropa interior al igual que él, me imagino que era por el susto que se habían llevado.

Tomé la ropa de ambos y se las tiré, no se de dónde saqué la fuerza para agarrar a Joey por el brazo y a mi hermana por el cabello y me los llevé a los dos a la fuerza, solté a mi supuesto novio un momento y abrí la puerta del apartamento, saqué a Clara de un empujón, haciéndola caer al suelo, y luego con Joey hice lo mismo.

— Espero y les dé vergüenza a los dos, no los quiero volver a ver más nunca en mi vida — escupí con odio.

Los vecinos ya estaban afuera viendo el espectáculo.

Para que les dé vergüenza con ganas.

Ellos empezaron a vestirse rápidamente, para luego irse casi corriendo.

Lancé la puerta con toda las fuerzas que tenía y me recosté en ella. Poco a poco me fuí deslizando hasta quedar en el piso poniéndome en posición fetal y empezar a llorar.

Me importaba un bledo que él me fuera sido infiel, hombres es lo que sobra en este mundo.

¿Pero que lo hiciera con mi propia hermana?

No sé por qué me sorprendía tanto, si Clara era la típica envidiosa, que por casualidad quería todo lo que yo tenía.

No la entendía de verdad, siempre fue la preferida, a la que mamá y papá le cumplían todos sus caprichos. Mientras yo me los tenía que ganar, ella solo hacía un berrinche y se lo daban.