“POR FIN HAS LLEGADO”
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Esa noche no había podido acompañarla a su casa. ¡La niña se había ido de copas con todas las secretarias! Armando hizo todos los intentos posibles para poder ir con ellas, pero no hubo manera puesto que era una salida de “sólo mujeres” Así que ahí estaba él: metido en su carro y echando un ojo a la puerta de la casita a ver si la veía llegar por fin.
Llevaba unas cuantas horas, era bastante tarde y la niña que no aparecía. Ya estaba decidido a iniciar una búsqueda desesperada cuando vio llegar un taxi y descender de él, con toda tranquilidad, al motivo de su preocupación. En un impulso incontrolado, Armando se bajó del carro con toda la intención de amonestar severamente a Beatriz, de hecho ya estaba casi llegando a ella cuando de repente se le ocurrió que él no debería estar allí. ¿Qué le iba a decir a Betty? ¿Que la estaba esperando? ¿Que lo tenía loco de preocupación?
Usted no puede darse a ver, Armando, la va a embarrar si ella cree que la está vigilando. Además ¿qué excusa le va a poner? Por mucho que le pese, usted no puede acercarse a ella ahora, hermano. Lo mismo no puede controlarse y lo último que necesita es hacerle una escena que no tiene derecho a representar. Bueno, mi vida, se escapa usted sin que le diga nada pero no espere que aguante mucho más ¿me oyó? No, Armando, no te oye pero lo hará. Es un juramento en firme, mi Betty.
Conteniéndose a duras penas, observó a Betty entrar en la casita. Vio encenderse las luces y despacio se volvió hacia su carro. Pero aún estaba bajo los efectos de la impaciencia y la intranquilidad y no fue capaz de moverse en un buen tiempo. Incluso aunque la luz del segundo piso, que suponía la habitación de Beatriz, se apagó, permaneció mirando como si de un momento a otro ella fuera a aparecerse. No sabía qué, pero seguía esperando.
Sólo al ir a arrancar, cuando se percató de que si seguía así iba a pasar la noche allí quieto, fue cuando descubrió lo que su instinto le había hecho presentir: tres de los individuos que aquella vez los increpó estaban silenciosos, delante de la puerta de su Betty y manipulando la cerradura para entrar.
Como si estuviera viendo una película, incapaz de creer que era “eso” lo que había estado temiendo, Armando vio entrar al grupo a la casa. Todas las luces posibles se encendieron y empezó a sonar muy alto un vallenato, risas, voces cantando y gritando, ruido de vasos y copas... las luces del piso superior se encendieron, pero Armando fue incapaz de averiguar si Beatriz había bajado o los otros subieron. Aquello, visto desde fuera, parecía un fiesta, los celos hicieron su aparición en la mente de Armando:
”¿Será posible? No, mi Betty no puede tener tratos con esta gente y menos ofrecerles una fiesta. Claro, que usted no conoce bien a “esta” Betty, Armando. Tal vez haya traído estas costumbres de su época norteamericana
¿Pero usted es idiota o qué? Acaba de ver cómo forzaban la puerta, hombre. Nadie que vaya invitado a una fiesta hace algo así. Pero entonces...
¡¡Vaya ya de una vez, carajo!! Su niña puede estar necesitándole y usted aquí, como un muerto...
Pero si no es así... si usted se pasa de listo ¿cómo le explica su aparición, ah?”...
Las dudas se le acabaron cuando un grito agudo llegó claramente a sus oídos. Sin posible confusión, Betty estaba gritando y sonaba muy asustada. Sin saber cómo se encontró dentro de la casa y la visión que tuvo le ofuscó el entendimiento y desató en él un deseo de matar del que no se hubiera sabido capaz: Beatriz estaba tirada en el suelo de la sala de su casita. Dos de aquellos energúmenos la sujetaban cada uno por un brazo. Y el tercero, en el que reconoció al tal Román, jugaba con su camisón, levantándolo y tratando de colocarse encima de ella, mientras Betty gritaba y se retorcía, asustada.
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Por fin haz llegado!
Fanfic⚠️ A T E N C I Ó N⚠️ ESTA NOVELA FUE SACADA DE UN FORO DE TAPATALK! Historia de Ana Vor, Cata y Mariam (Homenaje a la novela YSBLF de Fernando Gaitán