CAPÍTULO IV

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“POR FIN HAS LLEGADO”

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N: (Con la boca llena de una deliciosa arepa de queso que había preparado doña Julia) Betty no está segura en esa casa sola, don Hermes...

DH: Claro que no... Voy a hablar con el señor para ver si permite que se quede acá con nosotros... Nos puede descontar del sueldo su manutención...

DJ: (Entrando en ese momento en la cocina) Ahora bajará la niña...

DH: (Preocupado) ¿Cómo está Betty?

DJ: Bien... ha podido dormir un poco... (Mirando la bandeja con el desayuno que ella había preparado para el doctor Mendoza intacta sobre la mesa) ¿No le ha llevado el desayuno al señor, Hermes?

DH: Sí, Julia, pero lo he vuelto a bajar... Me dijo que prefería desayunar acá con nosotros...

DJ: (Sorprendida) ¿Acá en la cocina? Pero... ¿no sería mejor que se quedara en la cama todo el día? Con lo que pasó anoche...

La sorpresa de Doña Julia no era debida a que el señor Mendoza desayunara en la cocina. Desde que se había recuperado él compartía con ellos muchas de las comidas, sobre todo los fines de semana. Además les preguntaba muchas cosas sobre la familia y tenía predilección por escuchar todo lo que ellos le contaban sobre su hija. Lo que le extrañaba a la mamá de Betty es que el doctor se levantara esa mañana con lo mal que había llegado la noche anterior.
En ese momento el aludido hizo acto de presencia en la cocina. Se halla impecablemente vestido con un traje azul oscuro, camisa celeste y corbata unos tonos más oscura que la camisa. Pero en su cara se ven los estragos de lo sucedido la noche anterior: tiene un ojo completamente morado y un color azulado “adorna” buena parte de su mandíbula. Además sus movimientos eran lentos e inseguros, como si tuviera todo el cuerpo adolorido. Si no hubiera sido por lo ilusionado que estaba con volver a ver a Betty, es muy probable que se hubiese quedado en la cama descansando. Eso era lo que su cuerpo le pedía. Pero en cuanto abrió los ojos y pensó que ella había dormido allí, saltó de la cama como un resorte, de modo que cuando su mayordomo le llevó el desayuno ya estaba acabando de arreglarse.

A: Buenos días.

DJ: Mijo... ¿cómo así que se ha levantado? Ahora le decía a Hermes que debería quedarse descansando esta mañana... Después de lo sucedido... ¡Qué pena con usted...!

DH: Julia tiene razón, don Armando... Pero siéntese... Acá tiene el desayuno... Aunque el café se debe de haber enfriado... ¡Julia, tráigale café recién hecho al doctor...!

Armando se sienta con esfuerzo en una silla que estaba vacía al lado de don Hermes sin pronunciar palabra. Parece que hasta hablar le cuesta trabajo debido a los golpes que recibió en la cara. Es Nicolás el que habla, por supuesto con la boca llena, porque no ha dejado de comer ni un solo instante mientras contempla asombrado las huellas de la pelea de su jefe con Román y su pandilla.

N: ¡Vaya, Armando! ¡Menuda paliza le dieron! Oj oj oj oj...

DH: ¡No se ría, cabeza de chorlito...! Si no llega a ser por el doctor Mendoza, vaya usted a saber qué le habría pasado a la niña... ¡Ella no puede seguir sola en esa casa!

N: Oiga, Armando, ¿cómo es que usted estaba cerca de la casa de Betty anoche? ¡Qué casualidad!

Armando se quedó sin saber qué decir durante unos segundos. No sabía cómo responder a esa pregunta sin tener que dar innumerables explicaciones. Pero la llegada de Betty le evitó la respuesta.

B: Buenos días...

Armando se levantó con tanta precipitación, que la silla en la que estaba sentado cayó al suelo haciendo un gran estrépito que los asustó a todos. A partir de ese momento no tiene ojos más que para la muchacha que acababa de entrar en la cocina vestida con un anticuado y poco favorecedor conjunto de dos piezas estampado de color mostaza, unas medias gruesas que ocultaban del todo sus piernas y unos zapatos planos que podrían ser muy cómodos pero que eran francamente horribles. Sin embargo Armando la miró como si fuera la diosa de la belleza. ”Mi Betty... ¡Está tan linda! ¡Y pensar que esos desgraciados podían haberle hecho mucho daño anoche! Menos mal que llegué a tiempo de detenerlos... “

Por fin haz llegado!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora