Capítulo 7.

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México, lindo y querido...

Como siempre los padres de Checo me recibieron con cariño, sobre todo don Antonio, quien me recibió con un eufórico abrazo y a pesar de que pensé que nos quedaríamos en casa de sus padres, Checo me dijo que si de verdad quería despejar mi cabeza, necesitaba las playas mexicanas, que era la única forma que de verdad me relajaría y dejaría de pensar en Max. No tuve más opción que hacerle caso, pues es él quien sabe y conoce México.

Pese a que he venido muchas veces a México, jamás me dejo de impresionar por la belleza de sus paisajes y sobre todo de sus hermosas playas, por lo que estoy demasiado emocionado.

—¿Estás bien? —pregunta el mexicano, quien conducía mirando fijamente la carretera.

—Sí, muy bien. —confirmo sonriendo.

—Aún nos queda como una hora de camino, ¿quieres comer algo?

—No, estoy bien, ¿tú tienes hambre? —pregunto.

—De un elotito siempre. —sonríe.

—Bueno, entonces yo también, pero sin tanto picante.

—Ay, que cobarde. —ríe.— En un par de minutos más hay un puesto que tiene los mejores elotes, ya verás.

Por mucho que le pedí que no fuese tan picante, y por mucho que me dijo que le puso salsa de la que no pica, si me picó y demasiado, así que mi botella de agua es mi mejor amiga en un principio hasta que me acostumbré al picor.

—Sí está rico. —resoplo, sintiendo el sudor caer por mi frente.

—Estás todo enchilado. —ríe.

—Pues si pica. —hago un puchero.— Pero si está sabroso.

—Todo producto mexicano es rico y sabroso. —me guiña un ojo.

—Ya veo. —asiento mordiendo mi labio inferior.

—Ok, es momento de seguir, no me desconcentres.

Continuamos con nuestro camino, por los altavoces suenan canciones en español que en mi vida había escuchado, sin embargo, el ritmo es contagioso y no puedo evitar mover mis pies, manos y cabeza al compás.

—¿Es cierto que saliste con Shakira? —pregunta cuando una canción de ella comienza a sonar.

—No, somos amigos. —digo.— Siempre me ligan con todo el mundo. —me encojo de hombros.

—Es como si esta canción te la hubiese escrito a ti.

—No sé ni que dice, o sea, sólo la parte en inglés y no creo ser adictivo.

—Luego te la explico.

Pasado alrededor de una hora un cuarto, llegamos por fin a nuestro destino. Ambos nos bajamos, estirando nuestra espalda y piernas.

—Venga, bajemos las cosas para descansar. —dice abriendo el porta maletas.

Bajamos las maletas de ambos y nos adentramos en una hermosa y tranquila casa cerca del mar. No es muy grande y tampoco pequeña, pero es lo bastante cómoda para que los dos pasemos estas dos semanas.

—Mira, ven. —me toma de la mano luego de dejar la maleta en la sala y me jala hacia una gran ventana.

La vista es simplemente impresionante, sobre todo porque se estaba asomando el atardecer.

—Esto es hermoso. —digo sonriendo.

—Lo es. —suspira.

—Gracias, Chequito. —digo abrazándolo.

Good Feeling About You - Lewstappen / ChewisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora