[Sin darnos cuenta, muchas veces enterramos recuerdos para ignorarlos, sin percatarnos que nos estamos enterrando con ellos]
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.Sentía el traje ajustándose por todo su cuerpo, incluso si desabrocha el cuello no deja de sentir la falta de aire. El auditorio se llena de aplausos, está seguro que la mayoría quiere lucirse en eso, incluso hasta dejarse las palmas de color carmín. La luz se centra en el majestuoso piano que roba suspiros y elogios. Ahora es su turno de hacer presencia, entra con una sonrisa de oreja a oreja camina hasta el instrumento para prepararse.
Las teclas se vuelven sumisas bajo sus dedos, gimiendo las notas más dulces y gruñendo las graves. Sus manos danzan sincronizadas, como si realmente hubieran nacido como eso y no sometidas a duros entrenamientos.
Silencio, total silencio.
Resulta irreal. Baja disimuladamente su mirada y observa confundido como sus manos siguen tocando pero ninguna tecla se escucha. Las presiona con ligera fuerza, nada. El público parece fascinado, sin saber que el mismo autor es privado de su esfuerzo. Pasan los segundos y aunque aumenta gradualmente la fuerza se sigue sin oír nada. Se da cuenta que las risas no son de satisfacción sino de burla, él es el tonto arlequín que entretiene a todos.
Se llena de ira y comienza a tocar con los puños. No hay siquiera una súplica o quejido. Las teclas se vuelven más suaves y al poco tiempo la textura es diferente. Abre los ojos y mira con completo terror aquellos ojos azules cansados y la camisa negra con delgadas rayas grises manchada de sangre. Incluso aún así está sonriendo.
Sus labios se niegan a nombrarlo, se niega a admitir que acaba de matar a Oda...
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.—¿Hasta cuándo piensas levantarte e ir a clases? —le despertó la voz de la doctora seguido de señalar la puerta—, ese chico lleva esperando desde la penúltima hora.
Desde el marco se asomaba un joven albino de ojos heterocromaticos, este tenía un semblante similar al de Akiko mezclado con preocupación. Cuando fue nombrado no dudo en entrar y enfrentar a Dazai por haber faltado a las últimas tres horas y no haber ayudado con la limpieza. El mayor simplemente evadió el regaño diciendo que si tan molesto era entonces se quedaría a vivir en la enfermería donde siempre había una suave cama esperando por él.
Atsushi estaba cansado de sus bromas y se lo hizo saber mientras le mostraba todos los apuntes que hizo por él ya que sabía que incluso si se los pasaba no los iba a copiar. Dazai respondía con algunas bromas pero ni siquiera lo miraba con una expresión boba, prefería mirar hacia la ventana donde podían verse los árboles de cerezo floreciendo con sus pétalos entrando por la ventana.
—Si sigues pensando en tirarte por la ventana, dejaré que vayas a pie hasta el departamento.
—Estaba viendo los cerezos, me dan envidia, sus flores son tan efímeras como los fuegos artificiales.El menor no tardó en entender a donde iba a parar la conversación y miró al castaño con impotencia. No necesito expresarla pues Dazai ya se había levantando y apoyado la mano en su hombro para tranquilizarlo con una sonrisa y en sus ojos podía leerse "tranquilo".
—No me gustaría arruinar su momento, pero tengo que ir a comprar cosas y ustedes son mi único impedimento.
Atsushi se disculpó mientras traba de arrastrar a Dazai hasta la puerta. Este trató de despedirse coquetamente de Yosano con un beso en la mejilla antes de ser amenzado con una llave inglesa si tan solo se acercaba al espacio personal de la doctora.
•••
—Debo mi vida a los editores, no me podría imaginar estar corrigiendo tantas comas —suspiró mientras caminaba, hojeando su cuaderno donde había notas señalando sus errores.
—Quizás podrías si prestaras atención a más clases, no, si al menos asistieras —respondió mientras caminaba a su lado.
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La Sonata Suicida
FanficSolo hace falta un talentoso arco para cortar las cuerdas de cuello y muñecas de Dazai para que este pueda gozar de la melodía del mismo piano del que siente su peso todos los días. La pasión quizás pueda reavivar el fuego de las cenizas que Dazai a...