[Si te aventuras al abismo quizás encuentres la cueva de diamantes, descansa en el prado y el viento te llevará y, posterior, dejará caer ]
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.El viento hacía temblar la ventana de la enfermería. Dentro se paseaba la encargada del lugar observando fijamente a los dos estudiantes que permanecían callados por motivos diferentes. El joven albino callaba por los nervios de no saber qué y cómo relatar lo sucedido, y el azabache simplemente mantenía su seriedad y calma propia de él. Los tacones de la dama apresuraron el paso demostrando su impaciencia que finalmente cesó con un suspiró.
—Entonces, ¿pueden decirme de una vez cómo lograron que Dazai viniera a la enfermería con una verdadera razón?, ¡hasta creí la cura del cáncer más probable que esto! —exclamó mientras señalaba la cama donde reposaba el castaño con varias vendas en un lado de su cabeza.
Atsushi golpeaba constantemente el suelo, Fiódor observaba a su amigo yacido en la cama. Yosano repitió la pregunta con un tono más amenazador y fue ahí que el azabache finalmente rompió el pesado hielo de la situación.
—Me encontraba caminando con un integrante del consejo estudiantil, Shinazugawa para ser exactos. Cuando pasábamos por las canchas vi como una pelota había salido volando y me apresuré en evitar que golpeara a mi acompañante, seguí con la vista a la pelota y vi como golpeaba la cabeza de Dazai quien estaba hablando con Atsushi —Relató con voz calmada mientras señalaba el lugar ya mencionado que se alcanzaba a ver tras las ventanas.
Tras haber sido nombrado, el menor estaba obligado a dar su versión de los hechos y la mirada inexpresiva de Yosano no le confirmaba ningún desenlace tranquilo pero tampoco letal.
—Estaba hablando con Dazai, si, pero no me di cuenta de la pelota ni... ni del porque no se movió.
No había que ser muy observador para darse cuenta que aquello solo era un rompecabezas al que le faltaba una pieza, pero con tener la mayoría Yosano se sintió satisfecha y además que no le interesaban mucho los detalles. Indicó al dúo que Dazai tendría que faltar a la mayoría de las clases porque el impacto probablemente le había dejado inconsciente, volviéndose lo último que dijo para finalmente dejarlos ir.
Mas, debajo de las sábanas blancas que eran alumbradas por el sol primaveral, Dazai estaba despierto y había escuchado la plática, siendo el testimonio de Atsushi el que le había dejado pensando. Recordaba perfectamente como estaba coqueteando con algunas estudiantes de nuevo ingreso cuando el albino apareció y lo llevó a rastras hacia el patio con la premisa de pedirle un favor, mismo que le picó de curiosidad. Ambos se habían sentado en una banca y noto como la duda envolvía a su amigo, que tonto había sido de su parte no haber sospechado desde en este instante.
El favor era insignificante, ir con él a la cita que había arreglado para Fiódor y no quedar como mal tercio, pero Dazai no tenía muchas ganas de ir y en especial por que poco interés le provocaba la vida romántica del apodado 'demonio'.
Fue en ese preciso momento donde todo se quebró, cuando una palabra que poco recordaba se estrelló en sus oídos, cuando un antiguo pasatiempo se volvió contra él en un amargo recuerdo. "A su cita le agrada la música clásica, también podrías hacerle charla, ¿tu tocabas el piano verdad?".
Incluso Atsushi en ese momento fue consciente de sus palabras y le tomó unos segundos llevarse las manos a la boca y ver como había dicho algo que se le había dejado claro nunca mencionar. La mirada de Dazai era opaca y vacía, parecía la de un muerto. Trato de impedir que se levantara y marchara pero fue en vano, optando por seguirlo y finalmente sujetarlo. Fue entonces que, antes de poder disculparse o decir cualquier cosa, la pelota golpeó con fuerza la cabeza de Dazai.
Y murió completamente.Apretó las sábanas con cierta impotencia y su rostro se teñía de vergüenza. Habían pasado cuatro años, ya era un adulto y no un mocoso inmaduro. Pero si ese era el caso, ¿por que le seguía afectando tanto recordar ese antiguo hobby que alguna vez disfrutó?
Pero en realidad... ¿alguna vez lo hizo?
Esa sensación de sentirse atrapado se mezcló con los hilos desordenados de su mente y concluyó con él sudando y respirando agitadamente. Sentía las sábanas pegarse a su piel y lo llenaba de una sensación sofocante hasta el punto de sentir asfixiarse, incluso quizás de sí mismo. Era estúpido, sumamente estúpido, ¿como no podría no haberlo superado?, ¿como podría todavía afectarle?, era frustrante. Trataba de calmarse pero no podía, todo resultaba tan absurdo; desde el piano empolvado hasta aquellos ojos púrpuras llenos de admiración.
En ese instante sintió el calor en su mejilla teñida de carmín donde casi podía verse la huella de una mano, el mismo se había golpeado. Se quitó las sábanas con rapidez y observó la habitación con temor. Estaba, afortunadamente, vacía. Se tomó el tiempo para recobrar el aliento mientras se recargaba en la pared. No, esto era realmente estúpido... esto es absurdo... esto es injusto... esto...
—Esto ya lo he superado —afirmó a sí mismo mientras observaba al techo.
Apretó los dientes y buscó con la mirada hasta encontrar su celular. Lo desbloqueó tras varios intentos y se apresuró en abrir los mensajes y buscar el contacto de Atsushi. Estaba decidido, iría y hablaría con la cita de Fiódor sobre música clásica y el piano. Él ya lo había superado, ya lo había superado.
¿Lo había?
La pregunta quedó en su mente pero el mensaje ya se había enviado y en pocos segundos ya había sido leído. Lo apagó con rapidez y lo dejó caer en la cama. Descansar, si, quizás era lo único que necesitaba.
•••
La clase era por primera vez aburrida. Si lo pensaba era solo un señor cansado y jovenes desinteresados hablando y escuchando. No era que tuviera un punto de vista tan pesimista, pero no podía permitirse optimismo cuando acababa de mandar a enfermería a su amigo. Aunque, ¿realmente era eso lo que le preocupaba?, no, podía disculparse por la enfermería y seguir con su vida; pero el ver aquella mirada le dio escalofríos, incluso si la había visto ya.
Cuando había ingresado y vio por primera vez a Dazai pensó que era un muerto andante. Tenía la mirada perdida y a la vez fija. Se mantenía horas sentado y solo se levantaba para irse de las pocas clases que asistía. Pero, en cuanto alguien se le acercaba, rápidamente se llenaba de vida y bromas como un bufón que emite líneas de voz al ser presionado su botón.
Poco después se habían hecho amigos y cada uno supo cosas del otro que acordaron nunca decir, ¿que sentido tenía?, el pasado era solo eso, una palabra para definir acciones de tiempo atrás. Lo que no añaden a la definición es que muchas de esas acciones se trepan en tu espalda y te hacen sentir pesado, comienzan a rasgar hasta tus pulmones dejándote sin aire y luego llegan a tu corazón donde retumban desde la cabeza hasta la punta de los pies.
Tras pensar en eso, el dolor de estómago de Atsushi empeoró y decidió recostarse un rato en el banco, gesto inusual que no pasó de desapercibido para su compañero de al lado.
—Creí que te molestaba cuando no se presta atención al docente que habla, ¿no es algo hipócrita?
—Este día he estado tomando malas decisiones, da igual si continuo —respondió mientras volteaba a verlo.Fue entonces que su celular vibró y, pese a todos sus principios escolares, decidió ver de que se trataba. Al ver el nombre tuvo que necesitar que el azabache a su lado lo sostuviera para no levantarse del asombro. El nombre de Dazai aparecía como remitente y el mensaje lo dejó confundo, él estaba accediendo y pidiendo los detalles de la cita.
Atsushi no sabía si ya podía dejar de culparse o si esto era una nueva carga. Atsushi ya no entendía nada, ¿como alguien pudo pasar de esa mirada a...?
Solo el periodo podría explicar tal cambio de humor pero Dazai era un hombre hasta donde sabía.
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[Fin del capítulo]'Nota del autor'
Como sabrán, el capítulo dos de esta historia fue borrado así que tuve que hacerlo desde cero. Pronto saldrá el cuatro. Lo juro.
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La Sonata Suicida
Hayran KurguSolo hace falta un talentoso arco para cortar las cuerdas de cuello y muñecas de Dazai para que este pueda gozar de la melodía del mismo piano del que siente su peso todos los días. La pasión quizás pueda reavivar el fuego de las cenizas que Dazai a...