[Incluso si pierdes tu sol no te deprimas, se como el girasol que voltea a ver a otro para recargar su energía.]
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.Se sentía completamente traicionado, sabía que se lo merecía pero aún así no dejaba de ser doloroso. Se sentó exhausto en una de las bancas del parte mientras revisaba por tercera vez el mensaje recordatorio de Atsushi donde dejaba en claro que se iban a reunir al mediodía. Él había llegado a las doce con cuarenta y lo primero que pensó fue que lo habían abandonado, pero al recordar a Fiódor dedujo que este había sugerido a Atsushi darle una hora más temprana siendo consciente de la impuntualidad de este. Suspiró y prefirió explorar el parque. No tardó en encontrar algo inusual, aunque dicho adjetivo se quedaba corto, sería más propio llamarlo raro. Frotó sus ojos un par de veces, incrédulo a lo que veía, pero se encontró con que era verdad; delante de él colgando de una rama, estaba un cinturón junto a una chaqueta y un sombrero. Una persona normal dejaría todo ahí y se marcharía, pero Dazai no tenía moral alguna y sentía una inmensa curiosidad de saber quién había dejado las prendas ahí.
Como si alguien hubiera escuchado sus intenciones, el sonido de un instrumento que no identificaba se oyó no muy lejos. Con el sombrero en mano, y la chaqueta y cinturón colgando del brazo, avanzó por el parque hasta llegar a la zona de juegos que tenía una casa de juegos de madera con un tobogán y columpios. Había varios niños observando fijamente a un joven pelirrojo que estaba sentado en un barandal del que colgaban los columpios, tocando de manera armoniosa una armónica, siendo esta el instrumento que había escuchado antes. Los niños uno a uno reunieron coraje para usar sus propios instrumentos, no lo hacían como el joven, pero la escena resultaba muy adorable. Sostuvo el sombrero con otra mano para sacar el celular y tomar una fotografía.
Propio de marzo, una ráfaga de viento hizo presencia, interrumpiendo la música pues todos se cubrieron los ojos para evitar que algo entrara en sus ojos; más no hizo tanto ruido así que el sonido de la cámara fue oído plenamente. Las situaciones vergonzosas habían plagado la vida de Dazai, estaba acostumbrado a ellas tanto que se había vuelto un sinvergüenza; pero nunca imagino que tendría que explicar porque tomó una foto en el momento justo que la camisa del chico se levantó por la ausencia de un cinturón. El chico no pasó por alto el sonido y volteó a ver directamente a Dazai, quién estaba en la situación más incriminatoria nunca antes vista. Vio como el pelirrojo fruncía el ceño y comenzaba a reclamarle y acusarle de ser un pervertido, empeorando al notar las prendas que identificó como suyas.
—¿No te da vergüenza hacerlo delante de niños?, ¡tú!, ¡enfermo! —gritó antes de bajarse con furia para agarrar a Dazai del cuello.
Fue una tarea difícil no reírse, pues lo que Dazai había visto como un peligro inminente se volvió en pocos segundos en un chihuahua ladrando molesto. El pelirrojo lo obligaba a bajar la cabeza si quería verle a los ojos directamente. No pasó por alto la cara de Dazai que mostraba explícitamente su risa contenida y eso le hizo molestarse más.
—¿Qué te da tanta gracia? —exclamó mientras le amenazaba con golpearlo.
—Lo siento, es que no es usual ver duendes a plena luz del día —respondió sonriendo de oreja a oreja.
•••
Atsushi estaba aturdido. Había llegado al parque junto a Fiódor y lo primero que se encontró fue un grupo de niños desanimados sentados en una banca. Su noble naturaleza no le dejó pasar de largo y convenció a Fiódor de acercarse a preguntar y ayudar en lo mínimo. Fue así que se enteraron que había dos "animales" peleando en la zona de juegos y por ende los niños ya no podían jugar libremente.
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La Sonata Suicida
FanfictionSolo hace falta un talentoso arco para cortar las cuerdas de cuello y muñecas de Dazai para que este pueda gozar de la melodía del mismo piano del que siente su peso todos los días. La pasión quizás pueda reavivar el fuego de las cenizas que Dazai a...