Deseos de venganza hacia un rey que causa sufrimiento y maldad, tres hermanos deciden acabar con esa maldad que asesino a sus padres, durante el camino se encontrarán a muchos más, con el mismo deseo de venganza.
Entre los hermanos, esta Madi, una...
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Madi
Estaba preparando algo para comer mientras hablaba con Nina, en lo que escuche que alguien toco la puerta.
—Nina, puedes abrir la puerta —dije.
Ella asintió y abrio, al abrir entro Karina, me sentí alegre de verla, habían pasado 3 días, desde que había matado a los secuestradores, aun seguía preocupada por Nina, no habíamos logrado encontrar a ningún familiar suyo, se me hacia bastante raro pero intente no pensar en ello mejor, salí de mis pensamientos y regrese a la realidad.
—Vaya que ordenado —dijo Karina, mirando su alrededor.
Se paseo por la habitación hasta un jarrón qué había en una mesa, con unas hermosas rosas blancas, qué había traído Nina.
-Son hermosas verdad —dijo Nina viendo que las miraba.
—Si, mucho —respondió Karina.
Estuvimos un rato hablando hasta que Karina ya tuvo que irse a trabajar, nos despedimos y tomamos caminos diferentes, Nina y yo caminamos hasta el gremio para buscar trabajo.
—Tu hermana es dulce —dijo Nina.
—Si, así es ella —dije.
Llegamos al gremio y una chica nos atendió.
—Bienvenidas, ¿en que las puedo ayudar? —pregunto la chica, me miro un segundo y luego hablo —. Madi! - dijo con una sonrisa.
Tarde un poco en reconocerla, pero luego la recordé.
—¡Sasha!.
Sasha y yo, nos habíamos conocido en una tarea que me había tocado en pareja, isimos una gran racha ese día, y desde entonces habíamos estado hablando.
Sasha salió detrás del mostrador y me abrazo, era algo empalagosa pero tierna, le devolví el abrazo igual. Nina nos miraba con sierta extrañes.
—Oh, lo siento se me olvido —dije, mientras me separaba de Sasha.
—Sasha ella es Nina — dije precentando a Nina.
Sasha se giro y miro a Nina de arriba a bajo, Nina solo sonrió tímida.
—Vaya, y a esta de donde la sacaste — dijo Sasha bromeando.
—Bueno ya, a lo que vinimos dije en tono serio.
Sasha se rio y entró de nuevo al mostrador, y se recojio el pelo en una coleta alta, que dejaba caer sus bellos rizos color lila, que resaltaban sus ojos avellana.
—¿En que las ayudo? —pregunto Sasha.
—¿Tienes algún trabajo libre?.
—Pues, ay dos libres nada más — dijo revisando la lista.
