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Desde que tengo memoria, el eco ensordecedor de la guerra ha sido el único sonido constante en mi existencia.

Cada ciudad a la que huíamos se desmoronaba bajo el peso de la destrucción, como si el destino estuviera empeñado en borrar cualquier rastro de esperanza que intentáramos construir

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Cada ciudad a la que huíamos se desmoronaba bajo el peso de la destrucción, como si el destino estuviera empeñado en borrar cualquier rastro de esperanza que intentáramos construir.

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Jueves 11 de Mayo de 1905
Düsseldorf (Alemania)

Nací en medio del caos, en una época conflictiva en la que las naciones se enfrentaban en un debate mortal de poder y ambición.
La guerra entre Alemania y Francia se convirtió en un eco constante de explosiones y temor.

Recuerdo claramente el día en que la guerra tocó a nuestra puerta en Düsseldorf, desencadenando una cascada de inestabilidad política y violencia que nos persiguió a cada paso.

Conflictos étnicos, ataques terroristas y enfrentamientos brutales se convirtieron en nuestra nueva normalidad, mientras luchábamos por mantenernos a salvo de las garras de la destrucción.

Huimos de una ciudad a otra, de Düsseldorf a Kiel, de Kiel a Colonia y finalmente a Berlín, donde esperábamos encontrar un respiro, un poco de paz en medio del caos.

Pero incluso ahí, la guerra acechaba en las sombras, arrebatándonos a mi padre para reclutarlo en el ejército, dejándonos a mamá y a mí solas para enfrentar el torbellino que se avecinaba.

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Martes 12 de Septiembre de 1916

"La derrota en la guerra llegó justo cuando terminaba la secundaria, un tema difícil de abordar en nuestra comunidad. La pérdida de territorio, infraestructura y numerosas vidas, tanto militares como civiles, era un peso que todos llevábamos.

Mientras muchos vecinos optaban por partir al extranjero, yo decidí quedarme y continuar mis estudios en Gymnasium (una escuela militar). La ausencia de mi padre, caído en combate, y el deseo de mi madre de no comenzar de nuevo en otro lugar, fueron factores determinantes en mi decisión.

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