Promesas Forzadas

∆|•Alianza•|∆

Mientras luchaba por asimilar lo que había sucedido, fui alcanzada por las sombras que acechaban en la oscuridad. Manos ásperas me sujetaron con fuerza, arrastrándome hacia una camioneta que esperaba. Intenté luchar, forcejeando con todas mis fuerzas, pero el peso de mi corazón destrozado era demasiado grande para soportar.

Cada movimiento era como un eco de la agonía que me consumía por dentro, una herida abierta que nunca cicatrizaría.

Me sujetaron con cuerdas a una silla y después se fueron.

Finalmente, me encontré en las ruinas de un antiguo edificio, rodeada por la desolación y el silencio sepulcral. Estaba segura de que sería sometida a la tortura, pero ahora creo que solo me dejarán morir aquí sola.

Mi sufrimiento físico sería un reflejo de la tormenta emocional que se desataba en mi interior.

Después de unos minutos una figura solitaria entre las sombras se acercó hacia mi, un hombre cuyo rostro jamás podría olvidar.

-¿Te atreves a traicionar a tu país?- pregunto con voz fría y sombría.

El ruso retiró mi gorra con un gesto brusco, su arma apuntando directamente a mi cuello levantado mi mentón.

Sus ojos, fríos como el hielo, penetraron en los míos con una intensidad que me dejó sin aliento.

Sabía que me había reconocido al instante, que recordaba ese día. Pero en ese momento, todo lo que podía sentir era el peso abrumador de la culpa.

¿Por qué no simplemente lo dejé morir?

-¡Mátame si así lo quieres!- mis palabras brotaron de mis labios sin vida, sin emoción. Ya no tenía alma dentro de mi cuerpo, solo el eco vacío de mis acciones pasadas.

-¿Qué tenemos aquí, eh? Una traidora sin arrepentimientos, pensando que puede enfrentarse al poder de mi nación.-

-No te equivoques. Mi lealtad es a la justicia, no a las fronteras trazadas por los hombres.- Contesté irónica.

-Interesante. Pero la justicia, al igual que la lealtad, tiene diferentes interpretaciones según de qué lado estés.- contestó con una sonrisa siniestra.