[|•Traición•|]

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Bajo el manto de la noche, nos infiltramos sigilosamente en tierras rusas aprovechando la distracción que había provocado la muerte del líder aleman.

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Llegamos a su departamento para prepararnos y llevar a cabo el último objetivo del plan.

Antes de partir, Dimitri se acercó a mí, con una mirada llena de determinación y ternura.

-Anna, hay algo que necesito decirte antes de que nos separemos para cumplir nuestro objetivo final. -Sus palabras eran suaves pero cargadas de emoción.

Lo miré con curiosidad, sintiendo que algo importante estaba a punto de suceder

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Lo miré con curiosidad, sintiendo que algo importante estaba a punto de suceder.

-¿Qué pasa?- pregunté, sintiendo un nudo en la garganta.

-Durante este tiempo juntos, he llegado a darme cuenta de que mi cariño por ti trasciende las fronteras y las lealtades impuestas por la guerra. Eres más que una compañera de batalla, eres mi inspiración, mi razón para luchar.-
Dmitri confesó con voz temblando ligeramente por la emoción.

Las lágrimas llenaron mis ojos mientras escuchaba sus sinceras palabras.

Me dí cuenta de que también había desarrollado sentimientos profundos por él, sentimientos que había mantenido ocultos por el miedo a las consecuencias de enamorarme de un enemigo.

-Dmitri, yo también... yo también te amo. Susurré mis emociones desbordándome en un torrente de amor y esperanza.

Los dos nos abrazamos con fuerza, sellando nuestro amor en medio de la oscuridad y el caos que nos rodeaba. Sabíamos que el camino por delante sería difícil y peligroso, pero con el amor como guía, estábamos listos para enfrentar cualquier desafío juntos.

Una vez que la guerra hubiera terminado y estuviéramos a salvo, nos casaríamos y construiríamos un futuro brillante. Un futuro donde las diferencias y las divisiones no importaran, donde nuestro amor pudiera florecer libremente, lejos del odio y la violencia que habíamos conocido en el campo de batalla.

Los dos queríamos continuar la conversación, si todo salía bien le revelaría mi verdadero nombre, entonces ya no habría más secretos entre nosotros, pero entre más rápido terminarámos esto más rápido comenzaríamos una nueva vida.

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Con el corazón lleno de esperanza y determinación, nos separamos, cada uno comprometido a cumplir su parte en el plan.
Sabíamos que, independientemente del resultado, siempre tendríamos el amor del otro para guiarnos en un camino hacia la paz y la felicidad.

Me posicioné en un edificio cercano con vista directa a la ventana de la sala, mientras Dimitri se adentraba en el corazón del poder enemigo.

Entró en la sala presidencial y entabló una conversación con el presidente Ruso, manteniendo su atención centrada en el. Todo iba de acuerdo al Plan hasta que...

-¿Señor presidente, podría hablar con usted un momento?-

-¿Señor presidente, podría hablar con usted un momento?-

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El presidente alemán asintió y lo invitó a su despacho.

-Señor presidente, la guerra está causando un gran sufrimiento a nuestro pueblo. Creo que es hora de poner fin a este derramamiento de sangre-.

El presidente frunció el ceño, pero antes de que pudiera responder, el sonido de la puerta abriéndose bruscamente interrumpió todo.

El presidente frunció el ceño, pero antes de que pudiera responder, el sonido de la puerta abriéndose bruscamente interrumpió todo

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Entonces lo reconocí era el soldado ruso de la frontera

El soldado ruso apuntaba directamente a Dimitri con un arma, su rostro retorcido por la malicia y el desprecio

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El soldado ruso apuntaba directamente a Dimitri con un arma, su rostro retorcido por la malicia y el desprecio. Mis pensamientos se convirtieron en un torbellino de confusión y miedo mientras luchaba por encontrar una solución, pero cada opción parecía llevar consigo una carga de tragedia.

Mis ojos se encontraron con los de Dimitri, llenos de determinación y desesperación, y supe que el momento de la verdad había llegado.

-¡Mierda, mierda, mierda!- mi voz apenas era un susurro.

Entonces, en medio del caos, vi la señal de Dimitri, un último gesto de sacrificio y amor. Con un nudo en la garganta, apreté el gatillo, sabiendo que no había otra opción. El sonido del disparo se fundió con el rugido del viento y el estrépito de la guerra, resonando en mi mente como un eco de desesperación.

Una bala certera atravesó la ventana, alcanzando al líder ruso en la cabeza, poniendo fin a su vida de una manera abrupta y violenta.

Vi cómo se desplomaba, su figura imponente, ahora reducida a nada más que un cadáver inerte en el suelo.

El alivio y el horror se mezclaron en mi pecho mientras seguía disparando hacia los hombres que amenazaban a Dimitri, pero sus números eran demasiados, su fuerza abrumadora.

Entonces, en un instante, todo se detuvo. Ví a Dimitri caer al suelo, una figura frágil y vulnerable en medio del caos que nos rodeaba. Un grito de agonía se atascó en mi garganta mientras luchaba por procesar lo que estaba viendo.

Ni siquiera tuvimos la oportunidad de despedirnos, de decir las palabras que habían quedado sin decir entre nosotros.

Todo lo que había sido importante para mí, un primer y último amor.

Las lágrimas corrían por mis mejillas, mezclándose con la lluvia que caía del cielo como lágrimas del mismo Dios. En medio de la oscuridad y la desolación, me encontré abandonada en un paisaje de ruinas, donde la única compañía era el eco de mis propios sollozos y el recuerdo imborrable de un amor perdido para siempre.

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