II. El Caballero Dorado

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La noche era fría, así es como normalmente era en la frontera desértica, la luna se encontraba reflejando su luz tenuemente en la calle donde se encontraba aquella mujer con capa, la cual se encontraba recargada en una de las paredes de la puerta trasera del bar con la mirada perdida esperando que la mesera la hubiera escuchado y mandado a los supuestos Soldados del Sol a la puerta trasera al terminar.

En sus pensamientos rondaban varias cosas, entre ellas, la nueva historia que había escuchado, si bien llevaba días viajando por el sur del Imperio, realmente no le había prestado atención a lo que la gente decía, ¿Una bestia de luz blanca que purifica la tierra y nos castiga por nuestros pecados? La gente tenía demasiada imaginación cuando se trataba de seres espirituales.

Además de que el hecho de que la bestia atacara exclusivamente templos del sol era curiosamente algo de que alertarse.

Su intuición le decía que era más que eso, y que la luz fuera blanca que emitía podría ser la pista para averiguar lo que era.

La mujer suspiró. Primero lo primero, había que descubrir quién estaba detrás de los contrabandos del energizador, todo apuntaba a que, si la mercancía venía al Estado de Marte entonces algo estaba sucediendo ahí, ¿Pero aquello era posible? ¿Cómo fue que desarrollaron tal cosa? Y sobre todo ¿Cómo probar que existía traición dentro del Imperio del Sol?, los contrabandistas siempre decían que no conocían a la persona que les daba órdenes o el nombre de la organización detrás de esto, debía tener cuidado en acusar al Estado de Marte, si no tenía suficientes pruebas podría causar un problema donde no lo hay, además de que nada descarta que el Imperio de la Luna no estuviera involucrado en esto.

Si Yunran o Assim la hubieran acompañado a la misión quizá hubiera encontrado más información, lo que tenía en ese momento no era suficiente.

Quizá sea momento de volver.

Un amargo sabor de boca la invadió al pensar en eso, volver significaba muchas cosas entre ellas, preguntarse constantemente cuándo podría volver a salir.

El estruendo de la puerta trasera abrirse interrumpió sus pensamientos, tres personas vestidas de soldados salieron de ella, dos se encontraban tambaleándose y haciendo el esfuerzo para mantenerse de pie, el último en salir notó la presencia de la persona cerca de la pared. –¿Quién anda ahí?

La joven caminó hacia ellos, la capa hacía un buen trabajo cubriendo el rostro y causando misterio.

Uno de los soldados volteó su mirada hacia su líder. –Hasan ¿Quién es?

Viendolo mejor, el líder, Hasan, era un hombre distinto a los otros dos, su físico no era necesariamente el de un soldado pero si era un poco más imponente y mayor que los demás, con una mirada seria levantó una daga, haciendo que sus dos secuaces también levantaran sus armas y apuntaron a la persona que tenían enfrente. –No te lo repetiré de nuevo, ¿Qué quieres?.

–Solo quiero hablar con los valerosos Soldados de Sol.

Uno de los soldados que se tambaleaba se frunció el ceño. –Solo es una chica, matemosla y vámonos.

–Espera, ¿entonces fue ella quien invitó la ronda de cervezas? ¡Muchas gracias niña!

Hasan ignoró los comentarios de sus secuaces. –¿De que querríamos hablar contigo? Solo eres una niña, y al parecer también eres tonta por creer que puedes hablar con Soldados oficiales del Sol.

Los secuaces se rieron mientras decían cosas como "Si exacto", "Niña tonta" "Vete de aquí".

La joven bajó las manos y aún con la mirada baja respondió. –Me gustaría que me contaran sobre aquel lote de energizantes que pasaron por la frontera hoy, el que les hizo ganar una fortuna.

Lo que hay entre el sol y la lunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora