—Son 90 rings, por favor.
—Bien... permíteme.
Hurgó entre sus cosas, en el bolso del pantalón no había más que un ring y en el otro nada, solo dulces de menta. Miró nervioso a la dependienta, que miraba al techo y torcía la boca. Echó una mirada de soslayo donde efectivamente los clientes tras él se desesperaban por su incompetencia en poder encontrar los rings necesarios. Ya era torpe, ya era olvidadizo, que cuando por fin se acordó que había salido sin efectivo sacó del bolsillo de su guayabera blanca la tarjeta de crédito. Sintió como mostrarla molestó a todos en un seguramente 《ash, ¡desde el principio debió usarla!》pero ellos no podrían comprender, lo que es ser un anciano que ya cosas tan fáciles de procesar en antaño, ahora es toda una proeza realizar.
Se llevó su bolsita de papel, la cual transportaba los chillidogs que entregaría como obsequio de visita a su viejo mejor amigo, Sonic The Hedgehog, el héroe de antaño que ahora está jubilado y disfrutando sus últimos años de existencia, en una vida despreocupada y soltera.
El otro lado de la calle parecía estar más largo de lo analizado, así que un pobre jovencito asustado le ayudó a cruzar lo que restaba de calle. Pudo haber muerto ahí, atropellado por el camión que ha cobrado miles de vidas en todos los universos habidos y por haber.
Pero a ese ancianito, la vida aún le dio una oportunidad: Su última oportunidad de declararse a su mejor amigo.Subió el elevador del Casinopolis, lugar famoso de antaño que en las calles de Station square aún sigue siendo respetado y curiosamente, concurrido; ha cambiado tanto, de hogar de juegos, apuestas y deudas, ahora es también libertinaje de alcohol y mujeres.
—¡wooh! ¡Así nena! ¡A-cof-cof-cof-cof!
Cuando llegó a donde su amigo, el pobre ya se estaba muriendo con el pedazo de una salchicha mal cocinada.
—¡Señor Sonic! ¡Aguante!
—¡Don Sonic!
Tails dejó caer la bolsita de papel donde sus chillidogs rodaron dramáticamente hasta el final de los escalones de la entrada alfombrada. El zorro ancianito, apenas pudiendo caminar bajó lo más rápido posible esos 3 escalones para llegar hasta su amigo que, pudiendo soltar el trozo de salchicha cruda y dura respiró hondo soltando una sonrisa entre sudor frío y sus manos temblorosas.
—Cof, cof, cof, estoy bien muchachas, sigan bailando, no quiero morir con sus caras llenas de terror.
Las muchachonas obedecieron torpemente, asustadas, una estaba por llamar a la ambulancia y el héroe le aventó el zapato para luego negar con el dedo.
—No, estoy bien nena, ve a trabajar.
—¡Sonic! ¡Sonic!
—¡Ha por fin llegas perezoso! Cof, cof, cof. ¡Por tu culpa esta cita casi me mata! Dijiste que estarías aquí con chillidogs ricos, calientes y suavecitos para nuestras encías.
—Eso hice, pero el gran Sonic The Hedgehog no puede esperar unos minutos más.
Los ancianitos se ayudaron mutuamente, para levantar al azul erizo, para recoger los chillidogs del suelo y para sentarse en una mesa y descansar.
—Todavía sirven, están aún en su empaque.
Tails abría feliz los chillidogs y le ofrecía el mejor tratado por la caída y sobre todo más caliente a su mejor amigo.
—Aww gracias Tails, siempre tan considerado y dulce.
Sonic cerraba los ojos y comía con cuidado pero sumo fervor aquel chilli, Tails lo miraba atentamente, ya los años los tenían como pasitas, arrugadas y grisaseas; las púas del héroe ya estaban quebradizas, toscas y secas, sus ojos verdes, ya se ocultaban entre sus parpados y su panza de antaño, cuando era niño, había regresado, pero con más lonjas.

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"El proyecto Reencarnate a ti mismo, salió mal" (Tailine,Sonine,Sontails)
FanficMiles Tails Prower está por morir, anciano y con la vida desperdiciada en un amor no correspondido, decide declararse a Sonic, el héroe de antaño que ahora viejo, apenas se da cuenta que Tails es gay. "Si huebieses sido hembra, me hubiera fijado en...