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┊ el tiempo no se ruega, los detalles nacen
Miro para otro lado, no quería ni verlo ahora.
─Da ya fue–Se cansó de rogar y volvió a apoyar su espalda en la cabecera del sillón, pero esto no duró mucho–Ay dale perdóname, boludita
Lo vuelvo a mirar, esta vez de una manera más ironíca
─Daa, deja de mirarme con esa carita de orto
─¿Por lo menos sabes porqué estoy enojada?–Le pregunto ya cansada
─... ¿No?
─No pidas perdón al pedo entonces
Lautaro y yo éramos amigos hace mucho tiempo. Mejores amigos, si es que hay que poner una etiqueta.
Nos conocíamos del barrio, nuestras madres eran muy amigas, por lo tanto, la mayoría de nuestra infancia la pasamos jugando y creciendo juntos.
En la adolescencia no fue distinto, juntos igualmente, solo que compartiendo cosas de grandes, o bueno, de casi grandes.
Lautaro y yo éramos como uña y mugre, nunca nos separabamos. Donde él iba, ahí estaba yo.
Siempre nos apoyabamos en todos nuestros sueños.
Cuando Lautaro estaba intentando ser un futbolista profesional y llegar a primera, yo siempre estuve ahí para él. En mis momentos más difíciles él estuvo conmigo sin importar el día.
Hoy día yo estaba estudiando en la facultad y él había logrado llegar a primera, después de tanto soñarlo lo logró.
Hace un año Lautaro empezó su relación con una chica la cual no me caía mal, pero pasar de tener el tiempo de mi amigo a tener que compartirlo fue un giro drástico.
Ahora tenía que entender que su tiempo se basaba en su trabajo, familia y novia. Yo normalmente no solía recibir el tiempo que quería, pero lograba comprenderlo. Yo más que nadie sabía lo estresante que era dividir los tiempos entre tantas personas.
Pero lo que fue de no vernos prácticamente nuca, pasó a casi ni hablarnos. Lo que más me molestaba era que si yo no me gastaba en hablarle, él ni bola por semanas. Peor era cuando le hablaba y tardaba horas y horas en responder.
Intentaba ser comprensiva, pero las actitudes que tenía eran irreconocibles. Era como si me hubiesen cambiado de amigo.
Los planes siempre me los cancelaba, siempre buscaba una excusa por la cual no vernos. Eso me ponía mal, porque de verdad quería estar con él.
