ɪɪɪ. ᴇʟ ᴇɴᴄᴜᴇɴᴛʀᴏ

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- Pero ¿tú eres gilipollas o meas de cara al viento?

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- Pero ¿tú eres gilipollas o meas de cara al viento?

Suspiro cuando escucho que, nada más abrir la puerta de casa, eso es lo que me dice mi queridísimo primo. Su esposa, Celeste, le da una colleja, lo cual me hace reír.

- Deja a tu primo en paz, hazme el favor – lo riñe. Luego, clava sus ojos azules en mí, y me suelta lo siguiente: – Pero Carlos, cariño, eres imbécil.

- Buenos días, yo también os quiero, y por supuesto que podéis pasar – murmuro con sarcasmo.

La pareja entra en mi apartamento, y yo cierro la puerta y voy con ellos hasta el salón, donde los tres tomamos asiento en el sofá.

- ¿Queréis algo beber? – Ofrezco con una pequeña sonrisa.

- De momento no, gracias – me dice ella, a la vez que mi primo niega con la cabeza. – ¿Por qué mierda llamaste a ese número de madrugada?

- ¡No podía aguantarme! Quería saber qué era.

- Un español cabreado, al parecer – se mofa mi primo. – Ya han pasado las nueve, supongo que no has llamado.

- Qué va. Qué vergüenza – niego con la cabeza efusivamente, haciendo reír a Celeste. – Creo que fue una broma.

- ¿Y por qué nos pagaron la cuenta?

- Yo qué sé, pero... Da igual. Seguro que no era nada importante – murmuro mirando al matrimonio que está sentado en mi sofá. – ¿A qué habíais venido?

- Carlos, por Dios, te lo puse por mensaje y te lo he dicho por llamada.

- Ya, pero no me acuerdo y no te estaba prestando demasiada atención – le admito a mi primo, sonriendo angelicalmente. – Caco, primo mío de mi alma y mi corazón, ¿a qué habíais venido?

- Serás cap...

- Amor, calla – le espeta Celeste, tapándole la boca. – Tenemos una noticia para ti.

- ¿Buena o mala?

- Depende de cómo lo mires – musita Caco de broma, intuyo que para molestar a su mujer, que le da otra colleja.

- Es que se nota que sois primos, sois igual de idiotas.

- E igual de guapos – decimos a la vez.

Celeste rueda los ojos, y nosotros nos reímos y chocamos las manos como si hubiésemos hecho una gran hazaña o una gran broma. Pero por la cara de Celeste, tenemos la gracia en el culo.

- Es una buena noticia – prosigue ella, ignorándonos. – Al menos, pensamos que te hará mucha ilusión.

- ¿Vais a regalarme un cachorrito? – Pregunto con ilusión.

- A ti no te dejaba a cargo ni de un cactus – niega mi primo. – Y eso que no hace falta ni regarlos...

- Pero... ¡Oye! – Protesto, cruzándome de brazos.

Remember Us This Way || CarlandoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora