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"A menudo pienso que la noche está más viva y más rica de colores que el día".

- Vincent Van Gogh.

CAPITULO 3


El cisne

No era mucho más alta que yo, apenas alcanzábamos a mirarnos a los ojos sin dificultad. Tenía la piel pálida y el cabello rubio, y esos ojos rasgados de color marrón parecían el reflejo de una taza de café. Su personalidad era arrolladora, llena de energía e impulsividad. A veces me preguntaba cómo seguía en una relación estable después de tantos años.

"Es la viva imagen de 'ámame o déjame' " pienso cada vez que la veo, si pudiera, la cambiaría por unos cuántos wones.

— ¿De qué hablas, Kim Mi Seo y yo? no alucines, Rosé — le respondí con seriedad, mientras ella me observaba con esa mirada inquisitiva, casi psicopática.

[ — No me mientas, se que te dejo por una perra de un bar... — me interrumpió, sin dejar que continuará, sentia la furia en su voz, esa mujer es el demonio cuando se enoja — Ya investigué, y mi abogado confirmó que no tienes nada con él ]

Me quedé en silencio, esperando que Rosé calmará su furia, queria estallar en llanto pero no podia, no aún.

[ — ¿Desde cuándo se fue? — preguntó seriamente, aunque ya conocía la respuesta.]

— No lo sé... Han pasado dos semanas desde que él desapareció sin dejar rastro — respondí con un grito ahogado de desesperación — ¡Si pudiera, le arrancaría los malditos huevos!

¿Por qué lloraba por ese imbécil? ¿Por qué no podía controlarme? Cada lágrima me parecía una traición.

Al día siguiente, intenté recomponerme, me arregle para buscar calma al caminar por las calles de Seúl, pero esa paz no duró mucho. Apenas sali del departamento. Jennie apareció, como siempre, irrumpiendo en mi vida con su lujoso Bugatti Voiture Noire, ese coche de 11 millones de euros que parecía sacado de una película, no sera una dia calmado al parecer

— No me importa lo que estés haciendo, solo súbete al coche — ordenó sin siquiera mirarme.

Ahí estaba, con su atuendo Chanel y esos labios rojo intenso. No era momento de discutir, así que obedecí y me quedé en silencio mientras conducíamos. No fue hasta que rompió el hielo que la atmósfera se alivió un poco.

— ¿Has comido algo? — preguntó sin preámbulos.

— Sí... claro — intentaba evitar su mirada, no estaba de humor para regaños

— No mientas. Puedo ver tus clavículas a punto de romperse de la desnutrición. Do-Won, detén el coche en el restaurante más cercano. Vamos a comer.

Su indiferencia era palpable, pero había algo diferente en ella. Me ofreció vivir en su mansión mientras seguía con mis estudios y trabajando para ella. ¿Acaso se esta preocupando por mi? ¿Podría realmente lidiar con su temperamento? Los días siguientes se convirtieron en una rutina donde yo elegía su ropa y cocinaba platos sencillos que, para mi sorpresa, ya no criticaba.

— Que tengas buen día, Jennie.

— Lo mismo para ti, Lisa.

Empezaba a sentir una leve calidez en ella, algo que nunca había mostrado antes. Sin embargo, su dominio y poder seguían siendo indiscutibles, y su presencia imponía respeto a donde quiera que fuera. Yo solo seguía su sombra... o eso creía.

— Bienvenida, señorita. He sido instruida por la CEO Kim — me recibió uno de los empleados de la empresa.

Oh, vamos... Me subiran el ego, no me quejo la verdad, primera vez que me tratan con tanto respeto.

— Hola, mi nombre es Lalisa Manobal. Soy la nueva directora general.

Todo parecía marchar según lo planeado, tal como Jennie lo había dispuesto.

La noche anterior

— Estos son los documentos que firmarás mañana. Quiero que muestres tu trasero en la oficina, pero no hagas nada vergonzoso. Debes honrar el apellido que llevas — me dijo, con su típica frialdad.

¿Está loca? ¿Por qué me está dando un cargo tan importante?  — pensé, mientras revisaba cada cláusula del contrato.

Jennie dejó escapar una risa sarcástica.

— Este puesto solo es para que muestres tu lindo trasero en la oficina — dijo con una sonrisa burlona.

— No debí decir eso — se corrigió rápidamente, algo que no esperaba de ella. — Disculpa por mi comentario.

— No, no... Está bien. No te disculpes por eso — respondí, un poco tímida y un leve sonrojó.

Ese momento fue especial. Por primera vez, la vi sonreír, aunque fuera de forma breve. Fue una pequeña grieta en la máscara de frialdad que siempre llevaba puesta.

— Solo tienes que estar ahí, Lisa. No necesitas hacer nada más. ¿Aceptas? — me preguntó, con la misma neutralidad de siempre.

Regresando al presente

Acepte sin pensarlo mucho, parecia un trabajo sencillo pero no me esperaba tener que lidiar con abogados a mi disposición, esperando mis órdenes. ¿Qué clase de empresa era esta? A pesar de la extraña situación, seguí adelante, distraída con los pequeños detalles de la oficina.

— Gerente general de Odd Atelier ¿en qué puedo ayudarle? — respondí al teléfono, intentando sonar profesional.

[ — ¿Qué haces?] — reconocí esa voz al instante. Era Jennie.

— ¡Jennie! — me levanté rápidamente, esperando sus órdenes.

[ — No me importa que estés haciendo, ven a mi oficina ahora mismo] — con su tipico tono de indiferencia

— Claro, voy ahora mismo.

BLACK SWAN (JENLISA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora