Mientras el mundo mágico entraba en su etapa más oscura la mayoría de magos y brujas comenzaron a tomar bandos.
Algunos de ellos uniéndose a un grupo que se auto denominó "La Orden del Fénix" y otros tantos comenzaron a formar parte del ejército que...
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•~No puedo creer que me hubiera enamorado de alguien cómo tú, un mortífago que asesina a sus propios amigos~•
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Narrador Omnisciente.
01 de septiembre de 1972.
Poco a poco fue abriendo los ojos encontrándose con el sol entrando por la ventana de su habitación el cual le daba directo en el rostro, se fue incorporando en su cama poco a poco, no pudo evitar sentirse extraño, era como si aquél cuerpo realmente no le perteneciera por completo, aún así se puso de pie sintiendo la sensación de que se le estaba haciendo tarde para cumplir con algo que era importante para él. Camino despacio hacia un espejo que estaba en la habitación, al verse termino de comprobar que algo había cambiado en su aspecto el cual ya no era el mismo, su cuerpo no era al que estaba acostumbrado, su cabello seguía siendo del mismo color de siempre pero estaba mucho más alborotado de lo normal, su nariz era relativamente diferente, sus ojos eran azules con algunos toques verdes y tenía pecas, a pesar de sus características físicas no hubieran cambiado demasiado él sí que veía la diferencia, sobre todo cuando notó aquella cicatriz en forma de rayo en su frente que se conseguía cubrir levemente por el cabello que caía en su frente.
Estaba sin duda alguna en un cuerpo que realmente ni siquiera le pertenecía realmente, rápidamente intentó arreglar el desorden de cabello que tenía pero aquella tarea fue prácticamente imposible.
—Bien, no queda de otra, seguro tío Sev se molestará porque no llegaré los suficientemente presentable —su voz salió de forma automática y sin que él pensara realmente lo que había dicho, llegó a la conclusión de que sin duda alguna estaba viviendo una vida que no era suya y estaba cumpliendo con el papel de espectador a pesar de que estuviera ocupando aquel cuerpo.
—¡Harry! —una voz femenina se escuchó desde lo que parecía ser el primer piso de la casa que estaba habitando—. ¡Baja a desayunar! —se estiró soltando un bostezo antes de caminar hacia la puerta arrastrando los pies aún vistiendo una pijama roja con verde.
