Capítulo 11 Una estrella difícil

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Los piratas zarparon y festejaron sobre su barco

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Los piratas zarparon y festejaron sobre su barco. Finalmente, el mal había ganado contra el bien, Mal, sus amigos y todo Auradon sufriría igual que cómo todos los chicos de la Isla de los Perdidos lo habían hecho años atrás. Era el fin de Auradon, el final triste que merecían. Uma elevó la estrella sobre su cabeza y los piratas corearon para seguir festejando.

—¿Cuál debería ser mi deseo? ¿Cuál es la mejor manera de destruir Auradon? —pensó Uma en voz alta, mirando hipnotizada el brillo de la estrella —. Ya sé, deseo que todos los héroes de Auradon sean enviados al fondo del mar para que se ahoguen.

Nada pasó. Uma intentó de nuevo con otro deseo.

—¡Deseo que Mal y sus amigos sean comida de tiburón! —de nuevo, nada sucedió —. ¿Funciona esta porquería? —golpeó la estrella contra la mesa y la escuchó tintinear.

—¿Todo bien, capitana? —preguntó Harry, tallandose el ojo hinchado y adolorido.

—Esta tonta estrella no cumple mis deseos.

—¿Quizá funciona con cosas buenas?

—Bien, deseo que todos los isleños por fin sean libres de la Isla de los Perdidos.

Nada. Uma comenzaba a desesperarse.

—¡Deseo que el hambre mundial se termine, que todos los pobres tengan dinero y detener la contaminación y destrucción de las áreas naturales!

Nada de nuevo. Uma lanzó la estrella contra el suelo y el suelo de la plataforma se rompió, cayendo dentro de los camarotes.

—¡¿Para qué sirve una estrella mágica si no es para cumplir deseos?!

—Tal vez simplemente no lo deseaste con fuerza.

—¡Odio a Mal y sus odiosos compañeros más que nada en este mundo! ¿Crees que eso no es suficiente?

—No es lo que quise decir, pero tal vez... Mal ya lo tenía contemplado —dijo Harry casi riéndose.

—¿Y ahora de qué estás hablando?

Harry le señaló el horizonte, donde la niebla se hacía más densa. Un barco pesquero que se sumergía en la espesa niebla.

—¿Es el barco de Mal? ¿A dónde va? —preguntó y le robó el catalejo a uno de los tontos de la tripulación. Definitivamente era el barco de Mal, pero si se dirigía a la Isla de los Perdidos iban por el camino equivocado, a menos que.. —. ¡Cambien el curso, siganlos de cerca! —ordenó y todos los piratas se movilizaron.

(***)

Mal estaba rendida. Sus amigos estaban cansados y heridos, tenían las manos vacías y las posibilidades de rescatar la estrella de las manos de Uma eran casi nulas, además, existía la posibilidad de que Uma ya estuviera pidiendo su deseo. Le habían fallado a Auradon, ella le falló a Auradon y más importante a Ben. Carlos forzaba el motor del barco para alcanzar a Uma, pero simplemente estaban demasiado lejos para llegar a ellos.

Lonnie ayudó a Jay con su rostro amoratado, él trató de ayudarla con su cabello despeinado. Evie suspiró y leyó el libro que encontró. La estrella era capaz de cumplir cualquier deseo, fuera bueno o malo, su poder era mayor a cualquier artefacto sobre la tierra y era inquebrantable. Si Uma pedía su deseo, fuera cual fuera, no podrían hacer nada para evitarlo. Se encontró con una nota, una página suelta entre las hojas del libro. Evie la leyó intrigada, al llegar al final de la página sus esperanzas de salvar Auradon se restauraron y corrió hacía Mal.

—¡Mal, Mal, aún tenemos oportunidad! —cruzó frente a Jay y Lonnie, Carlos se volteó para ver y la pelimorada se levantó para escucharla —. ¡Tenemos que volver a la Isla de los Malditos!

—¿Qué? —Jay se levantó y volvió a tentarse el estómago, aún le dolía después de recibir la mayoría de los puñetazos y ganchos de Gil.

—Evie, explícate —pidió Mal.

—Mira lo que encontré —dijo y enseñó el libro y la página suelta. El libro mencionaba que había una forma específica y correcta para pedir los deseos, de otro modo, la magia de la estrella no podría liberarse. La página suelta eran notas de Maléfica, describiendo que buscó el modo de usar magia estelar por años hasta que descubrió un pergamino con el procedimiento adecuado. Al encontrarlo lo resguardo en su fortaleza malvada, en una sala secreta protegida por un pasadizo secreto y describió que solo le quedaba esperar a que una estrella bajara del cielo para poder hacer uso de ella. Había escrito al pié de la hoja una fecha aproximada de cuándo podrían descender las estrellas y las coordenadas que casualmente coincidían con las de la fortaleza. Maléfica había construído una sala especialmente para la estrella. Sin el pergamino, Uma jamás podría usar la estrella.

—Hay que encontrar ese pergamino —decretó.

(***)

Las brujas miraron el barco de Uma girar y la siguieron. Por alguna razón, iban de regreso a la Isla de los Malditos. Supuso que a Uma le dolía dejar a medias un trabajo, este día la cabeza de alguien iba a rodar y Maddy estaba ansiosa por verlo.

—¡Hermanas, giren de regreso a la Isla de los Malditos! Hoy obtendré mi venganza —sus hermanas carcajearon con una horrible voz aguda y desafinada. Maddy miró el cielo celeste y por primera vez sintió que era un buen día en la Isla de los Perdidos. 

Carrera en la Isla de los PerdidosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora