El grupo asintió y Mal comenzó a rastrear la llave. La cerradura era pequeña y por lo visto muy antigua. Evie se acercó a ella y le tocó el hombro.
—Mal.
—Hay que conseguir esa estrella Evie.
—¿Qué pasó entre Ben y tú?
—Nada. Y así lo quiero. Nada pasó ni pasará. No lo permitiré.
—Mal, por favor.
—Si Ben lo descubre, romperá conmigo. Él es lo mejor que tengo en Auradon, Las cosas están bien así como están, no voy a arruinar nuestro futuro juntos por un estúpido error.
—Tal vez yo pueda ayudar–
—¡Busca esa llave! —gritó más fuerte. Evie se resignó. Metió la mano en la boca de una de las gárgolas y encontró una llave grande y plateada —¡La tengo!
—Eh... Yo también tengo una —dijo Jay.
—Yo encontré dos —comentó Carlos.
—Aquí hay una docena —Lonnie sacó un puñado de llaves de un montón de formas, tamaños y colores. En todas las gárgolas había al menos cincuenta tipos de llaves diferentes —. Tardaremos siglos antes de encontrar la correcta.
—¡Adelante piratas! —escucharon desde el interior del laberinto errante. Uma y su tripulación estaban bastante cerca de la salida y podían interrumpir en cualquier segundo.
—¡Rápido, probemos las llaves! —Evie se arrodilló y comenzó a probar con la primera llave que tomó.
—Intentaré forzar la cerradura —dijo Jay corriendo.
—El cilindro es pequeño, debe ser una de las chicas —Mal comenzó a separar las llaves grandes de las llaves pequeñas.
—La cerradura es más vieja que el Hada Madrina y tiene óxido, la llave también debe ser igual —comentó Carlos —. No le digan al hada Madrina lo que dije.
Lonnie ayudó a Mal a separar las llaves más limpias de las feas y oxidadas, además tener cuidado de solo seleccionar las llaves que lucieran más viejas y coincidieran con la apariencia de la cerradura.
—¡Por aquí! —gritó Uma desde el interior del laberinto. Mal comenzó a temblar.
—¡Ya la abrí! —dijo Jay. Al mismo tiempo, Uma y su tripulación lograron resolver el laberinto —¡Rápido, entren!
Uma corrió hacía ellos, pero Mal logró cerrarle la puerta en la nariz y bloquearla desde adentro.
Respiraron entrecortados. La habitación estaba en total oscuridad, no existía la más mínima muestra de luz en el interior. Los chicos ni siquiera eran capaces de ver sus propios cuerpos sumergidos en la obscuridad. Lonnie dio un paso sin cuidado y chocó contra alguien, de inmediato percibió un par de ojos verde esmeralda brillante mirándola directamente, casi tan penetrantes como para arrancarle el corazón. Lonnie soltó un gritó e intentó esquivar a la criatura, pero también tratando de asestar un puñetazo, que realmente impactó contra Evie, haciéndola chillar. Algo cayó al suelo y se estrelló contra el suelo.
—¿Qué, qué pasó? —preguntó Mal. Lonnie estaba detrás de Carlos pensando que era Jay. Hizo crujir algunos pedazos de cerámica rota bajo sus zapatos.
—¡Vi- vi...! ¿Mal... Tus ojos siempre son así? ¿Eres tú? —cuestionó la hija de Mulán.
—Pues sí, soy yo ¿quién más iba a ser?
—¡Demonios, es que tus ojos brillan y me asuste!
—Te vas a acostumbrar —le dijo Jay, tomando a Evie del hombro creyendo que era Lonnie.
—Continuemos —ordenó Mal, intentando tentar con sus manos el espacio a su alrededor. El grupo intentó avanzar, pero Carlos se tropezó con un banquito en el suelo y cayó. Lonnie tropezó con él, Jay pateó a Evie y se golpeó la cabeza contra un adorno que colgaba en el medio.
—¡Está muy oscuro! —Evie se sacudió el polvo.
—Es una habitación interior sin ventanas ni tragaluces, por supuesto que no hay nada de luz —mencionó Carlos sofocado.
—Tampoco puedo ver bien, las siluetas son muy borrosas —confesó. Al ser de la sangre de Dragón, sabía que podía ver limitadamente en la oscuridad total, pero por alguna razón su habilidad no funcionaba dentro de la fortaleza. Lo asoció a que era parte de la retorcida prueba para llegar a la siguiente sala —. Como sea, haré un hechizo para encender las antorchas, mientras más rápido gastemos la magia, la probabilidad de morir disminuye.
Aunque Mal encendió una llamarada en la palma de su mano y el fuego danzó sobre ella, la luz no se extendió. Solo el fuego se sacudía como una mancha roja en un lienzo rojo, sin luz que iluminara la sala. Los ojos brillantes de Mal parecieron molestarse, pero no le tomó importancia, lanzó el fuego a las antorchas y fue igual. Puntos rojos ahogados en la penumbra, sin emitir luminiscencia.
—Aquí es donde entra la tecnología moderna —dijo Carlos, empujando a Mal sin querer. Mal intentó golpearlo en el brazo, en cambio, golpeó a Evie en las costillas.
—¡Ya dejen de golpearme! —ordenó desesperada, intentando regresar el golpe, pero acertando contra Carlos que solo se quejó.
—Auch... Tenemos celulares, enciendan sus linternas —pidió Carlos. Todos obedecieron. Igualmente, solo eran puntos blancos danzarines en la infinita oscuridad —Tal vez es otra prueba.
—Por eso tú eres el listo, Carlos —se burló Mal —. No puedo ver bien, pero reconozco las siluetas de los objetos, vayan detrás de mí mientras buscó la salida ¿entendido?
—Sí —respondieron al unísono.
Mal se puso al frente. Evie y Carlos la sostuvieron de la sudadera deportiva que había olvidado devolverle a Ben antes de zarpar de Auradon. Jay y Lonnie hicieron lo mismo sujetándose de Carlos e Evie, mientras ellos mismos se sostenían de la mano.
Escucharon una bisagra rechinar. Temblaron al instante, alguien más había superado la prueba del laberinto y ahora estaban a solas en una habitación oscura completamente vulnerables.
—Reconocería tus lindos ojos donde sea, Mal —se burló Maddy —. ¿Recuerdas nuestros juegos de antes? ¿Cómo te escondías en la oscuridad para asustarme y hacerme llorar por horas?
Mal no podía verla, ni a sus compañeros, pero reconocía a todos ellos por el modo de caminar o respirar, pero ahora su mayor oportunidad de encontrar la salida era también su peor desventaja. Si Maddy de alguna manera lograba acercarse a ella lo suficiente solo tenía que seguirla de cerca para llegar a la salida de la prueba. Mal gruñó. No podía pensar con claridad.
—Ninguno se suelte, manténgase lo más cerca que puedan —les dijo en voz baja a sus compañeros, segura de que seguían a sus espaldas. Podía sentir las uñas de Evie casi arañando su brazo, las manos grandes pero suaves de Carlos, podía escuchar los pasos deslizantes de Jay y si él estaba ahí, Lonnie también. Avanzó despacio y reconoció una mesa a la altura de la rodilla, así que la rodeó para no chocar. Escuchó a alguien quejarse detrás de ella, pero no sabía quién había sido, su voz era demasiado dulce para ser de Evie o Lonnie, pero no lo bastante gruesa para ser de Carlos o Jay. Maddy y su equipo estaban pisándole los talones y no sabía quitárselos de encima. Sudó y tragó saliva con pesadez
ESTÁS LEYENDO
Carrera en la Isla de los Perdidos
Fiksi PenggemarUna estrella mágica capaz de cumplir cualquier deseo cae en la Isla de los Perdidos, activando brevemente la capacidad de la magia en la Isla, ahora para evitar una catástrofe, Mal, Jay, Evie y Carlos deben navegar hasta la Isla de los Malditos y ro...