capitulo 4

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A la mañana siguiente, la ciudad de Desembarco del Rey estaba en un estado de caos controlado mientras los ciudadanos eran llevados a la fuerza al Gran Septo para presenciar la coronación de Aegon. Aegon avanzó con pasos vacilantes por el pasillo que lo llevaba hacia la tarima de la coronación, sus ojos recorriendo la multitud obligada a presenciar el evento. En la cima, Aemond lo esperaba con una calma estudiada, su expresión satisfecha, como quien logra su cometido.

Al llegar a la tarima, Aegon subió los escalones con una mezcla de inseguridad y resignación. El menor observaba cada movimiento de su hermano, su mirada fija en él. Alicent, su madre, tenía los labios apretados, sus ojos reflejando una mezcla de esperanza y temor pero sin duda convencida de era la mejor opción para su familia, al lado de ella se encontraba su esposa, Helaena, perdida en sus propios pensamientos; aegon agradecia en parte que por lo menos alguien no estuviera expectante de lo que podía ser, por eso amaba a su hermana y nunca había tocado, aún así, era todo lo contrario con su abuelo mantenía su postura rígida, evaluando todo lo que pasaba. Aegon se detuvo en el centro, frente al trono, mientras el septón se preparaba para realizar el ritual.

sin perder demasiado tiempo, Aemond tomó la corona del Conquistador, se acercó a su hermano, sus ojos nunca apartándose de los de Aegon. En ese momento, el tiempo pareció detenerse. Aemond levantó la corona con ambas manos y, con un gesto liberado, la colocó sobre la cabeza de Aegon. El contacto de la corona desencadenó una reacción instantánea en la multitud. Los murmullos de descontento, que hasta ese momento habían sido apenas audibles, se transformaron en abucheos ensordecedores. Los ciudadanos, retenidos a la fuerza para presenciar la coronación, no pudieron contener su disgusto. El sonido de la desaprobación resonó como un trueno, llenando el espacio y rebotando contra las paredes del recinto.

Aegon, con el semblante tenso y nervioso, miraba a la multitud que gritaba en favor de Rhaenyra. La escena era un hervidero de emociones, y por un momento, parecía que la situación se descontrolaba. Pero con una expresión decidida, Aemond, sin inmutarse ante el estruendo, sujetó la mano de su hermano en un acto protector del que ni siquiera él se dio cuenta. Los ojos de Aemond recorrieron la multitud desafiante, con la única idea en mente de que debía mantener a salvo a aegon, ya fuera por sus instintos de alfa o por proteger a su fmilia.

-¡Aegon porta el nombre del Conquistador! -declaró, su voz resonando con autoridad-. ¡La corona del Conquistador y la espada del Conquistador están en sus manos! ¡Él es el legítimo heredero del Trono de Hierro!

Los ciudadanos, intrigados, empezaron a escuchar con más atención. y al igual que ellos aegon estaba impresionado por la determinación de su hermano, la calidez y la fuerza que le transmitía con solo el toque de sus manos le hacía sentir seguro. Las feromonas de aemond se esparcieron entre la multitud manifestando su autoridad y superioridad como alfa.

-Con esta espada, Blackfyre, Aegon gobernará con la misma fuerza y justicia que Aegon el Conquistador. ¡Él traerá paz y prosperidad a nuestro reino! ¡El destino de los Targaryen está asegurado bajo su liderazgo!

Los murmullos se desvanecieron gradualmente, reemplazados por una cautivadora atención. Aemond, sintiendo el cambio en la atmósfera, noto que la repentina calma de las personas no se debía únicamente a su poder de convencimiento sino que también al dulce y tranquilizador aroma de las feromonas del mayor se habían dispersado junto a las suyas, tomó la mano de su hermano con mas fuerza y la levantó con orgullo. El gesto, acompañado por el aplauso de los ciudadanos, marcó un momento de unión y aceptación.

Aemond comprendió a lo que su padre se refería cuando dijo que los omegas eran complementaban a sus alfas y se convenció por completo de su unidad con su hermano.

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Aemond se sumergió de lleno en los preparativos para asegurar las alianzas necesarias en la inminente guerra que se avecinaba. Sabía que cada momento era crucial, así que no se quedó de brazos cruzados. Mientras Otto trabajaba en consolidar las alianzas existentes, Aemond se lanzó a convencer al Lord Baratheon en Bastión de Tormentas. Hasta ese momento, el apoyo del Lord Baratheon se había mantenido en una especie de equilibrio incierto. Pero antes de emprender su viaje debía ver a su hermano.

Llama Prohibida - Aegond (aegon x aemond)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora