Escuadrón Suicida

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Corro rápidamente hacia el departamento de mi padre. Tiro la puerta con una patada y entro. Me detengo en la puerta y examino la sala con el arma apuntando al frente. Reviso el estudio, tampoco hay nadie. Subo al baño, y encuentro una bañera llena de sangre. El miedo crece en mí, y ahora me siento mareado. Me voy hacia atrás y me golpeo con la pared. Trato de recobrar el equilibrio y avanza hacia el lavabo. Abro la llave y un chorro de sangre sale de la tubería. Levanto la mirada y veo el espejo. Estoy demacrado, golpeado, y en momentos mi cara es otra. No la reconozco, pero los momentos se vuelven mas largos, y escucho ecos. Son el rostro y la voz de mi padre.

"Sálvame" Dicen los ecos.

"SALVANOS"

Las voces de mi madre y de Crisa se le unen, se intensifican y se multiplican. Cierro los ojos y tapo mis oídos, pero eso los hace más fuertes. Me arrincono y me siento. ¿Qué hago para que se detengan? Comienzo a gritar pero no me escucho. Lo hago más fuerte y aún nada. Los ecos ahogan mi propia voz. Grito lo más fuerte que puedo, y la puerta del baño se abre. Los ecos se callan, igual que yo. Me destapo lentamente los oídos y abro los ojos. Mi padre está estático en el marco de la puerta.

-Hijo - Dice.

-¿Papá?

Se ve desconcertado.

-Sálvame

-¿Qué dices?

Sus ojos comienzan a sangrar y su piel se pudre, se cuelga. Él comienza a gritar

-¡SÁLVAME! - Me grita, y la última sílaba se convierte en un gruñido, un gruñido zombie. Al final, su deformación termina dándole la imagen de uno más de ellos. Mi padre, un zombie.
Se acerca corriendo, y cuando se arroja hacia mí, me arrastro a un lado y se estrella con la pared. Busco mi arma, pero desapareció como si nada. Un azulejo cae sobre su cabeza y parece aturdido. Me levanto rápidamente y salgo.
Corro buscando las escaleras, pero estoy en un pasillo sin fin. Sigo y solo hay piertas, como si fuera un piso de hotel. Mi padre sale del baño derrumbando la puerta y comienza a seguirme. Me rindo y entro en una de las puertas.
Es mi cuarto, el cuarto de la Bodega. Está destruido. Pareciera que hubo un incendio, todo está calcinado. Mi arma está en la cama. La tomo y me siento en el rincón, a esperar a mi padre. Sus pasos se escuchan en el corredor, son lentos, como si me estuviera olfateando. Las lágrimas no dejan de salir de mis ojos, y me contengo lo más que puedo para no hacer ningún ruido. Sus pisadas se escuchan aún más cerca, y veo su sombra por debajo de la puerta. Está aquí. Sé que no tendré el valor de disparar cuando entre.
Disparo a la puerta todas las balas que hay en el arma, gritando, intentando ahogar su sonido. Me detengo, y veo, a través de los agujeros que he hecho, a mi padre. Está podrido, y deforme. No logro verlo bien. Da un paso atrás y comienza a caminar por el pasillo, alejándose de mí.

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"Paradis, Dean - Miércoles. 4:30 pm - 12:00 am"

Los turnos de guardia en El Muro, en un pizarrón blanco grande en la entrada principal de la bodega, expuestos ante todos para que recuerden cuándo es su turno de cargar con la responsabilidad de mantener lejos de la comunidad cualquier amenaza no-muerta. Por lo que dijo Eric anoche, no creo que tengan esos problemas aún. "Ya llegaron" Dijo Eric. Las personas aquí adentro no han visto cara a cara a los zombies. Les contaron sobre ellos, pero jamás los vieron. Creyeron ciegamente, algo que yo no me permitiré. Lucy dijo que estuviera en Misiones a las 12:00, pero me he despertado demasiado temprano (Digo, es Lunes en un apocalípsis zombie, no hay escuela).

He decidido que es hora de ir a conocer más a fondo el lugar, y a las personas que viven en él. Debo hacer relación con los demás. Más que a los zombies, le tengo miedo a estar sólo.Voy a el recibidor, dónde están las salas y los televisores, todos son sillones azules con alfombras plateadas, y todos tienen videojuegos, tal vez por sí en algún punto (y lo harán) las televisoras dejen de transmitir.

Día ZDonde viven las historias. Descúbrelo ahora