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⪼Dentro del espejo⪻

"Los espejos te reflejan y reflejan la realidad aunque no nos guste."
--Eduardo Galeano 

Yo era una chica simplona, como cualquiera que ha vivido en el campo. No tenía mucho dinero, pero era una chica educada, con clase y emprendedora.

Todos decían que una mujer preparada valía por dos, en mi caso realmente era algo casi literal. Desde que tengo memoria, mi madre me ve como un ser de repudio. Cuando estaba embarazada de mí, era la gemela más problemática. 

Por mis constantes movimientos en el vientre, terminé ahorcando a mi hermana. Mi madre me replicaba que podía sentir cómo empujaba el cuerpo de mi hermana. Solo lo hacía para hacerme sentir mal. Nací un 30 de octubre a las 23:30 PM, prematura.

Si no me hubieran sacado del vientre, yo terminaría como otro cadáver en el vientre de mi madre. Verdaderamente esa era la intención de mi madre.

Sin embargo, recibí amor de la mujer menos esperada. Mi abuela.

Ella tenía una obsesión con la fuerza femenina y eso se reflejaba en mí. Yo era todo lo que mi madre no fue, mi abuela aún golpeaba a mi madre, pero yo no podía hacer nada. Me duele decir esto, ya que esa persona era mi madre, pero era algo que agradaba a mi vista. Ver a la mujer que me somete, sometida: era un sentimiento de contradicción que adoraba.

Hasta que de verdad la mató a golpes.

El amanecer era frío, mis huesos dolían. Recordé que mi abuela había dejado a mi madre tirada en el granero. Teniendo consideración de ella, preparó su desayuno y tomó una sabana gruesa de mi cama.

De verdad, quería hacer las pases con ella, quería reconciliarme, quería sentir su amor... Vomité un par de veces al ver el estado de su cuerpo. En un estado de shock y sin tener control de mis acciones, entré con una cuerda al cuarto de mi abuela.

Ya había cumplido la mayoría de edad para ese tiempo, siendo la herencia de mi abuela a nombre mío. Heredé una lúgubre casa grande, y a la vez la granja se la alquilé a unos vecinos. A pesar de tener todo, a los años sentí soledad proveniente del vacío en mi casa. Decidí adoptar a dos pequeños, una niña entre los 7 años y un niño un poco menor. Ellos en el orfanato eran inquietos, rompían todo, se reían de todo, eran lo que yo quería.

Pero al llegar a la casa, nada. Un silencio invadió sus bocas.

Después de todo es comprensible, los aparté de sus amigas, de las monjas; lo único que ellos conocían era el orfanato, se tardarían un tiempo en acostumbrarse a una casa tan grande, y acostumbrarse a mí, claro. Tenían que aceptar que me verían a mí todos los días por el resto de su vida.

Sin embargo era difícil competir contra un reflejo.

Mi hija, Gretel, se la pasaba todo el día frente a ese maldito y horrible espejo. Puede que suene tonto, pero sentía que eso los estaba robando. Hansel se la pasaba cuidando el espejo todo el día y Gretel hablaba con su reflejo, es una fase, obviamente. 

Han pasado dos años desde que adopté a los niños, está a punto de haber un eclipse, y mis niños están emocionados. Ya pasó la fase. Tal y como esperaba, el espejo quedó guardado en el ático. 

Mis niños me tienen una sorpresa, vendaron mis ojos y me llevaron escaleras arriba, hay un frío extraño en el lugar. Siento algo caliente que quema mi piel y varios martillazos hacia mi cabeza, tengo una vista panorámica de mi cuerpo mutilado y consumido por mis niños, para luego ser arrastrado al espejo por un ser parecido a mí. Siento las garras que absorben hasta el último trozo de mi ser dentro de ese lugar.

Ahora, vivo dentro del espejo sintiendo mi cuerpo podrirse. Arranco los pedazos de piel que se van cayendo, mientras veo a mi hermana criando a esos demonios que cargan los pedazos de mi cuerpo en su estómago.

Puede que haya recuperado su vida pero se reencontrará conmigo cuando muera. Y entonces... Ajustaremos cuentas, querida hermana.

--Con cariño, la verdadera
Aisha Elizabeth Jonhson.

"𝕷𝖊𝖙𝖗𝖆𝖘 𝖖𝖚𝖊 𝖗𝖊𝖋𝖑𝖊𝖏𝖆𝖓 𝖒𝖚𝖊𝖗𝖙𝖊"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora