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Sábado, 10 de mayo de 2025.

La campana señalaba el final de la última clase y, como era costumbre, todos los estudiantes se levantaron de sus pupitres para irse del aula en lo que charlaban con sus amigos. Una chica en particular seguía en el suyo, con la cabeza tumbada sobre su mesa.

—¡Arisa! —gritó una voz familiar—. ¿Tienes planes para el domingo? ¿Te apetece ir al karaoke esta tarde? He quedado con Satoko.

La susodicha solo respondió con un suspiro cansado.

—Hala. No te oigo suspirar así desde que tuvimos los finales de segundo semestre —comentó Honoka algo preocupada.

—He tenido una semana dura —respondió Arisa, levantando la cabeza del pupitre—. Estoy bien, pero creo que necesito descansar.

—¡Ostras, pero si estás pálida! ¿Estás segura de que estás bien?

—No pasa nada. Es solo que ha pasado algo que me está manteniendo despierta.

—¿Es ese trabajo a tiempo parcial? A lo mejor no vale la pena.

—Pues mira, justo eso no es lo que me está matando.

—¿Qué te está matando? —preguntó Satoko, quien acababa de entrar al aula para dar con Honoka—. La leche. ¿Estás bien?

—D-De verdad, estoy bien. No os preocupéis, solo necesito descansar —respondió, para acto seguido suspirar.

Honoka y Satoko se miraron, evidentemente preocupadas por la situación. En ese momento, una música empezó a sonar, provocando que Arisa se alterase.

—¡Agh!

La chica tomó su teléfono móvil. El nombre de Kanemaru aparecía en la pantalla. Honoka consiguió echar un vistazo a este antes de que Arisa llevase el auricular a su oreja.

—¿S-Sí? —respondió al teléfono, haciendo una pequeña pausa—. ¿Hoy...? Sí, ahora voy.

La chica colgó la llamada.

—¿Arisa? —preguntó Honoka anonadada.

—¿Q-Qué? ¿A qué viene ese tono?

—¿Esa al teléfono no era Kanemaru?

Arisa volvió a sobresaltar.

—Sí...

—¿Quién es Kanemaru? —preguntó Satoko, perdida en la conversación.

—¡Está claro, ¿no?! —respondió rápidamente Honoka—. ¡Es la novia de Arisa!

Arisa se levantó y le dio un copón a Honoka en la cabeza, haciendo que la bajita se agache y se agarre la cabeza.

—¡Ay, ay, ay! ¿¡A qué ha venido eso!?

—¡Que no me gusta Erika, pesada!

—Así es Honoka —comentó Satoko, dándole un golpe con la palma abierta a Arisa por pegar a Honoka—. ¿Qué es lo que quería esa chica de ti?

—Es mi compañera de habitación —aclaró la de pelo corto, sacándole la lengua—. Hemos, eh, empezado a congeniar como amigas y ahora me pide estar todo el rato con ella.

—Ah, es de esa clase de personas.

—¿Qué clase? —preguntó Honoka.

—Como tú pero sin romance de por medio —respondió Satoko.

—Y- —Honoka levantó el dedo para rebatir, mas se entrecortó al no poder pensar en nada que decir—. Pues es verdad.

—Qué rápido tiras la toalla, chica —comentó Arisa, levantándose del pupitre—. En fin, mejor será no hacerle esperar.

La excepcional Tangled-WebDonde viven las historias. Descúbrelo ahora