Presentación

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Hace cientos de miles de millones de años, la especie humana más avanzada —la parahumana— descubrió que el universo había acelerado su proceso de envejecimiento. Cambios incipientes en las constantes universales se unieron a una catastrófica desaparición de energía oscura, suponiendo ello la antesala de un escenario desconocido que llevaría al cosmos directa y rápidamente a su propia muerte, mucho antes de lo esperado.

Para preservar la vida, los parahumanos diseñaron y construyeron una monumental estructura artificial del tamaño de varias galaxias, en la que iban a refugiarse una incontable cantidad de formas de vida para escapar del espacio-tiempo y quedar aisladas en un lugar exterior al universo conocido. La vida consciente abandonaba la realidad y la existencia conocidas para aojarse en una burbuja de materia atrapada en las entrañas de la propia nada, al otro lado del vacío cuántico. Y esa arca de salvación en la que lo hicieron fue bautizada con el nombre de Apoesfera.

La Apoesfera se construyó siguiendo el principio fundamental de mínima entropía, quedando dotada de unas reservas de energía suficientes para mantener la vida durante decenas de miles de millones de años, casi sin envejecer y casi sin avanzar en el tiempo. Así, todas las especies huidas quedarían durante generaciones esperando al nacimiento de un nuevo universo; a la espera de que la concepción espontánea de un nuevo proceso inflacionario tuviera lugar en el vacío cuántico con el fin de crear una nueva realidad y dotar a los futuros seres vivos de un lugar en el que volver a vivir y existir durante otros tantos miles de millones de años.

Tanto su estructura interna como la externa estaban concebidas en un espacio pentadimensional que solo los parahumanos eran capaces de entender. Su interior se dividió en un total de cinco compartimentos que fueron llamados «cápsulas», y que albergaban a unos seres u otros según su naturaleza afín. Carbono, Cuántica, Sílika, Hettox y Parahumana, eran los nombres de las cinco cápsulas que, junto con otras auxiliares que alojaban los motores generadores de tiempo y realidad, se disolvían unas con otras para ocupar un espacio colindante en la ordenación pero superpuestos en la práctica. Los humanos eran incapaces de concebir todo el orden y majestuosidad de la estructura que sus hermanos, los parahumanos, habían construido y habían decidido compartir bajo el anhelo de una salvación común.

Pero el tiempo pasó y esenuevo universo prometido no apareció cuando los modelos matemáticos más fiablesindicaban que debía haberlo hecho. Las dudas sobre el rigor del planteamiento delos parahumanos comenzaron a germinar y la autenticidad de la solución comenzó ponerseen entredicho. La raza humana más antonomástica fue vista bajo el debilitadomarco del error fundamental y como una especie más de la que cabía dudar porqueella también podía equivocarse. La Apoesfera podía ser para muchos el sumiderode la realidad más allá del cual jamás existiría nada. 

APOESFERA. Al encuentro del nuevo universo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora