La luz caía dispersa atravesando un cielo azul que era encumbrado por una tenue franja de espacio oscuro, en el centro de la cual se veía una cuerda tan luminosa como cientos de estrellas colocadas una al lado de la otra. Dania (Davinia) contemplaba hechizada todo el paisaje como siempre le sucedía cada vez que se encontraba en su «nido de Lagrange emocional», como ella lo llamaba.
Para ella, aquel lugar era un «lugar de Lagrange». El nombre no venía a significar nada más complicado que el simple hecho de que cuando se encontraba allí se sentía emocionalmente estable, en equilibrio con todo lo que le rodeaba y todo aquello que sentía. Era un lugar que conseguía que se sintiera bien sólo por el hecho de estar allí mismo, en vez de en otro lugar. Y eso mismo le había sucedido desde siempre.
Desde el borde de una meseta y sobre una pared rocosa casi vertical se hallaba una gigantesca roca sobresaliente reinando en las alturas de un cañón que se cerraba cual desfiladero, precediendo todo ello a un hermoso valle dominado por un manto verde que estaba quebrado por abundantes riachuelos e islas de edificios que se prolongaban con incontables instalaciones portuarias y recreativas por sus aguas. Desde el momento en que había llegado, minutos atrás, sintió efluvios continuos de emoción recorrerle todo el cuerpo. Por lo general, cuando era más joven, los siguientes minutos los destinaba a una contemplación del paisaje que le ayudaba a absorber gradualmente todo ese bienestar. Pero en esa ocasión no tuvo oportunidad de alcanzar esa fase, pues, de pronto, sintió una llamada.
—Dania, te están esperando —Era la juvenil voz de su hermano, que le llegaba a través de la tecnología directamente a sus receptores implantados.
Ella no respondió. Le bastó con enviar un estímulo a través de la superconciencia para trasladar a su hermano la confirmación de que se dirigía hacia allí.
Dio una orden a la realidad virtual para que le proyectara en destino, allá a donde debía acudir. En esa realidad virtual, que recibía el nombre de Plexon, se encontraban inmersos un número incontable de micro-proyectores de materia, en una cantidad tan inmensa que prácticamente podía decirse que dicha virtualidad se hallaba disuelta en el propio tejido de la realidad. Por ello mismo, casi de manera inmediata tras dar la orden, el cuerpo de Dania se disolvió en el aire que ocupaba en ese momento en una aparente implosión de infinitas partes y se reconfiguró en destino en un aparente inflatón de materia orgánica que se había hinchado de manera súbita desde niveles casi subatómicos.
—Gracias por venir —dijo la voz de su padre cuando apareció al otro lado.
Dania saludó a varias personas que lo acompañaban, entre quieres reconoció a alguno de sus profesores durante su breve paso por esa universidad. En total había una veintena de hombres y mujeres que la abordaron con expresión de gran interés en conocerla.
—Estamos encantados de tenerte con nosotros —dijeron repetidamente.
La habitación en la que se encontraban no era tal, sino que era más bien un lugar con tintes de biblioteca pero sin ningún tipo de libro o estante. Simplemente parecía una biblioteca por los amplios espacios y el número de adolescentes moviéndose de un lado a otro en una atmósfera claramente académica. Todas las personas que la habían recibido eran distintos profesores o cargos de la universidad, excepto su hermano, que había ido allí para enterarse de primera mano de lo que sucedía con su hermana gracias a la bendición de su padre, quien también era docente. Todos estaban en esos momentos al lado de una especie de campana espectral, que no era más que otra sala distinta alojada en el interior de su envolvente gracias a una deformación del espacio. Inmediatamente tras los saludos iniciales, entraron uno a uno a lo largo del perímetro de la base de la campana y atravesaron su frontera con esa acción.
Una vez dentro de la campana se encontraron en una amplia sala de reuniones, donde muy pronto su padre tomó la palabra mientras el resto de personas se situaban frente a él como una audiencia sin mesa y acomodados sobre una especie de campo virtual llameante que había salido del suelo.
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APOESFERA. Al encuentro del nuevo universo.
خيال علميCon motivo de la muerte acelerada del universo, los parahumanos construyeron hace miles de millones de años una nave del tamaño de varias galaxias para llenarla con seres vivos y emerger de la propia realidad, con la finalidad de evitar el mismo des...