capitulo 7

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REGRESO A LA MANSIÓN JUÁREZ

Débora sujetaba un conejo de felpa que pertenecía a Liliana.

-No se preocupen, papá, mamá. Liliana dejó el conejo de felpa en casa. Estoy segura de que vendrá a recuperarlo.

Solo Débora comprendió el significado del conejo, era el único regalo que Julieta le había dejado a su hija.

Por eso, Liliana lo abrazaba todos los días, incluso cuando casi la matan a golpes, no soportaba soltarlo.

Débora recordaba que Liliana no lloraba a pesar de sus constantes pellizcos y gritos. Sin embargo, cuando agarró al conejito y le cortó una oreja, la niña lloró de inmediato.

-¿Segura que volverá? Esteban miró el andrajoso juguete y preguntó con escepticismo. No veía ningún valor en el sucio conejo.

Débora sonrió y dijo con confianza: -No sabías que éste era su juguete favorito, ya que no pasas mucho tiempo con Liliana, Esteban.

Ocupa un lugar especial en su corazón porque su madre se lo dejó. Paula reflexionó un momento antes de estar de acuerdo con el análisis de Débora.

Recordó que Liliana siempre llevaba el conejo a todas partes, incluso al baño.

-¡Qué bien! ¡Espero que vuelva! -dijo Paula. Confiaba en sus habilidades para engañar a una niña.

Los ojos de Débora parpadearon mientras pensaba: -Liliana volverá por el conejo y el loro. No estoy segura de quién es el dueño del loro, pero reside en el bosque que hay detrás de la Mansión Juárez.

Nadie puede acercarse a él excepto Liliana. Por lo tanto, ella volverá a buscarlo. Es imposible pedirle a alguien que lo recoja en su nombre.

-Ya he cosido y limpiado el conejo hace un momento.

Liliana estará encantada de verlo en buen estado -dijo Débora. Esteban abrazó a su mujer y le dijo alegre: -Débora, ¡eres la mejor! Eres tan buena con Liliana, a pesar de que te ha causado tanto dolor.

No solo la perdonaste, también arreglaste su conejo. Te devolveré tu amabilidad cuando los Juárez recuperemos nuestra antigua gloria. Débora se apoyó en el hombre y fingió estar exultante.

-Deseo ayudarte en todo lo que pueda, Esteban. -¡Apúrate, ordena el lugar! -Paula instruyó a Débora. Los sirvientes fueron despedidos de la mansión después de que los Juárez se declararon en bancarrota.

Por lo tanto, no había nadie para instruir a excepción de Débora. Aunque hizo lo que le decían, los ojos de la mujer brillaban de odio cuando nadie la miraba.

Unos Maybach negros se detuvieron frente a la Mansión Juárez. Cualquiera se sorprendería al ver a los ocho encantadores jóvenes junto al poderoso Hugo Castellanos bajando de los autos.

Pero, todo este alboroto era para recuperar un conejo de felpa. Débora, en cambio, prefirió quedarse en el tercer piso y observar los acontecimientos desde el balcón.

Sintió envidia al ver a los ocho hermanos Castellanos y pensaba en cómo cambiaría su vida si pudiera conquistar el corazón de uno de ellos.

A Débora se le paró el corazón cuando vio al hombre que llevaba una camisa de seda negra.

Se colocó las gafas de montura dorada en el puente de la nariz mientras miraba la habitación con una mano en el bolsillo. El hombre con actitud de tipo duro no era otro que Jonás Castellanos.

Débora estaba extasiada al ver al hombre de sus sueños. Jonás era uno de los actores más famosos del país. Era la primera vez que lo veía de cerca.

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