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En una noche de luna llena, Julián estaba mirando el cielo nocturno repleto de estrellas. Al día siguiente comenzaba su último año de preparatoria y luego iría a la universidad.

Su estado de ánimo estaba un poco melancólico mientras pensaba en la universidad. Esperaba poder pasar su último año en la misma clase que sus amigos y no ser sorteado en otra... ¡También seria bueno si al fin pudiera tomar el valor de confesarse a Malena tomando la situación emocional de ser el último año! ¡Quizás tendría suerte!

Con pensamientos que solo preocupan a un adolescente, Julián se quedó profundamente dormido en el techo de su casa bajo el cielo estrellado.

Las horas pasaron y un frío viento sopló haciéndole temblar, pero lo que lo hizo despertar fue un golpe en el pecho que le hizo perder el aire.

- ¡Ahhhh! - jadeó rodando, quitándose lo que tenía en el pecho a la vez que casi se caía del techo - Dios - se quejó aferrándose rápidamente para estabilizarse pues no quería caer y sufrir un fuerte golpe, o peor, despertar a su familia y ganarse un regaño por haberse quedado dormido en el techo - Casi - jadeó.

Miró la hora en su reloj y era un poco más de las doce.

Respirando hondo se acarició de forma distraída el pecho antes de voltear a ver qué demonios le había golpeado, pero no era un qué, sino más bien un quién.

-¿Qué es...? -murmuró acercando su mano a una bola peluda de color rojo que le miraba con enormes ojos curiosos - ¿De dónde salió una cosita como tú? - preguntó con una sonrisa, pero antes de que pudiera tocarle, sus dedos habían sido brutalmente mordidos por la cosita tierna -¡Ahhh! - exclamó pero no pudo decir más al desmayarse al instante.

Para cuándo Julián volvió en si de nuevo, el sol comenzaba a salir y habia movimiento en las calles.

- No puede ser.- se quejó levantándose adolorido por la mala posición en la que se desmayó sobre el duro techo. - Esa cosita peluda... - se quejó mirándose la mano intacta, pero algo llamó su atención. - ¿Que es ésto? - susurró mirando como colgaba de su muñeca un corto hilo rojo.

Agarró dicho hilo sin acordarse de cuándo se había atado tal cosa y tiró de él para quitarlo, pero el hilo no se movió. Tiró y tiró pero nada pasó.

- Ah, mejor voy a bañarme y busco una tijera  -se rindió bajando del techo con cuidado para no ser descubierto.

Silenciosamente se escurrió hasta su habitación, pues su familia ya estaba en movimiento. Tomó sus cosas, rápidamente corrió al baño para darse una rápida ducha y un rápido cuidado facial antes de salir y casi tropezar con Verónica.

-Buenos dias, Julián -alargó.

- Buenos días -murmuró no prestándole atención mientras miraba que el cordón de su muñeca había desaparecido y ahora sólo quedaba una "pulsera" roja. ¿Se habría desprendido durante la ducha?

Sintiéndose curioso decidió no tomarle importancia finalmente, mientras se colocaba su uniforme antes de buscar su mochila para sacar la tijera y terminar de cortar el hilo rojo, más cuando levantó la muñeca, este también había desaparecido.

- ¿Qué demo...?

¿Acaso se estaba volviendo loco?

Confundido consigo mismo, guardo la tijera y tomó su mochila para bajar rápidamente a la cocina, arrojando el asunto a algún rincón de su mente... Quizás fueron los frijoles de anoche, pensó antes de sonreír siguiendo el delicioso aroma a desayuno.

-Buenos días, mam... saludó al entrar, pero se detuvo al ver un hilo rojo salir del pecho de su madre.

- Buenos días, Juli - saludo alegremente la mujer - ¿me ayudas a poner la mesa? - pregunto luego de estampar un beso en la cabeza de su hijo.

𝚂𝙾𝙻𝙾 𝙰𝙼𝙸𝙶𝙾𝚂; 𝚎𝚗𝚣𝚞𝚕𝚒𝚊𝚗Donde viven las historias. Descúbrelo ahora