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Las clases iniciaron un viernes, por lo que Julián tuvo dos días libres para sentirse completamente miserable.

Tratando de entender su nuevo poder había salido de su casa a varios lugares e incluso había seguido algunos hilos rojos. Cuando fue al registro civil, las parejas que conformaban un matrimonio estaban
unidas por un solo hilo en sus pechos. Las personas que iban a citas estaban unidas por sus muñecas, tobillos a alguien en el pecho, y algunas parejas estaban unidas por sus pechos y ya.

-Es tan complicado -se quejó habiendo tenido una resolución y un poco más de entendimiento, pero el nudo en su pecho no se deshizo.

-Luces de muy buen humor, ¿te pasó algo bueno? -preguntó Cristian levantando una ceja.

Julián solo sonrió y pasó un brazo por sus hombros.

-Ah, Cristian, compañero, ¿has visto esta cara? -se señaló con un gesto suave- ¿Cómo no voy a estar feliz al haber nacido con semejante bendición? -suspiró en un tono coqueto.

-Eh…

-Alguien amaneció con el ego por las nubes
-murmuró Paulo.

-Y con el sexappeal también -dijo guiñándole un ojo a un par de chicas que pasaron y soltaron risitas.

-Es bueno tener confianza en uno mismo -asintió entrando en el salón para ocupar sus respectivos puestos.

Cristian rió.

Una vez que ocuparon sus lugares, Paulo se acercó a sus dos altos compañeros para charlar con Cristian sobre cierto proyecto que estaba planificando.

Excluido de la charla de cerebritos, Julián
simplemente echó una mirada a sus compañeros de clases... Deteniéndose por un momento en Malena, de quién un hilo salía de su pecho. ¿Ya tendría una pareja destinada de forma definitiva?, se preguntó antes de solo suspirar y sacar su celular para jugar algún juego mientras llegaba el profesor, pero mientras la pantalla cargaba, pudo ver cierto mullet entrando al salón.

-¿Por qué de todos los salones él tenía que tocar aquí? -se quejó recostándose más en la silla.

Nunca le había agradado Enzo y sus aires de "soy el mejor". Bueno en los deportes y en las clases, ¡alguien simplemente no podía ser tan bueno! Seguro tenía
algún oscuro secreto, como que su fea greña era una peluca. Las docenas de personas que ataban hilos a sus tobillos en definitiva deberían de estar ciegos.

-Por qué te desagrada tanto? Solo hemos compartido clase con él como dos veces -consideró Cristian.

-No lo sé, quizás sea ese feo mullet -refunfuñó con un puchero antes de escuchar la música de su juego y prestarle atención- Uhm.

O el montón de hilos rojos que le ponían de mal humor.

-Con ignorarlo debe ser suficiente -comentó.

Julián lo pensó igual, pero al ver por el rabillo que Enzo se sentaba tras él, el bello de su nuca se erizó.

¿¡Por qué de tantos asientos se sentaba atrás?! Esto le hizo encogerse más en su asiento, enfurruñándose hasta que el profesor Aimar entró en el aula.

-Buenos días, chicos -saludó el hombre dejando algunas cosas sobre el escritorio mientras los alumnos saludaban al unísono- Este año seré su profesor guía de nuevo -informó mientras algunas
celebraciones se extendían en el aula, sobre todo celebraciones femeninas.

Pero a pesar de todo lo atractivo que era el profesor, solo había un hilo saliendo de su corazón. Ah, las personas atractivas tienen tanta suerte, pensó el castaño de forma distraída.

𝚂𝙾𝙻𝙾 𝙰𝙼𝙸𝙶𝙾𝚂; 𝚎𝚗𝚣𝚞𝚕𝚒𝚊𝚗Donde viven las historias. Descúbrelo ahora