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- Me alegra que estemos en la misma clase. - alargó felizmente Julián mientras caminaba al salón seis A. - Los tres mosqueteros no serán separados, ¡no señor! - alargó de buen humor.

Luego de la maratón de ciclismo que hizo hasta llegar al colegio, Julián se había calmado un poco respecto a ver hilos rojos y aprovechando todo el disturbio del primer día de clases, aprovechó de investigar en San Google que demonios le sucedía y resulto ser que... ¡Ahora veía los hilos rojos del destino! Lo cual no era nada malo, ¡pues no se estaba volviendo loco! Bueno, si, pero solo a medias.

Sonrió a sus compañeros.

- La única desventaja es que estamos algo lejos del comedor. - Consideró Cristian, a quien un hilo rojo le salía del pecho y se perdía escaleras abajo.

- Es la desventaja de ser los mayores de ultimo año. - suspiro Paulo, quien también tenia un hilo en el pecho que se perdía mas allá de la ventana. - Pero también una buena ventilación, sin duda no pasaremos calor en el verano.

Todos a su alrededor tenían hilos rojos, bien saliendo de sus pechos, muñecas o atados a los tobillos, cosa que le confundía un poco pues internet decía que iba en el dedo... Pero fuera de eso, todos tenían hilos rojos, todos excepto él. La sonrisa de Julián tembló pero nadie lo notó.

- Oh, tu no cuentas como mayor precisamente. - bromeó Julián queriendo espantar a los fantasmas que querían invadir su corazón... pues ¿acaso él no tendría una persona destinada? - Te saltaste años. - jugueteo pasando un brazo por su hombro para despeinar su cabello.

- No hagas eso. - Se quejo Paulo tratando de soltarse, sosteniendo con su mano libre los lentes en su nariz.

-¿Qué dices? Lo siento, no te escucho desde allá abajo -bromeó aferrándole bajo su axila mientras le despeinaba más.

¡No pudo evitar molestar a esta pequeña persona que veía cómo su hermano menor al enterarse que había alguien que le gustaba! ¡Ah! ¿Qué tipo de persona
sería la persona de Paulo?

-¡Te mataré si no me sueltas ahora! -se quejó con el cabello esponjado con un erizo.

El castaño rió parando su tortura.

Sin miedo a la muerte, Julián caminó de espaldas por el pasillo, manteniendo vigilado al pequeño gremlin hasta que pronto sintió que uno de sus pies no tocaba
el suelo.

-Tu realmente pareces un pequeño gremlin -rió soltándole antes de huir varios pasos y escudarse tras Cristian- Amigo, ¡esa cosa va a morderme! -bromeó antes de correr al salón- ¡No corras en los pasillos, Paulo! -le dijo subiendo las escaleras de tres en tres.

Era una buena ventaja tener piernas largas. Una vez que legó al último piso, esperó en la cima de las escaleras- Muy lento - alargó divertido a Paulo.

Sin miedo a la muerte, Julián caminó de espaldas por el pasillo, manteniendo vigilado al pequeño gremlin hasta que pronto sintió que uno de sus pies no tocaba
el suelo.

-¡Ah...! -exclamó al notar que había olvidado un peldaño en ese pasillo y por no verlo, ahora caería hacia atrás y moriría!

Aleteó miserablemente en un vano intento de aferrarse a algo para no caer, sintiendo cómo la gravedad afectaba su cuerpo. Cerró los ojos esperando el duro golpe contra el suelo, pero este nunca llegó y en cambio se golpeó contra otra cosa dura...

- ¿Eh? -murmuró abriendo los ojos y subiendo la mirada sólo para encontrarse con un par de ojos marrones.

Julián se congeló. Se había golpeado contra el duro pecho de Enzo Fernandez... Acaso... ¿Acaso su pecho estaba hecho de plomo?, pensó avergonzado y adolorido mientras observaba el ceño fruncido del muchacho en sus atractivo rostro, hasta que le tomaron del cuello de la camisa para jalarlo hacia adelante y enderezarle.

- ¿Estas bien? -le preguntó Cristian preocupado.

-Si... -murmuró sobándose el cuello antes de mirar a la persona que había golpeado- Lo siento, amigo -dijo echándole un vistazo a Enzo.

-Presta más atención -murmuró subiendo el escalón para seguir su camino.

Julián hizo una ligera mueca y rodó los ojos para luego encontrarse con la mala mirada de una jóven que subía las escaleras en ese momento antes de seguir su camino tras Enzo.

-¿Ofendiste a esa chica? -preguntó Cristian al también notarlo.

-Debes dejar de coquetear con todo lo que se mueve, Julián -negó Paulo.

-¡Yo no lo hice! No sé quién es -se apresuró a defenderse mirando que del tobillo de la niña un hilo rojo se perdía entre muchos otros escaleras abajo, pero de su pecho salía otro que se ataba a un gran conjunto de hilos en el tobillo de Enzo.

Julián se sintió confundido tratando de razonar un poco. En el camino había visto cosas parecidas, por lo que llegó a la resolución de que el hilo que sale de la persona A y se une al tobillo de la persona B, significa que le gusta, ¿pero no que están destinados?

¿Mientras que el hilo de aquellos que se unen en su corazón si? No pudo evitar rascarse la cabeza, sus nuevos poderes eran algo complicados...

-Si no lo hiciste, entonces no hay que tomarle importancia -se encogió de hombros Paulo decidiendo que todavía debía apoyar a su coqueto amigo- Hay personas que simplemente tienen problemas mentales... -dijo y se acercó para con facilidad tirarle de la oreja- Ahora discúlpate y no te mataré -repuso con una sonrisa.

Durante las primeras palabras de Paulo, Julián pensó que la razón de tal mirada era porque había caído en el pecho de la persona que le gustaba, ¡lo cual era absolutamente tonto porque había tropezado!

Además, ¡¿qué tenía de bueno el emo de Enzo?! ¿Acaso no siente un peso con ese montón de hilos en sus tobillos?

-Ah, tiempo -exclamó al sentir el tirón en su oreja- ¡Ay! Después de casi caer y morir, pido piedad -suspiró- ¡Lo siento! No puedes matarme y privar al mundo de Julián Alvarez -exclamó sin ánimos, pues la docena de hilos de Enzo le había recordado que él no tenía ninguno.

-Bien -aceptó al ver el ligero decaimiento en su amigo antes de soltarle la oreja- Te disculpo por hoy asintió subiéndose los lentes con un dedo- El mundo no se estaría perdiendo de mucho, hasta le haría un favor -añadió divertida.

-Sí, sí, ¡repítelo hasta que lo creas!

Los tres terminaron de llegar al salón y por
cuestiones de altura, Paulo se separó de sus amigos tomando un asiento adelante, mientras que los altos Julián y Cristian se sentaron atrás para no molestar a nadie.

-No te ves bien -murmuró Cristian a su amigo.

-Quizás se me bajó algo del miedo a romperme la cabeza contra el suelo -sonrió soltando una excusa rápida sin problemas.

Cristian, amigo, aparentemente estoy destinado a estar sólo, quiso decirle, pero ¿cómo le explicaría que una cosita pequeña y adorable le había mordido anoche y que ahora podía ver hilos rojos? Y que todos tenían uno o más, menos él. Sin duda era algo descabellado que no sabía explicar, no dudaba en que Cristian le creería, pero... El actual shock de descubrir que no le gustaba a nadie y que no tenía un destinado... Vamos, incluso le gustaba Malena y ningún hilo salía de su cuerpo…

¿El realmente no tendría ninguna oportunidad con nadie?

𝚂𝙾𝙻𝙾 𝙰𝙼𝙸𝙶𝙾𝚂; 𝚎𝚗𝚣𝚞𝚕𝚒𝚊𝚗Donde viven las historias. Descúbrelo ahora