CAPITULO 13

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YULIA

No esperaba muchas cosas por las que la señorita Elena me hizo pasar, pero pese a su cara fea, tenía una buena, como toda persona, solo que hasta hace poco ni yo ni ella había sido capaz de verla.

Su burla me dolió más que mil puñales clavados en mi corazón, pero buscó la manera de pedirme disculpas, pese a su arrogancia y egoísmo. Entendió que había hecho mal y, sobre todo, temía a que yo la dejara.

A pesar de todo, no podía entender por qué ella se aferraba a mí, más que a cualquier otra persona que hubiera tenido antes en su vida. Aunque yo me hiciera a la idea de que no era para mí, ella parecía demostrarme lo contrario con sus acciones.

Pues me enseñó a leer, a escribir y a contar. Lo que no creí posible nunca en mi vida, Elena lo hizo posible en semanas. La noté que estaba complacida de que aprendiera rápido y cada que me ponía a leer en voz alta, me equivocaba menos.

Lo que, si no me esperaba, era que me ofreciera una habitación de las de la segunda planta. Eso sí que nunca lo vi venir, estaba siendo demasiado complaciente conmigo e incluso con Lyudmila, la que sería la nueva conductora. La cual, por cierto, claramente se notaba que no era de mi misma clase social, sus ropas eran parecidas a la de la señorita y también iba peinada como antes lo hiciera Elena.

Una vez que la señorita la aceptó, luego de pasar la prueba de manejo y no nos matara a las tres, la llevé hasta la habitación que hasta ese día yo había ocupado. Por suerte no tenía muchas cosas para mover.

―Espero te encuentres cómoda ― le dije dejándola entrar a la alcoba.

Lyudmila la miró y vi como sus ojos castaños, revisaban la estancia de arriba abajo, seguramente no era a lo que estaba acostumbrada, pero sería peor vivir en la calle.

―Eso espero ¿Son tus cosas? ― quiso saber cuándo tomé mis vestidos.

―Sí, pero ya me los llevo para que no hagan estorbo.

― ¿Es cierto lo que dicen de tu patrona?

― ¿Qué dicen? ― pregunté mirándola a los ojos.

―Que es una perversa desviada a la que le gustan las mujeres y que por eso nadie quiso trabajar con ella luego de que sus trabajadores se fueran.

―Si vas a hablar mal de la persona que te va a dar de comer y tener bajo su techo, será mejor que te vayas. Si vas a quedarte, no deberías hablar de esa forma.

― ¿Eres su amante? — preguntó mirándome con ojos llenos de malicia.

―No soy su amante ― dije firmemente mirándola a los ojos para que no le quedara duda.

― ¿Entonces porque te quedaste? ¿Por qué la defiendes de esa manera?

―Porque, al igual que tú, no tengo a dónde ir y ella no es tan mala. No creas en todo lo que te dicen.

―Ya el tiempo dirá si es verdad lo que dices.

Lyudmila siguió observándome y a mí me estaba inquietando su manera de mirar.

―Tú no eres como yo ¿Por qué dejaste tu vida de niña rica? — pregunté para distraerla y para de ese modo ser tan ponzoñosa como ella.

―Por enamorarme de quien no debía.

―Parece que el amor hace que algunas personas no tengan el poder de pensar cuando se enamoran — dije pensando en Elena.

―No es eso, lo que pasa es que le crees a todo lo que dice ¿Nunca te has enamorado?

―Claro que sí, pero no he llegado a ese punto de estupidez. Además, de quien me he enamorado jamás se fijará en mí.

― ¿Es de clase alta?

Fidelidad y Sentiemiento (Adaptacion t.A.Tu. +18 suave)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora