CAPÍTULO 16

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LYUDMILA

Había recorrido todas las casas de buena posición económica en busca de trabajo, pero en ninguna quisieron aceptarme, ya que todas las que me recibían eran mujeres mayores, que apenas verme una sola vez de pies a cabeza, se daban cuenta por su experiencia de madres, que iba a ser una en unos meses y sin miramientos me despedían de la entrada porque decían no les serviría de mucho en poco tiempo.

Así que, por necesidad, tuve que tocar la puerta de la casa de la mujer, de la que, hasta hacía poco, era la comidilla de todo el pueblo, por qué decían que era una desviada pervertida, que hacía que las mujeres jóvenes, realizaran actos que no eran bien vistos ante los ojos de Dios.

Era la única puerta que me quedaba por tocar y cuando lo hice, una mujer joven de ojos increíblemente azules, fue quien me abrió. Por un momento creí que era la dueña de la casa, pero al ver la manera en que se dirigía a mí, me hizo saber que era la única criada que le quedaba y solo porque había sido comprada.

Aun así, noté que llevaba un bonito vestido y cuando me llevó delante de la dueña de la casa, me di cuenta de la manera un poco rara y peculiar en la que ellas se hablaban. Pero me causó más gracia, el ver cómo la criada de ojos azules la convenció para que me quedara y me diera techo y comida, luego de que pasara la prueba de manejo. Me alegraba que mi capricho de aprender a conducir, me sirviera ahora para poder sobrevivir.

―Espero te encuentres cómoda ― me dijo Yulia, cuándo me llevó a la habitación que ocuparía.

Observé la habitación con desdén, no me podía creer que mi padre me hubiera corrido, pero al menos tendría dónde comer y pasar las noches.

―Eso espero — le respondí — ¿Son tus cosas? ― quise saber cuándo la vi tomar los vestidos de un viejo baúl de madera.

―Sí, pero ya me los llevo para que no hagan estorbo.

― ¿Es cierto lo que dicen de tu patrona?

― ¿Qué dicen? ― preguntó mirándome a los ojos de manera recelosa.

―Que es una perversa desviada a la que le gustan las mujeres y que por eso nadie quiso trabajar con ella luego de que sus trabajadores se fueran.

―Si vas a hablar mal de la persona que te va a dar de comer y tener bajo su techo, será mejor que te vayas. Si vas a quedarte, no deberías hablar de esa forma — me dijo de manera tranquila, pero dejándome ver lo que sentía por Elena.

― ¿Eres su amante? — pregunté con malicia, aunque sabía cuál sería su respuesta.

―No soy su amante ― dijo firmemente mirándome a los ojos para que no me quedara duda.

― Entonces, ¿Por qué te quedaste? ¿Por qué la defiendes de esa manera?

―Porque, al igual que tú, no tengo a dónde ir y ella no es tan mala. No creas en todo lo que te dicen.

―Ya el tiempo dirá si es verdad lo que dices.

Yo, continúe observándola y la estaba inquietando mi manera de mirar.

―Tú no eres como yo ¿Por qué dejaste tu vida de niña rica? — quiso saber de repente.

―Por enamorarme de quien no debía.

―Parece que el amor hace que algunas personas no tengan el poder de pensar cuando se enamoran — dijo.

―No es eso, lo que pasa es que le crees a todo lo que dice ¿Nunca te has enamorado?

―Claro que sí, pero no he llegado a ese punto de estupidez. Además, de quien me he enamorado jamás se fijará en mí.

― ¿Es de clase alta?

Fidelidad y Sentiemiento (Adaptacion t.A.Tu. +18 suave)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora