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"Requisitos"

☆☆☆

 -Lo lamento, majestad, pero la reina ha perdido al bebé -la voz del anciano llegó a los oídos de Potter como un tormento-

Era la quinta vez que Cho tenía un aborto imprevisto, según los doctores del reino, incluso de todo el continente, su esposa no tenia la capacidad de soportar un feto en crecimiento dentro de su útero. La asiática le había rogado que siguiesen con el proceso las veces necesarias hasta que ella lograse llegar a termino del embarazo, pero la única vez que lo logró, el bebé había muerto durante el parto. Harry era consciente de la presión sobre sus hombros, él era el ultimo sucesor del trono, debía tener un hijo lo antes posible para que el linaje no se perdiese y los cortesanos de la cámara le arrebataran el puesto de rey. No era tan despistado como se creía, era consciente de que los cortesanos esperaban el momento adecuado para atacarlo con supuesta burocracia, por lo que debía elegir muy bien a sus aliados y su estrategia para preservar el trono que pertenecía a su familia hace ya cuatro generaciones...

Su madre se había mantenido en silencio como muestra de respeto hacia Cho, aun si la odiaba ella comprendía el dolor de perder un hijo, el hermano mayor de Harry había fallecido durante las guerras con las otras naciones hace ya siete años, por lo que su hijo menor se vio en la obligación de tomar el cargo del reino y asegurarse de que este no colapsara. A pesar de las trágicas circunstancias en las que Harry asumió como rey, tuvo un buen reinado, era justo y leal al pueblo, evitaba cualquier tipo de abuso de poder de parte de los cortesanos y se aseguraba de que no existiera la pobreza, todos en el reino lo adoraban. Luego de dos años siendo rey la familia Chang, de la nación aliada de Ravenclaw, ofreció a su hija como un dote para reavivar las alianzas que tenían las naciones.

Cho era hermosa, eso nunca lo negaría, pero era algo insípida para su propio gusto. Solía pasar horas viendo su reflejo en el espejo, era algo brusca al hablar con los sirvientes y siempre regañaba a Harry por no pasar suficiente tiempo con ella. Parecía no entender que Harry evitaba una posible y cercana guerra con la nación de Slytherin, por lo cual apenas si estaba en el castillo y lograba dormir a lo mucho unas dos o tres horas cada dos días.

-Yo... -Cho se mantenía cabizbaja cuando comenzó a hablar- creo que debemos dejar de intentarlo, Cho.

La azabache alzó la vista y sus ojos estaba llenos de ira y lágrimas de coraje.

-¡Es tu culpa, Harry! -gritó con furia, descolocando tanto a madre como a hijo- ¡Solo dilo y ya! ¡No deseas tener hijos conmigo, deseas a otra perra en lugar de mí, eres un desgraciado infeliz, por tu culpa no puedo tener hijos, tu eres el maldito problema aquí! -sus gritos provocaron la cólera de Lily, quien se levantó furiosa y salió de la habitación, si seguía escuchando a aquella mujer explotaría en ira-

El interior de Harry se revolvió al oír las hirientes palabras de la asiática, la ilusa en serio creía que él no deseaba hijos. Si, no la amaba, pero la apreciaba algo, al menos hasta que ella le comenzaba a culpar por todos y cada uno de sus problemas, que el clima era su culpa, que la rebeldía e insolencia de los sirvientes era su culpa, que sus abortos eran su culpa ¿Qué no podría admitir que era ella quien no deseaba tener hijos? Harry la había escuchado durante las interminables noches quejarse de que no deseaba ser madre, que desearía que los niños muriesen antes de nacer, que el propio Harry muriera. Esas habían sido las peores noches del rey...

Con un suspiro derrotado, el azabache se levantó y salió de la habitación, de fondo aun lograba escuchar a su esposa gritar que los niños eran unos bastardos al igual que él, que lo mejor que le había pasado era haber abortado, sin tener en consideración que con cada palabra que decía, abría un hueco en el corazón de Potter.

En el salón, su madre aguardaba junto a uno de los sirvientes, Percy, a que su hijo apareciese.

-Debes buscar una concubina, cielo -explicó mientras acariciaba las mejillas de su primogénito-

Le había dado esa opción desde el primer aborto de Cho, pero por respeto y devoción a ella nunca lo tomo en cuenta como un consejo real, pero en tales circunstancias ya entendía la preocupación de su madre. Si el consejo tomaba el cargo de la nación, todo se iría a pique, esos hombres tenían avaricia por montones y no dudarían en quitarles todo a los habitantes de la región. Él no podía permitir que aquello ocurriera.

-Muy bien -habló viendo al pelirrojo que se mantenía en pie y silencio, esperando una orden- deberás escribir mis requisitos, Percy.

...

-Rubio.

-Ojos preciosos.

-Que sepa leer y sea inteligente.

-Mayor de dieciocho años.

-Mujer o doncel.

...

La búsqueda que Percy le implantó a los demás lacayos era de suma importancia, pero él no podía abandonar el castillo, la reina Cho no se lo había permitido y el rey Harry simplemente había ido hacia Hufflepuff a hablar sobre sus estrategias de batalla con Cedric Diggory, el capitán del ejército de Hufflepuff.

Cho ignoraba todo acto que llevaban a cabo los sirvientes, para ella, esos seres no interesaban, era lo más bajo que podía haber y los decidía ignorar hasta que alguno se comportase de manera inadecuada y le obligasen a orillarse a la violencia, que en casos solía ser desmedida y acababa en malos términos. En la servidumbre había dos bandos, los que temían de la reina y los que la odiaban y repudiaban con todo su ser. Entre todos se cubrían las espaldas y ayudaban a los demás a evitar castigos brutales de parte de la asiática, quien no tenía un mínimo de compasión con ellos...

𝓒𝓸𝓷𝓬𝓾𝓫𝓲𝓷𝓪Donde viven las historias. Descúbrelo ahora