IV

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"Decisión"

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El transcurso del desayuno ocurrió en un silencio incómodo de parte de la familia real en el comedor, mientras que, en aquella habitación alejada de allí, los jóvenes reían de buena gana y hablaban sin presiones, felices entre ellos mismos.

Rieron aún más cuando Draco se quejó de un leve dolor de cabeza.

-Tú bebiste una botella entera, es normal que estés así -dijo serenamente Fleur-

Eran dos donceles y cinco chicas; Draco y Antoine, eran los donceles, mientras que las chicas eran Fleur, Daphne, Luna, Anne y Cassandra. Físicamente todos eran parecidos, pero en la actitud y forma de actuar cada quien resaltaba a su propia forma, durante aquellos tres días de viaje se conocieron, sabían de antemano que solo uno seria concubina y aun así eran amigos, la mayoría venia de una familia muy... controladora y estricta por decir lo menos.

-Oh, cielos -se quejó en cuanto le entregaron un paño húmedo- ¿Por qué no me detuvieron?

-Lo intentamos -explicó Luna tan risueña como siempre- pero dijiste que tú podías soportar el alcohol como pez soporta el agua.

-bien, nueva regla; no me hagan caso si tiene que ver con alcohol -dijo Draco con una mueca- o si yo soy quien beberá el alcohol.

Con una serie de carcajadas y bromas fuera de lugar los chicos terminaron de comer, luego buscaron sus mejores ropas y se peinaron los unos a los otros, todos estaban de acuerdo en que debían de verse presentables para evitar un regaño de aquel pelirrojo que ya les había advertido que él se encargaría de convertir a la concubina en un miembro honorario de la familia real, moldeando a la perfección cada requisito de parte del rey Potter.

Con un coro de risas de fondo, todos salieron de la habitación en la que se hallaban, encontrando a Percy a un lado de la muralla de enfrente. Al ver como el grupo ya se encontraba listo, Percy los guío hasta el salón real, lugar donde podía apostar que la reina estaba furiosa y que, para la noche, todos ya habrían escuchado una serie de insultos dirigidos al rey y a sus antepasados. La ultima vez que aquello ocurrió fue luego del primer aborto espontaneo de la asiática, se hallaba furiosa y no dudó en gritar y hacer un escandalo dentro del castillo, para finales del mes, cada dama de compañía de la reina utilizaba mangas largas para ocultar los moretones y rasguños que la azabache les hacia cada que intentaban consolarla con palabras, comida o regalos que le enviaban a modo de consuelo.

En cuanto entraron los sietes jóvenes Cho apretó sus labios con fuerza y los miró con odio puro y nítido, las damas de compañía, esta ves presentes, ahogaron una exclamación ante la belleza de los donceles y las señoritas, se veían como un grupo de muñecas costosas que las niñas de privilegios pedían para sus cumpleaños. Debian admitir que aquel grupo poseía más belleza que la propia reina, pero claramente jamás dirían aquello en voz alta, ya habían tenido palizas por tan solo ver al rey a los ojos y no esperaban morir a manos de la reina por un comentario fuera de lugar como ese.

El rey asintió en dirección de Percy, quien caminó hacia delante y habló con voz firme y estoica.

-Draco Lirius Malfoy -llamó en voz alta, ganándose una mirada llena de curiosidad de parte del doncel mencionado- el rey Harry James Potter le ha elegido como su concubina real, permitiendo que los jóvenes a su lado queden como sus damas y doncel de compañía -explicó con seriedad, sin ver directamente hacia la reina, seguro de que esta se encontraba roja de ira-

El doncel titubeo un momento y frunció el entrecejo sin comprender aquello. ¿Por qué él y no alguno de los demás? No se menospreciaba o algo por el estilo, pero los demás eran mejores partidos, él tenia un pésimo genio, era orgulloso y jamás dejaba que le ganasen... suspirando rendido, asintió lentamente, dando a entender que comprendía aquello más no lo aceptaba.

-Hasta que la ceremonia de presentación no se lleve a cabo, seguirá siendo tratado como lo ha sido hasta ahora, seguirá descansando en la misma habitación y no podrá solicitar nada a los sirvientes... -la monótona voz del pelirrojo simplemente le hizo asentir, quería irse de allí y dejar que alguno de los otros tomase su lugar-

☆☆☆

En cuanto Cho vio como aquel tedioso grupo se retiraba del salón, se permitió hablar.

-¿Tenías que escoger a una maldita perra que seguro hallaste en un prostíbulo? -preguntó mordazmente la asiática-

Con furia, vio como su marido simplemente la veía seriamente y quitaba la mirada. La ignoraba, ni siquiera se dignaba a respetarla frente a sus damas de compañía, quienes se hallaban con las rodillas en el suelo, simplemente les permitió estar de pie por aquel grupo de perras.

-¡Responde, maldito desgraciado! -gritó con enojo, provocando un escalofrío en sus damas-

-Cho, ya cállate -le ordenó Harry, ya harto de la azabache, vio a las señoritas en el suelo y habló- pueden retirarse, vayan a comer y luego busquen a la reina en su habitación.

Sin esperar más de lo necesario, las señoritas se levantaron, hicieron una reverencia exagerada y salieron corriendo hacia las cocinas, el rey sabía que se saltaron el desayuno simplemente por el gusto de Cho, enojando aun más con ella por aquellos comportamientos estúpidos. Roja de furia, la azabache dio media vuelta y fue directo a la salida, su marido ya le había hartado, pero si lo dejaba perdería todo; su dinero, su posición y sus lujos, y ella no lo permitiría, no sin dar pelea y defender su título, además, si Harry obtenía a su mocoso, ella lo criaría como si fuese su madre y jamás dejaría que su marido se apartase de su lado para quedarse con su concubina, quien era bastante hermoso debía de admitir, pero ella sabía cómo cautivar a un hombre por lo que no seria complicado tener a Harry a su lado por lo que durase su vida. 

𝓒𝓸𝓷𝓬𝓾𝓫𝓲𝓷𝓪Donde viven las historias. Descúbrelo ahora