III

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"Nuevos Amigos"

☆☆☆

Los campos verdes le dieron la bienvenida al reino de Gryffindor, con pesar, Draco debía admitir que los paisajes de la nación vecina eran hermosos, no tan verdosos como en Slytherin, pero tenía un toque casi mágico. Hasta donde lograron comprender al lacayo que les guiaba, el rey y la reina les esperarían en el salón real para que el rey Potter decidiera quien tendría el honor de ser su concubina.

Con algo de tranquilidad, Draco recordó la charla que había tenido con los demás donceles y las chicas; eran un grupo de ocho jóvenes, incluyéndose a sí mismo. "Vaya, eres más alto que todos nosotros" recordó a una de las chicas decir aquello y sonrió, era algo obvio a simple vista. Mientras los demás rozaban el metro sesenta, Draco superaba el metro setenta... una altura poco vista en donceles, ya que la altura estimada para ellos era de un metro sesenta como máximo. Los demás elogiaban aquella característica de Malfoy, encantados con el hecho de que este utilizara tacones para verse aun más alto, para ellos, Draco era un sol de los dioses y no tenían la menor duda de que el rey Potter caería ante los pies de aquel doncel de belleza etérea y risa estruendosa si se lo proponía, después de todo habían viajado más de tres días juntos, llegando a conocer ciertos detalles de las vidas de los demás.

Al entrar al salón lograron ver a los reyes quienes se hallaban de pie, el lacayo prácticamente corrió a besar el dorso de la mano de la reina, quien se veía furiosa al ver a aquellos jóvenes de pie, como si fuesen ratas corriendo por las cocinas. Según ella tenía entendido Harry no haría nada por conseguir una concubina, después de todo sus peleas solo eran culpa de él y su habilidad para callar y no apoyarla en nada de lo que ella deseaba. Con aspereza divisó como su marido caminaba hacia aquellas rameras sacadas de un prostíbulo tal vez, buscando su remplazo... la simple idea le enfurecía aun más que el hecho de no tener el maldito bebé que Harry y Lily esperaban con ansias.

Vio como su marido caminaba por entre los jóvenes y asentía en dirección de Percy, quien asintió de vuelta y dando un par de aplausos los otros sirvientes entraron a trote parejo y retiraban a los donceles y las señoritas lejos del salón real, dejando a los reyes a solas.

-¿Ya conseguirte una perra que pueda parir a tu mocoso? -preguntó con veneno inyectado en cada una de las palabras la azabache-

Se encolerizó aun más al ver como Harry simplemente pasaba de ella e iba en dirección a la salida, tal vez a reunirse con Percy para dejar en claro los detalles de quien sería su concubina. Sabia por Lily, que Harry haría una ceremonia de presentación para su concubina, dejando en claro que nadie más que él podía tocar a aquella barata. Su marido podía llegar a ser tan despreciable cuando se lo proponía.

En las afueras del salón real, Harry hablaba con Percy acerca de quienes sería su concubina. Debía admitir que aquel doncel le había cautivado, aquel par de ojos grises moteados de azul eran llamativos al igual que el resto del cuerpo del joven doncel, Harry estaba seguro de que nunca había visto a alguien tan pálido en vida como aquel chico, dándose cuenta de inmediato del contraste de sus colores de pieles sintiéndose lleno de alegría al imaginar una generosa combinación en un bebé entre los genes del doncel y él. Podría apostar la mitad de su reino de que su hijo sería envidia de muchos por su belleza, estaba seguro de aquello.

-La ceremonia se llevará a cabo dentro de dos semanas -el azabache vio como el pelirrojo asentía en comprensión- ya sabes a quien elegí, por lo que deberás dejar a los demás repartidos entre las tareas del castillo y demás.

El pelirrojo asintió de acuerdo y con una reverencia salió de prisa hacia los dormitorios de aquel grupo de jóvenes. Creyendo que los hallaría muriendo de nervios, decidió que los sirvientes llevaran una botella de vina y copas necesarias para que los jóvenes se relajaran un poco.

Al entrar al dormitorio se halló un verdadero espectáculo; el joven al que el rey eligió como concubina tomaba de la botella directamente mientras los demás reían alegremente y aplaudían, como si no se hallaran en un momento crucial que definiría su destino dentro del palacio. Carraspeó con incomodidad, llamando la atención de todos los que se hallaban en el cuarto.

-El rey a informado que mañana dará su decisión, por lo que les esperaremos en el salón real después del almuerzo -les avisó aun viendo como el rubio seguía bebiendo sin respiro-

Los demás asintieron y volvieron a mirar al chico fijamente, riendo emocionados al ver como este se acababa la botella, soltando un suspiro aliviado al separar sus labios de la botella.

-Listo, gané -dijo el de ojos grises con una sonrisa satisfecha- paguen, paguen -canturreó feliz-

Percy se hallaba impactado al ver la resistencia al alcohol de parte del doncel, este se hallaba hablando como si nada, en total esplendor sobre aquel par de tacones como si nunca hubiese bebido una sola gota de vino.

Asintiendo lentamente decidió salir del dormitorio e ir hacia el dormitorio de la señora Lily, tal vez necesitaba alguna cosa y él debía de estar atento para aquello. Durante el resto de la noche, dentro de aquel dormitorio las risas llenaron cada espacio al igual que la felicidad, todos se hallaban animados al ser conscientes de que ninguno regresaría a aquella vida dentro de sus pueblos, aun si los echaran del reino, eran libres y no debían rendir cuentas a nadie, era la mejor situación en la que habían estado en años y al conocer a otros chicos con los que podían quejarse de todo y todos era relajante, sabían que solo uno sería la concubina del rey Potter y los demás serían sirvientes dentro del castillo o tal vez los dejarían libres... cualquier opción era un ganar-ganar para ellos. 

𝓒𝓸𝓷𝓬𝓾𝓫𝓲𝓷𝓪Donde viven las historias. Descúbrelo ahora