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"Con gusto besaría por donde caminas"

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Ginny era una joven atractiva, de senos firmes y caderas anchas en sus tiernos dieciocho años, pero ella no tuvo suerte en cuanto a buscar marido hablamos, los hombres pasaban de ella en cuanto veían su afán de hacer lo mismo que ellos, al ver su fuerza y lo testaruda que era. "Una señorita hombre", así se referían a ella, como si esperasen que nunca se enterase de ello, que nunca se enterase de los chismes que recorrían cada esquina del palacio Potter. Había perdido la cuenta de las veces que lloro debido a que los hombres le llamaban por apodos tan despectivos, lascivos y sexuales, intentaban sobrepasarse con ella, pero Percy y Ron siempre la defendían, al menos hasta que la reina Cho la tomo como su dama de compañía.

De su nariz brotaba su sangre, manchando su vestido amarillo claro. La reina había llegado del salón real echando chispas por los ojos, por lo que golpeó lo más cercano, quien era Ginny. Las demás se mantenían en silencio y con la cabeza gacha, estaban en medio de un pasillo cuando la reina las halló. Vio como la mano de la azabache iba a impactar una vez más en su rostro y cerró con fuerza los ojos cuando la asiática soltó un quejido adolorido, una mano sujetó con fuerza su muñeca.

-¿¡Quién te crees que eres, maldita perra!? -gritó con molestia la asiática y con los ojos llenos de lágrimas-

-Cierra la boca, eres insoportable -dijo sin dudarlo- ¿Te crees tan fuerte, cariño? Entonces ven y golpéame, que al menos yo te devolveré los golpes sin miedo...

La mirada de enojo y seguridad del rubio hizo flanquear a la azabache, quien solo bajó la mirada avergonzada por que la viesen en aquellas deplorables circunstancias. Mantenía una mirada de superioridad en el par de ojos grises. Fleur entendió que Draco no dudaría en golpear a la reina y decidió intervenir suavemente,

-Draco, suéltala -pidió con su tono de voz tan calmado esperando que el doncel reaccionara y lograsen evitar los problemas- podemos llevar a la pobre chica con nosotros si quieres, pero deja a la reina.

Con enojo mal disimulado, el rubio forzó aún más su agarre antes de mirar a la azabache directo a los ojos.

-Te le vuelves a acercar y te vuelo los dientes a punta de patadas si hace falta -amenazó sin temor alguno-

Con pesar, se separó del cuerpo de la reina y levantó a la pobre pelirroja, quien lo miraba con asombro.

-Oh, querida -se lamentó el grupo de rubios- ven, te llevaremos a nuestra habitación y te repondrás de esto.

Con alivio, la asiática vio como aquel grupo se retiró del pasillo en el que se hallaban. Antes de que girasen en una de las esquinas logró ver como el mismo doncel que la había maltratado y amenazado la miró fijamente a los ojos y le sonrió suavemente... ¡La perra esa le sonrió como si nunca la hubiese sobrepasado en nivel! ¿¡Quién se creía que era!? ¡Ella era la esposa de Harry Potter, rey de Gryffindor! ¡Era totalmente intocable y ese desgraciado le dejó la marca de sus dedos delgados en sus finas muñecas!

Con enojo, Draco entró a fuertes y largas zancadas. ¡Esa mujer era tan insoportable que quería ir y empujar su rostro contra la pared más cercana hasta dejar un hoyo en esta!

Ginny aun se encontraba sorprendida, en todo el tiempo que llevaba dentro del castillo nunca vio que alguien se le enfrentara de tal forma a la reina. Se sobresaltó al ser consciente del lugar en el que se hallaba, giró hasta ver al mismo rubio que la había salvado de la reina y sus ojos brillaron en admiración.

-¡Oh por la madre luna! -exclamó asombrada la pelirroja extasiada de alegría-

Draco alzó la vista, asombrado de la rapidez con la que la chica cruzó la habitación para tomar sus manos entre las propias y verlo directamente a los ojos sonriendo en grande.

-¡Eres el primero que se atreve a enfrentar a la reina! -gritó con emoción- ¡Dioses, en serio besaría el piso por el que caminas si pudiese!

Daphne se percató que la pelirroja debía de tener la misma edad que su hermana menor, Astoria, y movida por la dulzura de hermana mayor se acercó a la menor y se encargó de ayudarle con sus moretones, sorprendiendo a todos al ver aquella espalda blanca y llena de pecas con cicatrices de heridas ya viejas, los brazos con una que otra quemadura ya de un tono rosado pálido.

Los rubios lograron ver como Draco apretaba los labios y se levantaba para ir en dirección a la habitación de la reina, por lo que Cassandra, al estar más cerca de la puerta, lo retuvo entre sus brazos, mientras Luna se encontraba firme en la puerta.

-¡Déjenme que iré a botarle todos sus dientes a esa perra desgraciada! -gritaba el doncel sin sentido de decoro-

Justo luego de ello, Percy entró con su aura tan lúgubre para hablar acerca de las amenazas de parte de Cho cuando vio como una rubia se mantenía firme en la entrada mientras dos rubios más forcejeaban sin descanso y los demás rodeaban una cabellera de color fuego, llamando su atención de inmediato.

-¿Ginny?...

𝓒𝓸𝓷𝓬𝓾𝓫𝓲𝓷𝓪Donde viven las historias. Descúbrelo ahora