VI

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"Ceremonia"

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Aquel día fue uno de los más ajetreados dentro del castillo de los Potter, los lacayos corrían de un lado a otro, apresurados para que cuando llegasen los invitados ya todo estuviese bien acomodado. Las cocineras habían matado a 10 gallinas y 2 cerdos para la ocasión, todo se hallaba en un caos total y evitaban cualquier tipo de accidente. El encargado de vestir a Draco se hallaba observando su trabajo, aparentemente satisfecho de lo logrado con tantas exigencias de parte de la reina en el afán de evitar que aquel doncel resaltase más que ella misma.

El vestido celeste claro con vuelos blancos se amoldaba a su figura, no era precisamente extravagante pero la belleza etérea del rubio le aportaba mayor nivel a su atuendo, un lazo celeste sostenía su cabello trenzado. El rubio utilizaba un maquillaje bastante suave, en la tarea de evitar el disgusto de la reina.

Cerca del mediodía, todos los preparativos ya estaban listos y los invitados se encontraban ya acomodados para observar la ceremonia. Se podía ver a leguas que Cho estaba molesta, por decir lo menos, parecía echar chispas por los ojos de lo furiosa que estaba. Aún si Harry hubiese amado a Cho, debía mantenerse firme en su elección, después de todo había visto al doncel rubio desde lo lejos una que otra vez, quedando maravillado con aquella sonrisa despreocupada, su mirada que irradiaba seguridad y la ayuda que proporcionaba a los sirvientes. Aquel doncel era un sol andante, y Harry apreciaba aquello, se veía a simple vista que Draco sería una madre amorosa y dedicada...

En cuanto se le dio la indicación de entrar al salón real, Draco suspiró y comenzó a caminar con la cabeza en alto, sintiendo a sus damas y donceles de compañía detrás de él. Al entrar, sabía que habría mucha gente, pero nunca se esperó a tal cantidad de personas, había más de trescientos invitados reunidos, quienes al oír las puertas abrirse, giraron en su dirección, viéndole de forma fija y asombrada. Bien, aquello no era nada de qué preocuparse, no, solamente eran trescientas personas viéndole vincularse al rey, lo de todos los días, nada fuera de lo normal.

Sintiéndose algo temeroso, siguió su camino hacia el rey, logró ver el semblante serio y frío de la asiática de al lado, evitando el querer reír y burlarse de esa mujer, era tan despreciable con todo el mundo. Luego del evento de hace unos días, había logrado que Percy hablase con el rey Potter para que su hermana menor quedase bajo tutela de Draco, sorprendiéndose al ver la emoción de la menor al saber la noticia.

Apenas llegó a un lado del azabache, un hombre de aspecto mayor estaba junto a una mujer de cabello rojo fuego, hasta donde le explicaron ella era la madre de Harry, Lily Evans.

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Para el final del día todo estaba hecho; la ceremonia había resultado agradable dentro de lo esperado, el banquete fue arrasado por los invitados, los sirvientes fueron participes de la fiesta por petición de Harry, "Se merecen disfrutar y ser tratados como iguales, al menos esta tarde" había explicado el de mirada esmeralda. Cho había decidido retirarse apenas acabó la ceremonia, con el pretexto de que le dolía la cabeza, había dejado a sus damas de compañía en la fiesta luego de gritarles que no las quería cerca de ella y que eran unas incompetentes.

Para la noche, todos los invitados se habían marchado y el rey Potter les pidió a los sirvientes que mañana recogiesen todo y por esa noche fueran a descansar. En silencio llevó a Draco hacia la que se convertiría en la habitación de ambos.

-Si no te sientes seguro con esto podemos... -empezó hablando el azabache- dejarlo para otro día.

El rubio alzó la mirada hacia el azabache, se encontraban frente a la puerta de la habitación. Sonrió suavemente y se acercó hasta el mayor para así besarlo castamente.

-No tengo problemas, mi señor -respondió Draco con una suave sonrisa-

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Aquel pequeño beso había desatado algo en el interior de Harry, un sentimiento de posesividad le comenzó a consumir lenta y ferozmente. Sus manos picaban de ansias y su entrepierna se encontraba más que firme. Tenía al rubio aprisionado contra una de las paredes junto a la puerta, aún a la vista de todo aquel que rondara por el pasillo a esas horas.

Las lenguas de ambos se retorcían sin tregua, aguardando a que alguno se rindiera en aquella pequeña batalla. Uno de los brazos del azabache mantenía la pierna derecha del rubio firme en su cadera, permitiéndole dar movimientos lentos con su pelvis, sacando jadeos y gemidos de la boca del menor, quien se afirmaba con fuerza de su espalda.

-Mi señor... -jadeó el rubio, en busca de aire- la habitación...

La vista que tenía Potter era gloriosa, su bonito rubio estaba sonrojado, con los ojos llorosos y brillantes, la boca entreabierta en busca de aire. El cuerpo del menor se movía con leves espasmos y parecía que si lo soltaban, sus piernas se doblarían y caería hacia el suelo.

-Precioso -murmuró Harry, con la mirada nublada en placer-

Entre tropezones y besos subidos de tono, el mayor llevó al menor dentro de la habitación, con rapidez, volvieron a juntar sus cuerpos con desespero. Las manos de ambos se removían por el cuerpo del contrario con el deseo de tomar tanto como fuese posible, tanto como sus cuerpos se los permitieran. El azabache levantó al rubio por los muslos y lo cargó hasta la cama, donde lo acomodó para volver a pegarse y frotarse con crudeza.

El rubio soltó un gemido al sentir unas manos descender hasta sus piernas, que fueron sujetadas con firmeza, estaba seguro de que aquello dejaría marcas.

-Mi hermoso doncel -habló el azabache, recorriendo el cuello del rubio, provocando aun más jadeos y espasmos en el cuerpo de este- mi precioso chico, la futura madre de mis hijos ¿Cierto, cariño? ¿Me dejaras llenarte de mis hijos, me dejaras mantenerte hinchado tantas veces se me permita?

Draco sentía que todas esas sensaciones le carcomían la mente, dejándole indefenso y expuesto, pero le agradaba la idea de ello, le encantaba que su señor Harry le dejase en tal bruma de placer con solo unos besos y caricias, significaba que su cuerpo respondía a él sin problema alguno.

....

Bien, antes que nada... El otro capítulo tendrá todo lo explícito, así que valdrá la pena la espera, creo.

𝓒𝓸𝓷𝓬𝓾𝓫𝓲𝓷𝓪Donde viven las historias. Descúbrelo ahora