Hasta nunca

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Senku abrió los ojos lentamente, escuchando las leves perturbaciones en el agua típicas de Kohaku acercándose a toda velocidad.

Pronto la vio emerger, con varios peces todavía retorciéndose atrapados en su boca.

Soltó una breve risa mientras se ponía de pie, pensando que ella se veía como una gatita que acababa de cazar en un estanque, a pesar de que era básicamente lo contrario, siendo que felinos y peces no se llevaban, pero ella no dejaba de parecerle una leona sirena.

O bueno, realmente era una amabie, una demonio que traía buena salud a sus protegidos, y esa era exactamente la razón por la cual él la necesitaba.

—¡Te traje más comida! —exclamó alegremente, dejando los peces en una fuente ya preparada de ante mano a las orillas del río.

Senku ajustó más su sombrero para que no se notaran los pequeños cuernos que sobresalían de su frente y se sentó frente a Kohaku, viendo su sonrisa expectante mientras lo veía encender una fogata para cocinar los peces.

—Mmm, están buenos. —Sonrió después de cocinar el primero y dar un buen mordisco—. ¿Quieres?

Ella le enseñó los colmillos en una gran sonrisa y él rio, antes de lanzarle un pescado al aire, mismo que ella atrapó con destreza.

Después de comer, Senku empezó a mostrarle unos collares con piedras preciosas como dijes en sus extremos, pidiéndole que hiciera un encantamiento para traer buena salud a sus vecinos.

—¿Se volvieron a enfermar? —preguntó ella con preocupación, tomando el primer collar y cantando suavemente para transmitirle su poder curativo.

—No son los mismos, claro. —Carraspeó—. Llamaron a algunos familiares que también sufrían de malestares, así que pensé en pedirte más collares para que se sientan mejor.

—Está bien, no es ninguna molestia para mí. —Le sonrió, con ojos brillantes y cálidos.

Después de que ella se fuera, Senku volvió a su templo, se quitó ese ridículo sombrero y llamó a sus clientes, asegurando que ya tenía los collares, pero que les iba a cobrar el doble a cambio de dárselos rápidamente.

Por supuesto, no les quedó de otra más que aceptar, ya que era gente con enfermedades terminales, muy difíciles de curar o directamente sin cura, y también gente muy adinerada, o Senku nunca les habría hecho caso, de otro modo.

Ya llevaba un par de años utilizando a Kohaku para hacer amuletos curativos, y la gente estaba comenzando a notar que en verdad funcionaban, así que cada vez cobraba más y más caro, y todo sin que él tuviera que gastar nada más que un poco de tiempo en engañar a una tonta amabie que pensaba que él era un simple humano que quería ayudar a sus familiares o vecinos enfermos.

Una semana después, Senku recibió la visita de Kohaku otra vez, y mientras comían él ya estaba pensando en qué excusa decirle para que le diera más amuletos encantados, cuando de repente... una inmensa luz verde cubrió el horizonte...

Ambos observaron esa luz acercarse con los ojos muy abiertos, preguntándose qué diablos era, pero la luz pronto pasó a través de ellos y no les hizo absolutamente nada.

—¿Qué crees que fue eso? —preguntó ella con preocupación.

—No lo sé, pero será mejor que lo averigüemos pronto... —Él sacó su computadora rápidamente para buscar en internet.

—Iré a ver a mi familia. —Ella se sumergió en el río y se marchó rápidamente.

Senku descubrió bastante rápido lo que había pasado: esa luz petrificó a toda la humanidad, ya no habían humanos normales en todo el planeta tierra...

Semana SenHaku 2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora