Perder el tiempo 2

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Kohaku se recargó sobre la puerta, frotando sus brazos con nerviosismo.

Maldita sea, ya la había descubierto... pero eso no cambiaba que no podía dejar que el sentido de responsabilidad de Senku lo obligara a hacer algo que haría que luego la odiara por siempre.

Pero... ahora que ya lo sabía ¿qué podría hacer para no arruinar los planes de Senku?

Estuvo un largo rato pensando, hasta que tocaron a la puerta, haciéndola entrar en pánico nuevamente pensando que era Senku, pero entonces escuchó voces hablando en portugués y se relajó y abrió, viendo a varios trabajadores del servicio de mudanzas, pero... Senku seguía allí, exactamente en la misma posición en la que lo dejó, con sus ojos muy abiertos y llenos de incredulidad.

Se estremeció con pánico, pero luego notó que él ni pestañeaba y pasó una mano por delante de sus ojos, sin obtener ninguna reacción.

Hizo una mueca, para luego apartarlo dudosamente del camino (a lo que él tampoco reaccionó) y dejar pasar a los del servicio de mudanzas, que le hicieron varias preguntas respecto a tener al famoso "Dr. Stone" en su puerta, pero ella les dijo que era un amigo y les pidió llevar las cosas fuera lo antes posible.

Mientras los del servicio de mudanzas comenzaban a descargar todo, Senku finalmente pestañeó lentamente y tomó aire, mirando a Kohaku dar indicaciones a unos hombres. Apenas terminó de hablarles, Senku se le acercó con una mirada sombría.

—¿Cuándo demonios pensabas decírmelo, Kohaku? —gruñó con un tic en una ceja.

—¿D-decir qué? —Sonrió como si no pasara nada.

Él se frotó las sienes.

—¿Cuál era tu plan? ¿Alejarte de tu familia y tus amigos por dieciocho años?

—N-no sé de qué me hablas...

—¿Crees que no veo la pelota de playa que tienes en el vientre? —La miró con sequedad.

—¡Aún no estoy tan gorda, bastardo! —Lo miró con rabia, pero luego carraspeo—. Ja, no sé por qué debería importarte... e-este bebé ni siquiera es tuyo...

Él le envió una mirada que decía claramente un "¿piensas que voy a creerme eso?" y ella empezó a sudar frío.

—¿Oh, de verdad? —A pesar de su obvia incredulidad, le siguió el juego—. ¿Y de quién es?

—De... De mi nuevo novio... de aquí en Brasil...

De nuevo, él le envió una mirada de "¿es lo mejor que tienes?" y ella se estremeció.

—¿Y cómo se llama, eh? —La miró con burla.

—Eh... Bra... nom... men...

—¿Branommen? —Senku la miró con todavía más incredulidad y burla.

—¡E-es que aquí hay muchos nombres raros! —se defendió con nerviosismo.

—Ajá, ¿y cuándo lo conociste? Porque llevas aquí dos meses y ese vientre parece de casi cinco meses de embarazo —habló con completa condescendencia.

—Eh... es que lo conocí en Japón y... luego quise venir aquí. —Carraspeo, sudando profundamente.

—Bien, ya me harté del juego, Kohaku, obviamente es mío. —Rodó los ojos, estrellando su palma contra su frente—. ¿Cuándo pensabas decírmelo? ¿En qué estabas pensando al irte y ocultárselo a todo el mundo?

Ella bufó.

A veces odiaba que ese bastardo fuera tan inteligente.

—Este es mi bebé, solo hice lo que me pareció mejor para él... o ella. —Alzó mucho la barbilla—. Además, ¿qué más da si eres el padre? No tienes tiempo para una familia. —Lo miró con amargura.

Semana SenHaku 2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora