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❱❛¿cómo reaccionaría Yeji al vos querer tener relaciones pero te ganan los nervios?❜
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Las dos mujeres se encontraban en su propio mundo. Tú estabas en tu escritorio, intentando terminar las próximas canciones para lanzar junto a tu grupo de chicas. Por otro lado, Yeji se encontraba acostada en la cama con su teléfono, jugando a los miles de juegos que tenía en su aparato.
— amor, — alargó la palabra la castaña — ¿cuando terminas?
— en un rato.
Ni te molestaste en mirarla a los ojos, ya que estabas muy concentrada en tu trabajo. Terminarlo lo antes posible era tu única atención. Yeji bufo tiernamente y siguió jugando. Estabas cansada, así que miraste por el rabillo de tu ojo a tu novia. Mentirías si dijeras que no te sorprendiste por la pose en la que estaba. Era una pose tan normal, pero todo en ella se veía provocativo y sexy. Yeji estaba acostada, con su mano izquierda apoyada en uno de sus muslos internos y la otra tocaba hábilmente la pantalla de su celular, el cual estaba en posición horizontal.
Te tiraste en el respaldo de la silla, mirando tu computadora. La última vez que Yeji te había hecho mirar las estrella fue literalmente el día de ayer. Le dijiste que hoy no podían hacer nada por tu trabajo, pero en un cerrar de ojos la necesitabas a morir. Aunque te daba algo de vergüenza, nunca eras tú la que empezaba, siempre era ella.
Suspiraste y cerraste tus piernas. Miraste a Yeji. Cerraste la laptop y te acercaste a ella, sentándote a horcadas. Esto, entre ustedes, era un acto tierno, pero Yeji no sabía que tú tenías otras intenciones. La castaña apoyó su mano libre en tu muslo, mientras seguía jugando.
— Yeji — la llamaste. Está alzó las cejas en señal de que te escuchaba, pero no podías decir nada más que eso.
Te acostaste sobre ella, poniendo tu cara entre su hombro y cuello. Miraste sutilmente al juego que estaba jugando, era uno de maquillar y ganar monedas falsas con eso.
— Yeji — te incorporaste nuevamente, mirándola con un puchero en tus labios.
Ella rió, dejando ver sus dientes perfectos, ante tu gesto tierno. Dejó se celular en la mesita de luz, y posicionó sus manos en cada uno de tus muslos, acariciémoslos suavemente.
— ¿que sucede, cariño?
Miraste para todos lados de la habitación, como si las paredes hablarían por ti. Yeji, al ver esto, se sentó en la cama, mientras te acercaba más a ella.
— dímelo, amor. Dime lo que quieres y te lo daré con gusto — sonrió, achinando sus ojos.
— no me hagas decirlo, tonta — frunciste tus cejas levemente, enrollando tus brazos en los hombros de la castaña —. Ya sabes lo que quiero.
Yeji rió y acostó a las dos en la cama.
— lo sé, amor. Solo que me encanta verte nerviosa.
La mayor te beso dulcemente, aunque eso duro muy poco y se volvió un beso salvaje y lleno de lujuria. Esa noche, tus nervios se habían esfumado.
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