—¡Eres idiota! -Gritó la chica de pelo blanco. —¿Cómo has podido?
—Lo siento. —Se excusó el chico de pelo negro, los ojos plateados de la chica lo miraban con pura furia. —No sabía que...
—No me vale tu disculpa, ¡Eres un completo inútil! —Le da la espalda al chico y sale del comedor dando grandes zancadas seguida por un gran cuervo lleno de purpurina y plumas rosadas. El chico suspiró de alivio, era ya la cuarta vez que le hacía eso a Lisbeth, todavía no creía que seguía con vida. Como por arte de magia una chica de baja estatura apareció por la puerta y se sentó al lado de Perseo. La chica frunció el ceño.
—¿Qué le hiciste?...Otra vez. —Perseo esbozó una torcida sonrisa.
—¿Tú qué crees? —La chica le miró mal y cruzó sus brazos.
—Eres idiota.
—Gracias, ya son tres veces que me dicen idiota en el día de hoy.
—Normal. —murmuró.
Perseo se levantó de su sitio y recogió sus cosas. La chica que estaba sentada a su lado por fin alzó la cabeza y quitó la mirada de la revista que leía, como si despertara de un sueño extraño. Sus ojos color miel pasaron la mirada por la habitación, miró a la chica y sonrió, ésta le devolvió la sonrisa.
—Hola Nelly, ¿Qué tal? —dijo la chica colocando la revista en la mesa.
—Muy bien Izzy. Veo que estabas leyendo una revistas esas de moda.
Izzy asintió.
—Sabes que me encanta la moda—dijo guiñándole un ojo.
—Jamás te entenderé a ti y a tu dichosa obsesión con la moda, ¿Qué es lo que tiene que tanto te gusta? —quiso saber Nelly.
—Es lo mismo que a ti te pasa con los libros y la música —dijo ella —los ama con locuras ¿No es cierto? Pues lo mismo me pasa a mí con la moda. Todos tenemos una debilidad que nos gusta tenerlo ya sea para bien o para mal.
Nelly no dijo nada, Izzy tenía razón. Guste o no todos acabamos teniendo una debilidad, pero, ¿De qué sirve tenerla? Un cazador de sombras no debería tener ninguna debilidad ni siquiera un miedo, sería insano e impropio.
A Perseo le encantaba estar en la sala de entretenimiento, le encantaba estar entrenado, podía estar horas sin cansarse. Para él, ser un cazador de sombras es lo mejor que pudo haberle pasado. Sujetó con fuerza la daga que sostenía en la mano, la miró, sonrió y la lanzó dando así justo donde quería. En el blanco. Perseo era el mejor; sus compañeros también eran muy buenos pero él tenía que ser superior, ¿Será por ser un Herondale? Miró la daga que acababa de lanzar, se acercó a este y lo volvió a tomar en su manos. Se dio la vuelta gentilmente cuando escucho la puerta abrirse. Era Allen, el director del Instituto. Allen se acercaba a Perseo con una sonrisa.
Perseo y los demás cazadores de sombras del instituto le tenían aprecio a él, no solo era su maestro, sino también era como un padre, excepto por la edad. Él era joven puesto no tenía más de veinticinco años. Allen seguía manteniendo un espíritu bastante juvenil, no era malo, sino justo lo contrario era amable, pero cuando les tenía que echarles las broncas a los chicos por no hacerle caso a sus indicaciones que él decía, daba miedo. Sus ojos marrones miró al blanco que acertado Perseo con su daga. Perseo sonrío.
—Veo que has mejorado.
—¿Es que acaso era malo antes? —respondió molesto Perseo.
—Un poco. No te lo tomes tan a pecho. Uno no nace siendo experto, tiene que esforzarse para serlo.
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Cazadores de Sombras - LA BATALLA DE LAS TINIEBLAS
Fanfiction~Fanfic de Cazadores de Sombras~ El mundo de los cazadores de sombras se tendrán que enfrentar a una amenaza que desconocían, pero lo suficiente peligrosa para acabar con todo que hoy conocemos . Los único que pueden salvarlos aún siguen luchando co...