Capítulo 2

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La biblioteca del instituto no era pequeña, sino justo lo contrario, era bastante enorme. Las estanterías eran muy altas, repletas de libros encuadernados en terciopelo y piel, algunos llenos de polvos, pero se podían ver las letras doradas que le daban el título al libro. El suelo era de madera reluciente, con incrustaciones de pedacitos de cristal y mármol, también se podía contemplar pequeños trozos de piedras semipreciosas en el.
Allen se encontraba en el escritorio que estaba en el centro de la habitación, hecha de madera de un viejo roble que a pesar de los años aun seguía reluciendo. Sostenida por unos hermosos ángeles de mármol.
El director del instituto le echaba un vistazo a un gran libro, pasaba las páginas con algo de desesperación, buscando una respuesta que quizás nunca encuentre en ese libro y en ningún otro. Tomo un poco de café, de la taza que tenía a su lado. El amargo sabor del café le quemaba la garganta a medida que bajaba. Dejó la taza blanca en un lado y siguió buscando en aquel gran libro.
En cada página qué él miraba perdía la esperanza, necesitaba respuestas pero no las hallaba y eso lo mataba por dentro.
La gran puerta se abrió de golpe y cuatro jóvenes cazadores de sombras entraron en ella y se pusieron cómodos. Allen dejó de mirar al libro para ver a los chicos, se llevó una mano a su pelo rubio y les sonrió. Por un momento creyó que Perseo no haría lo qué pidió, pero si lo hizo y muy bajo le pidió perdón.
Se fijó que el chico llevaba un horrible rasguño en la cara. Se lo había hecho Sky. Perseo una vez más consiguió que el cuervo de Lisbeth le atacará de esa forma tan violenta. Perseo intentó huir del cuervo pero este lo cogió a tiempo y con sus afiladas garras le hizo daño en la cara. Si no se ponía rápido un iratze le dejaría un bonita cicatriz. Perseo maldijo al cuervo y juró venganza. Lisbeth ni si quiera se molestó en escuchar todo lo que Perseo soltaba por la boca.
Aún sonriendo, Allen se acercó a sus aprendices. Los chicos lo miraban con cierta preocupación excepto Lisbeth, ella seguía mostrándose distante. Muchas dudas rondaban a los jóvenes, ¿Qué es lo que pasa para qué Allen se comporte de tal forma? Tal vez ya podrían saberlo. Hace pocos día que su director se comportaba de forma rara.

-Gracias Perseo, por cumplir lo que te pedí, has sido de gran ayuda. -empezó a decir Allen. Perseo sonrió y Allen suspiró, las tres chicas miraron a su director con interés. -Chicos antes que nada quería disculparme si los he preocupado, pero no vinieron por eso.-Allen respiró profundo, intentaba una manera de expresar lo que tenía que decir de forma que a ellos no los asustaran o peor. -Últimamente hay problemas muy graves, esto está afectando a los subterráneos e incluso ya está empezando con los mundanos. Los demonios se están más fuertes.-suspiró y miró al libro que estaba encima del escritorio.-No se sabe cómo pero está ocurriendo.
Los chicos que muy atentos estaban miraban a su director con cierto horror, ¿Los demonios se están volviendo más poderosos? y lo peor es no se sabe nada.

-¿Pero eso es posible? -la voz de Izzy era una mezcla de nervio y temor. Allen la miró con compasión y se acercó un poco más a sus chicos.

-Eso parece Isabelle, y de verdad que espero que esto no esté ocurriendo de verdad.

-Pero está ocurriendo -Lisbeth no miraba al director si no a una estantería que tiene a su derecha.

Perseo se levantó de su sitio y fue al escritorio, Allen y los demás le siguieron con la mirada.

-¿No pone nada en los libro? -preguntó el joven a su tutor. Nelly también se levantó y al igual que Perseo fue al escritorio, tomo el libro abierto en sus manos y empezó a ojear en el.

-No y Nelly ya he ojeado ese libro un montón de veces y no pone nada. Es inútil.

Nelly no dijo nada, ni siquiera emitió ningún movimiento. Seguía metida en ese libro.

Cazadores de Sombras - LA BATALLA DE LAS TINIEBLASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora